Los “buenos católicos”- ( Enrique Barrera Beitia )

Enrique Barrera Beitia
“Ay de aquellos que tienen ojos pero no ven, que tienen oídos pero no oyen (Ezequiel 12:2)
Se supone que los que se autodefinen como “buenos españoles” o “españoles bien nacidos” son también “buenos católicos”, y si lo son, se supone que deberían seguir las orientaciones del Papa y de los obispos, pero esto es harina de otro costal. La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha sido muy clara en dos asuntos relacionados con la inmigración. La más reciente en relación a la decisión adoptada en Jumilla contra la comunidad musulmana manifestando que atenta contra la libertad religiosa, y anteriormente, una ILP (Iniciativa Legislativa Popular) en la que participó activamente Cáritas. para regularizar a 500.000 inmigrantes. Cuando escribo estas líneas, los diputados de PP, Vox y Junts han unido sus votos para tumbarla.

En Ferrol y en todas partes, podemos identificar a cierto número de vecinos que proclaman su catolicismo al tiempo que apoyan los mensajes de odio de Vox y del PP en las redes sociales. Algunos afirman sin aportar pruebas, que los inmigrantes acuden a Cáritas a recoger comida y ropa, y a la vuelta de la esquina la tiran a un contenedor. Antes se decía esta maldad de los gitanos, pero ahora ya no son los últimos de la fila… ya me entienden.

Mientras que la solidaridad es un concepto de etnia o de ideología de clase, la caridad tiene una base religiosa inicialmente limitada a la propia comunidad, y afortunadamente actualizada a favor de los colectivos más desfavorecidos independientemente de su credo. No se trata sólo de dar limosna, sino de buscar el bienestar integral de los necesitados, así que no es de extrañar que Cáritas sea la asociación católica mejor considerada entre los españoles laicos o ateos, y la más vituperada por los “buenos católicos”.

Si durante la Segunda Guerra Mundial, una parte significativa de los alemanes que participaban en el Holocausto y de los italianos que aplicaban enfervorizados las leyes raciales de Mussolini, se consideraban buenos católicos e incluso pedían audiencias de grupo a Pio XII, no debe extrañarnos que una parte nada despreciable de españoles practiquen y justifiquen la violencia racista con la excusa de defender la cultura y la “razón de ser” de nuestro país desde la defensa de la religión. El problema que tienen es que sus actos ya no encuentran plena condescendencia en las jerarquías eclesiásticas. El arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, replicó al líder de Vox que “un xenófobo no puede ser un verdadero cristiano, y se tiene que decir con toda la contundencia”, aunque a renglón seguido el de
Oviedo acudió a echarles un capote.

La absurda teoría del reemplazo 

Tampoco tengo la seguridad de que estos “buenos católicos” tengan un razonable conocimiento de la Historia de España, más allá de tópicos y lugares comunes. Al-Ándalus tenía durante la Edad Media en torno a 7.500.000 de habitantes, de los que 6.500.000 eran hispano-romanos convertidos voluntariamente al Islam, en parte para pagar menos impuestos y poder optar a determinados empleos, y en parte porque se trata de una religión más sencilla por carecer de misterios teológicos. El resto se dividía entre judíos (400.000), hispano-romanos cristianos de rito mozárabe (300.000), norteafricanos musulmanes (300.000) y 3.000 árabes omeyas procedentes de Siria. En los reinos cristianos del norte vivía aproximadamente medio millón de personas.

Por lo tanto, la hegemonía musulmana en esa época no fue el resultado de una masiva invasión musulmana ni de una persecución religiosa, y el actual Islam (5% de la población) no tiene la menor posibilidad de recuperar esa posición preeminente por carecer de incentivos materiales.

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