(José Manuel Gutiérrez Souto)- Era el pleno más esperado -y que más se hizo esperar- del año. Tras varios meses de inacción por parte del gobierno local, Narón ha entrado por fin en 2016, tan solo con 28 días de retraso. «Estas cosas pasan», dirán ustedes; «son devenires propios de la búsqueda de consenso» pensará alguno de forma naíf. Y es cierto: la tónica habitual en el resto de ayuntamientos de Galicia es que, debido sobre todo a los pactos inertes por los que suelen regirse, encuentran sumas dificultades para sacar adelante los presupuestos. Las desavenencias entre grupos políticos que poco o nada tienen en común hacen que una vez resuelto el entramado de qué sillón le toca a quién, provoca que la acción de gobierno sea densa o directamente inexistente.
Sin embargo, esta regla, que puede aplicarse al ayuntamiento de Santiago, al de Coruña, o quién sabe si a Moncloa, no es aplicable a Narón. Porque la diferencie entre éstos y Narón es que dónde allí se acaba toda afinidad, es decir, en el gusto por los sillones, aquí hacen de ellos arte y leitmotiv.
El oasis naronés, en donde hasta no hace mucho Catalina García defendía que mientras un solo naronés lo pasase mal, ella no consentiría que ni un solo euro iría a fiestas. 200.000 € van a fiestas, sin detallar en absoluto en qué se gastará tal partida. Será que ya ni un solo naronés lo pasa mal.
Y si la oposición hace ademán de quejarse, se saca rodillo o directamente se le abronca, como en reiteradas veces ocurre con el representante de Eleximos, porque todavía no se ha dado cuenta de que el pleno no es más que un molesto trámite que impide al altiplano gobierno disfrutar de una placentera tarde de jueves con la familia.
Si en lugar de quejarse el de Eleximos se queja el del PP, se le dice que transparencia rima con Valencia y ya está finiquitado, con la elegancia digna de la nueva política, pero la esencia propia de un Procurador en Cortes.
Y no es de extrañar. TEGA encarna la esencia de Fausto, y eso lleva a sus colegas de gobierno, feroces críticos de la deontología ajena, a transigir con todo lo que el patrón ordene, porque la oposición es muy fría y Narón no es buena tierra para la disidencia.
Gobernar todos xuntos es la aspiración del alcalde, a la que siempre se remite cuando es consultado sobre el sistemático desprecio a la oposición. Tal vez sea porque no es consciente de que el control de la oposición es la diferencia entre una democracia asentada y una tiranía de la mayoría, con los peligros que ésto encierra. Tocqueville predijo con bastante exactitud la deriva que parece estar siguiendo Narón, cuya única salida pasa por un férreo control de la acción de gobierno que evite que todo lo que atañe a la ciudad se resuelva en despachos cerrados a los ojos de la ciudadanía.
Y ahora Esquerda Unida se suma al rodillo.
El rodillo de la mayoría! TEGA, los caciques del siglo XXI.
Lo TEGA es realmente deplorable. Caciques se les queda corto. Ganaron las elecciones porque el PP sufrió un castigo en toda España y ahora andan crecidos. Bien…. que sigan siendo tan déspotas.