El FORO DE AMIGOS DE FERROL nos envía un nuevo trabajo, labor de un grupo de ferrolanos que se han unido en defensa de los intereses, especialmente culturales , de nuestra ciudad. En esta ocasión FAF expone la posibilidad de que FERRALLII, topónimo latino que aparece en la inscripción de la placa del monumento a Churruca, sea el motivo del origen del nombre de la ciudad.
EL NOMBRE DE FERROL EN LA PLACA DEL MONUMENTO A CHURRUCA
El origen del nombre de la ciudad de Ferrol ha sido motivo de atención y estudio por parte de diversos investigadores. Las primeras hipótesis de su procedencia de Faro y Farol, debidos a los elementos homónimos situados en el puerto y ría, fueron tratadas por diversos autores como el padre Sarmiento, Alonso López o Montero Aróstegui. Su procedencia bien de San Ferreol, el santo francés que junto a San Julián evangelizó la Galicia del Norte, o bien de un propietario de nombre Ferreolus, fue tratada en diversos trabajos por Casimiro Torres, Leandro de Saralegui, Abelardo Moralejo, Porto Dapena y Aracil&Burgoa, entre otros.
Entre muchas otras hipótesis históricas acerca del origen del nombre de Ferrol ha sido una constante el citar una procedencia basada en el latín. Además de los anteriores, estudiosos como Manuel Comellas, en el Almanaque Ferrolano para 1908; Dobarro&Fandiño, en la Gran Enciclopedia Gallega; y Guillermo Llorca, en la revista Concepción Arenal, citan la posibilidad de que Ferrol proceda de Ferralium, como lugar de hierro (ferro) o un sitio abundante en ese material, rechazando la hipótesis en los tres casos, tanto por evidentes razones gramaticales o fonéticas, como por razones etimológicas, ante la escasez de hierro en el subsuelo ferrolano.
Otros autores que investigaron parecidas raíces latinas, en este caso relacionadas con la producción de cereales, fueron Emiliano Balás, en un trabajo publicado por el Ateneo Ferrolán, aventurando que Ferrol procede del latín Farrarium como depósito del grano; Leandro Carré, en la Geografía General de Galicia, escribiendo que puede proceder de Farrealium, puerto de granos; y Antonio Vázquez Rey, en El Correo Gallego del año 1975, exponiendo que Ferrol tiene como origen Farralium con el significado de lugar de granos.
Hoy nos detenemos exclusivamente en la inscripción en latín de la placa de mármol colocada a los cuatro vientos en el pedestal del monumento a Churruca, situado en los jardines del Parador de Turismo, a donde se trasladó el año 1957 desde su emplazamiento inicial del año 1813 como fuente de la plaza de Armas. Debe recordarse que esta placa de mármol sustituyó el año 1903 a la original de piedra con letras de bronce del año 1813. En la cara oriental de la placa se lee hoy en día:
INMORTALITATE CHURRUCAE
ÍNCLITI FERRALII DECORIS
Desde el punto de vista de la toponimia es de gran interés la presencia del nombre FERRALII, como genitivo de FERRALIUM, un posible topónimo original de la villa de Ferrol, según la intención del autor de la inscripción, que no conocemos. Tanto Ángel del Arenal en su trabajo del año 1827, que fue la la base de la descripción de Ferrol en el Diccionario de Sebastián de Miñano, como Domingo Díaz de Robles (ambos tuvieron la oportunidad de conocer la placa original del año 1813), en un artículo del año 1864, titulado Etimologías Históricas, escriben este nombre de FERRALLII, que es el que aparece hoy en la inscripción actual (ver ilustración).
Sin embargo, Pascual Madoz en su Diccionario del año 1845, Montero Aróstegui en su Historia de Ferrol del año 1859 y Baamonde Ortega en su Álbum de la ciudad de 1867, reproducen el texto de la citada inscripción, escribiendo FERROELI en vez FERRALII. A la vista de estas divergencias cabe dudar si en la inscripción original del año 1813 aparecía FERRALLII o FERROELI .
En resumen, y con independencia de que para muchos parece poco probable que alguna de estas dos palabras latinas sea el origen del nombre de Ferrol, no tenemos manera de saber si en la inscripción original del año 1813, reemplazada el año 1903, se escribía FERRALII o acaso FERROELI. La mala práctica habitual de Ferrol de no conservar las placas e inscripciones antiguas colocadas en viviendas y monumentos trae consigo estos resultados.
También parece una mala práctica habitual de los «historiadores» esa de copiarse unos a otros sin investigar absolutamente nada en los archivos. Esa puede ser una razón para que el autor no nos aclare nada, se despache con argumentos como «para muchos parece poco probable» y, en fin, nos regale este artículo complemetamente innecesario.