Las ocho personas –hombres y mujeres– que fueron detenidas esta semana en el marco de una operación contra una supuesta organización que obligaba a menores procedentes de Rumanía a ejercer la mendicidad en la calle han sido puestas en libertad tras prestar declaración ante el Juzgado de Instrucción número 3 de Ferrol.
Según ha informado el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, tienen obligación de comparecencias semanales, además de prohibición de comunicarse, de acercarse a menores y prohibición de salir de territorio nacional.
Los ocho detenidos fueron trasladados en furgón policial a dependencias judiciales a las 9,30 horas, en donde se concentró un importante número de compañeros a lo largo del día.
Las declaraciones se prolongaron hasta pasadas las nueve de la noche. Estuvieron presentes tres abogados de la defensa y el representante de la Fiscalía y fue necesaria la presencia de un intérprete.
BAJO ENGAÑO
Según las informaciones recabadas por el Juzgado, las menores supuestamente eran traídas desde Rumanía bajo el engaño de que iban a contraer matrimonio, pero después eran obligadas a mendigar.
En la sede de la Policía Nacional de Ferrol prestaron declaración esta semana hasta una veintena de sospechosos, si bien finalmente solo quedaron detenidos las ocho personas que fueron puestos a disposición judicial en la mañana de este viernes.
Hasta el momento se han realizado seis registros, dos en Narón y cuatro en Ferrol. Las víctimas están tuteladas en un centro de menores de la Xunta de Galicia.
Las diligencias previas fueron abiertas hace dos meses. La causa se seguía por delitos de trata de seres humanos, corrupción de menores, pertenencia a organización criminal y contra los deberes familiares.
¿Que cabía esperar? Si la explotación de seres humanos en los términos que aquí se han producido no tienen la suficiente gravedad para mandarlos directamente a la cárcel, estamos perdidos, preferimos presumir de ser un País garantista, con los delincuentes, mientras machacan a la gente honrada.
Nos apiadamos de los verdugos y los situamos a la misma altura que a las víctimas, pero la exigencia de cambiar la Ley para corregir tamaña injusticia se queda en nada una y otra vez, parece que hay gente interesada en que no cambien las cosas, porque con esta preocupaciones nos mantienen alejados de otras tropelías, que también son un problema, pero les beneficia a ellos, y como buenos estrategas nos distraen de esta forma.