Tres parámetros, una casa

yoani sanchezYoani Sánchez

Colocar ceros a la derecha parece ser el deporte preferido de quienes ponen precio a las casas que se venden hoy en Cuba. Mercado cautivo al fin, el comprador podrá encontrar muchas sorpresas en el amplio surtido de clasificados. Desde propietarios que piden por su vivienda sumas astronómicas que nada tienen que ver con la realidad de la demanda, hasta verdaderas gangas que dan pena ante tanta ingenuidad del negociante. Muchos apresurados por vender, algunos con el olfato listo para darse cuenta de que este es el momento de comprar una vivienda en la Isla. Es una apuesta de futuro, si sale mal pierden todo o casi todo, pero si resulta bien se posicionan –con anticipación- para el mañana. Los lentos se apuran y los rápidos corren a la velocidad de la luz. Son tiempos de darse prisa, el fin de una era puede estar cerca… aseguran los más listos.

Sorprende ver cómo sin apenas nociones inmobiliarias los cubanos se lanzan al comercio de los metros cuadrados. Narran sus espacio, la mayoría de las veces con una sobre abundancia de adjetivos que dan gracia o temor. Así que cuando se lee “apartamento de un cuarto en barrio céntrico de la Habana con habitación en piso intermedio” deberá entenderse “cuarto en solar de Centro Habana, con barbacoa de madera”. Si habla de jardín, mejor imaginarse un cantero con tierra y plantas a la entrada, y hasta residencias de cinco cuartos, después de una visita quedan reducidas a dos habitaciones particionadas con cartón tabla. La misma desconfianza con que se ven esas fotos en las redes sociales de gente apuesta y joven que busca pareja, debe aplicarse a los anuncios de viviendas aquí. Sin embargo, también se encuentran verdaderas perlas en medio de tanta exageración.

yoani-27Ahora mismo los parámetros que determinan el costo final de una vivienda son al menos tres: ubicación, estado constructivo y pedigrí. El barrio influye mucho en el monto final del inmueble. En La Habana, las zonas más apetecidas son el Vedado, Miramar, Centro Habana, Víbora y Cerro por su carácter céntrico. Las menos buscadas Alamar, Coronela, Reparto Eléctrico, San Miguel del Padrón y La Lisa. La mala situación del transporte público influye bastante en que la gente prefiera casas que estén cerca de los puntos con mayor fuerza comercial y con abundantes espacios recreativos. Si hay un mercado agrícola en las inmediaciones, la suma a pedir crece; si el Malecón le queda próximo, también. Se rehúye de la periferia, aunque entre los “nuevos ricos” que han alcanzado un poco más de capital –ya sea por vía legal o ilegal- empieza la tendencia de buscar una finca en las afueras. Sin embargo, aún es demasiado temprano para hablar de una tendencia a alejarse hacia zonas más verdes y menos contaminadas. Por el momento, la premisa principal se reduce a mientras más céntrico mejor.

El estado constructivo, se erige como otro de los elementos que definen cuánto costará una vivienda. Si el techo es de viga y loza, los números se caen; mientras que las construcciones de las décadas 40 y 50 del siglo pasado gozan de muy buena reputación y atractivo. Las peor valoradas son las llamadas “obras de microbrigadas” con sus feos edificios de hormigón y sus pequeños apartamentos estilo Europa del Este. La cubierta si es ligera –tejas, zinc, madera, papel de techo- obliga al vendedor a obtener menos. El estado del baño y de la cocina es el otro punto que influye muy directamente en las posibilidades de comercializar el inmueble. La calidad de los pisos, si las ventanas están enrejadas y la puerta es nueva –de cristal y metal- se convierten en puntos a favor. En caso de que no haya vecinos arriba, entonces el propietario se puede sentar a pedir. También están muy valoradas las casas que tiene dos entradas, pensadas para una familia numerosa que busca dividirse e independizarse. Todo cuenta, todo vale.

Hasta aquí parece un mercado inmobiliario como cualquier otro en cualquier lugar del mundo. No obstante, hay una situación que define de manera muy peculiar el valor de las casas en venta. Se trata del pedigrí de las mismas. Con esto se hace referencia a si la vivienda ha pertenecido a una familia desde siempre o si fue confiscada en alguna de las oleadas de expropiaciones que vivió Cuba. Si el anterior dueño se fue cuando la Crisis de los Balseros en 1994 y el Estado entregó la propiedad a una nueva persona, el precio de la misma baja. También puede ocurrir que esto haya sucedido durante las salidas por el Puerto del Mariel en 1980, momento en que la propiedad fue otorgada a otros ante la emigración de quienes la habitaban hasta ese entonces. Pero donde los precios tocan fondo es en aquellos inmuebles confiscados entre 1959 y 1963 cuando las grandes partidas de exiliados. Pocos quieren meterse en el problema de adquirir un sitio que después podría estar en litigio. Aunque hay algunos que aprovechan esta situación para comprar a precio de remate verdaderas mansiones en los barrios más céntricos.

Para lograr comprobar tanto la ubicación, el estado constructivo, como el pasado legal de la casa, los potenciales compradores se auxilian de su propia experiencia, de un buen arquitecto y hasta de un abogado que hurgue en los detalles de la propiedad. Cada elemento pondrá o quitará una cifra, un cero, una centena al precio total que están dispuestos a pagar. En un mercado cautivo todo es posible y, sin embargo, es cómo si los conocimientos inmobiliarios sólo hubieran estado dormidos, aletargados y ahora regresaran con asombrosa fuerza.

 

 

 

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