Pedro Sande García
Cuando hablamos de dictaduras lo habitual es referirse, según cita la RAE, a aquellos regímenes políticos que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales. En la actualidad hay más de 100 países que están sometidos a dictaduras o regímenes autoritarios incluyendo a los denominados regímenes híbridos que bajo la apariencia de democracias están sometidos a leyes propias de gobiernos autoritarios.
Más del 72% de la población mundial está sometida a estas tiranías, cifra aterradora. Democracias plenas están instauradas en aproximadamente 25 países. Nuestro país, España, se encuentra entre el grupo de esos estados, aunque le pese a ese 20% de jóvenes españoles y a un porcentaje de adultos que desconozco, que les gustaría vivir en un régimen donde la opinión contraria a la doctrina oficial supondría la tortura, el encarcelamiento y el exterminio físico. Esos regímenes preferidos, no añorados ya que solo se puede añorar lo que no se conoce, por ese 20% de jóvenes que quisieran que la diversidad sexual, religiosa, de raza y de pensamiento estuvieran prohibidas, perseguidas y castigadas con crueldad. Ese 20% de jóvenes que quisieran que el acceso a las redes sociales y a la libre elección de contenidos estuviera limitada al pensamiento oficial.
Podría continuar pero no es el objetivo de este artículo dar una disertación sobre lo que es un régimen autoritario y los millones de torturas y asesinatos cometidos a lo largo de la historia por el terror implantado con este tipo de gobiernos. No hace falta mirar muy lejos, solo nos separan 50 años de la muerte del dictador que junto a sus secuaces sometió a España a un régimen de terror.
El objetivo de esta crónica es hablar de otro tipo de dictadura, más sutil y permitida tanto en los países sometidos a sistemas autoritarios como a aquellos en los que podemos disfrutar de democracia y libertad. Desde hace tiempo he pensado en muchas ocasiones en ese régimen de oligopolio que nos imponen los grandes grupos económicos, me imagino que muchos de ustedes también lo habrán pensado en alguna ocasión. La gota que ha colmado el vaso surgió cuando a un buen amigo le comenté lo que me había ocurrido intentado sacar un billete de avión y el me respondió con que el problema estaba en la dictadura de las grandes multinacionales.
Paso a relatarles lo ocurrido. Con cierta regularidad cojo vuelos de Madrid a Estrasburgo, tanto de ida como de vuelta. Desde Madrid a la ciudad francesa solo hay un vuelo directo diario y monopolizado por una compañía, española en su día y que hoy pertenece a un grupo internacional. Los fines de semana no hay vuelos directos así como los meses de julio y agosto. Como supondrán, en esta situación de dominio absoluto de la oferta, los precios suelen ser bastante elevados, difícilmente se encuentran precios inferiores a los 150-200€ por trayecto. No digamos las semanas en las que hay reuniones del parlamento europeo (una al mes) o del consejo de Europa (cuatro al año), estos días el precio de los vuelos se incrementa de manera considerable. Fechas en las que no me queda más remedio que pagar, junto a todos ustedes, el vuelo de todos esos parlamentarios y asesores, muchos de ellos volando en clase preferente, que me imagino que no tienen ni idea de cual es el gasto que no va contra sus nóminas.
En el mes de noviembre estuve unos días en Madrid y no tenía billete de vuelta ya que no sabía con exactitud cuando podía volver, mi previsión era a partir del 25 de ese mes. Mire billetes para ese día y también para el 26 o el 27. El precio, algo más de 1.000€ solo por la ida, lo que están leyendo. Les ruego que digan en alto, más de mil
euros solo la ida, y así también podré decirles «lo que están oyendo». Por una cuestión de buen gusto no pondré aquí la cantidad de calificativos que se me pasaron por la cabeza y me recordaron a mi admirado capitán Haddock. Al final he decidido utilizar el título de una canción de Raphael, Escándalo, esto es un escándalo. Un auténtico
escándalo permitido por las autoridades, tanto españoles como europeas. Un escándalo consentido bajo el peligroso principio de la ley de la oferta y la demanda. Hace unos días escuché la intervención de un político español, un genio de la economía, en la que decía que la poca regulación es la que permitía a China ser el gran país de la fabricación y a EEUU el gran país de la innovación. Creo que este prodigio del conocimiento no sabe que China es el máximo ejemplo de la regulación económica, política, social y de pensamiento, como lo son todas las dictaduras, y que EEUU es el máximo ejemplo de la enorme brecha entre ricos y pobres, el país con la mayor deuda del mundo, el país que si uno llega con un infarto a un hospital debe llevar la tarjeta de crédito en la boca y el país que fue el detonante de la crisis financiera que surgió precisamente por la poca regulación del mercado financiero. Miren ustedes, soy un firme defensor de la libertad y de la mínima regulación en las relaciones humanas pero no debemos olvidarnos que sin regulación y sin normas que organicen nuestra convivencia el ser humano se convertiría en un grupo de cafres avariciosos, lujuriosos, psicópatas, soberbios, codiciosos, envidiosos y perezosos y viviríamos en un auténtico caos.
Volviendo al problema mi vuelo la solución ha sido viajar vía Barcelona, también lo podría hacer vía otras ciudades europeas dado que el pequeño inconveniente del traslado se ve compensado por la gran reducción del precio. Desde estas ciudades existe una sana competencia que exige a las compañías no cometer los abusos que se les permite en situaciones de monopolio.
El caso de las compañías aéreas y de sus abusos es extensible a otros conglomerados económicos donde la concentración empresarial solo tiene una ventaja en forma de beneficios para sus propietarios, sometiendo a los consumidores a un mercado donde el monopolio o el oligopolio imponen unas condiciones abusivas. Pensemos en las entidades financieras. En España, desde 2008 el número de entidades financieras se ha reducido en algo más del 50%. ¿Han visto ustedes alguna ventaja o mejora para los clientes en el servicio y condiciones prestados después de esta concentración? Las autoridades europeas siguen insistiendo en las concentraciones multinacionales y en la
importancia del tamaño, pero luego nos hablan de los riesgos sistémicos para no dejar caer a estas grandes corporaciones y que seamos los ciudadanos los que tengamos que pagar su quiebra. ¿Qué me dicen de las compañías suministradoras de energía? Un caso de abuso tan descarado que entender por lo que estamos pagando es uno de los mayores enigmas a los que se enfrenta la humanidad. Empresas de telecomunicaciones, los grandes conglomerados de seguros, la concentración de compañías privadas de salud. Piensen ustedes si alguna vez han tenido problemas de abuso, mal servicio o cobros indebidos. ¿Alguna vez se han equivocado a su favor?
A todo lo anterior añado los servicios de atención al cliente, hace años se los llevaron a países remotos para reducir costes. En la actualidad las personas reales, las de carne y hueso, casi han desaparecido. Intentar hablar con una de ellas es como entrar en el laberinto de El Resplandor, lo digo tanto por la dificultad como por el terror que supone salir de un bucle sin fin.
Lo que nos depara el futuro, dado que a ningún tipo de autoridad nacional ni supranacional se le ve con intenciones de poner coto a esta dictadura económica, vendrá gestionado por la Inteligencia Artificial. IA que también está dominada por grandes conglomerados económicos que programarán dicha inteligencia para su dicha económica y nuestra desdicha como clientes.
Mientras tanto la mayoría de la población cansada, amansada y silenciada como corderos seguirá sufriendo el abuso de la dictadura económica. La dicha la tendrán ese 20% de jóvenes, ellos no tendrán añoranza de otros tiempos, como he dicho al inicio de este artículo solo se añora lo que se conoce y vivir en la ignorancia es mucho más cómodo. La falta de conocimiento y por lo tanto de pensamiento permite dormir mejor.
Cuídense mucho.
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