Julia María Dopico Vale y Piñeiro
La Real Filharmonía de Galicia rindió homenaje entre los días 6 y 7 al compositor alemán Johannes Brahms, el “más clásico de entre los románticos” ‒ recibe las influencias de Haydn, Mozart y Beethoven‒, cuyo academicismo trasciende a la universalidad a través de Wiegenlied, la “ canción de cuna” sumándose a su legado musical composiciones tan influyentes como sus cuatro sinfonías, conciertos, el Réquiem alemán, las Danzas húngaras y obras de carácter más intimista como los intermezzi o las Cuatro canciones serias inspiradas por Clara Schumann.
Dos conciertos, uno en el Auditorio de Galicia y el otro en el Centro Cultural Afundación de Pontevedra tuvieron lugar con este fin‒ no en Ferrol, si bien la presencia de la Filharmonía se contempla en la temporada 25-26 de la Filarmónica Ferrolana con cuatro intervenciones en las que será protagonista; no sé si en la Mariña‒ y bajo la batuta de una de las nuevas figuras de la dirección orquestal europea y americana, Ruth Reinhardt, que ha colaborado en orquestas como la Royal Philharmonic Orchestra o la Orquesta Gulbenkian.
El repertorio entrelazó tradición y vanguardia representada con la obra Envol escrita por encargo a Nuria Giménez-Comas, partícipe en el proyecto “Cometas” que impulsa la propia orquesta; el estreno en España de Idylium del alemán Detlev Glanert, inspirada en la atmósfera de la Segunda Sinfonía de Brahms, que evoca
su carácter más alegre y melódico; la Elegía para Brahms de C. Hubert Parry, escrita como tributo al compositor por el colega británico que tanto le admiró y para finalizar la Serenata n.º 2 op.16 del propio J. Brahms, una de sus partituras más luminosas y singulares debido a su inusual orquestación; cadenciosa, cálida y de final feliz, como
felices son los aplausos que recibe la Real Filharmonía por sus cuidadas y exigentes interpretaciones sin perder por ello la imprescindible sensibilidad que requiere siempre… el arte.
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