Parece ser que o mundo non rematou como din que predixeron os maias. O que está claro é que tampouco a cousa foi moito a mellor. Fálolles do caso da señora que chamou á Radio Galega “expoñendo” os seus problemas lingüísticos con dita canle. Imaxino que xa o coñecen (correu como a pólvora nas redes sociais) pero, por se acaso, resúmollo: fai uns días unha muller chamou ao programa “Pensando en ti” para queixarse diante do presentador da lingua utilizada no mesmo. A lingua, por suposto, era o galego e a muller, por suposto, falaba en castelán. Ademais, laiábase de que, por educación, ao ser ela a primeira en falar o condutor do programa debía atendela en castelán.
De verdade que se non escoitaron a gravación búsquena (é sinxelo, este xornal por exemplo compartiuna), xa que demostra o pouco que avanzamos en materia de normalización lingüística. A señora, por exemplo, repetiu varias veces que ela “sabía inglés y francés, pero no gallego, porque no le interesaba”. Faríame graza vela intervindo no programa en calquera deses dous idiomas, pero ese non é o caso. Ela, chea de razón, argumentaba que a Radio Galega era a radio de tódolos galegos e non entendía por que tiñan que falar no idioma dos galegos, claro. O locutor, varias veces, intentou explicarlle que nin sequera era unha postura súa propia, e que os propios estatutos da CRTVG definen que a lingua utilizada nos seus programas é o galego, lingua que teñen que difundir e defender. E que ademais, non había ningún problema porque ela falara en castelán.
Por suposto, á súa vez recoñecía escoitar o programa e a Radio Galega. Evidentemente, tamén, entendeu perfectamente ao presentador do programa, que falaba en galego. Pero en que quedamos? Entendíao ou non? Parece ser que si. Ademais, non sei se a súa intención era ocultalo ou non pero o seu acento non deixaba lugar a dúbidas da súa procedencia. Cachis, que mala pata.
Deixou, por suposto, un par de perlas que non quero esquecer. A primeira chegoume á alma: “a mí no me interesa el gallego, yo no soy de izquierdas, soy española”. Lémbrame a 1984, de George Orwell, no que dicía que non era necesario sequera que os traballadores estiveran afiliados ao partido, simplemente había que influír neles mediante un patriotismo simple. Toma patriotismo simple. No soy de izquierdas, soy española. A outra perla doeume máis, xa que explicou que “cuando Feijóo viene a Ferrol, habla castellano”. A señora era ferrolá! Así temos os ferroláns a imaxe que temos, pero, ollo, non quero caer no simplismo eu tampouco. É certo que coñezo un montón de casos de persoas que encaixan no posfranquismo barato que exhibe a nosa amiga, pero tamén coñezo a moita xente defensora do seu e, por suposto, do idioma galego en Ferrol. Ao final, a defensora dos castelánfalantes (minoría asoballada que non pode expresarse en Galicia) colgou o teléfono, non sen antes prometer que falaría con Feijóo do tema.
Canta ira, canto odio e canto, con perdón, analfabetismo: na Radio Galega fálase galego, faltaba máis! Se é galega debería, polo menos, entendelo. Senón ten un problema. Pero tranquilidade, sempre pode escoitar as cen mil emisoras públicas e privadas que emiten en castelán por toda España adiante, non? Ah! Iso si, eu vou chamar a Radio Nacional e voume queixar de que non me falen en galego… que eu falei primeiro!
Lleva días el artículo de mi conocido Miguel sin que nadie apostille algo en defensa de mi atrevida paisana, vilipendiada por osar solicitar que le hablen en español cuando sale a las ondas en una emisora de TV española y por mor de española gallega.
La politización de las lenguas que se ha creado artificialmente en nuestra patria ,sólo es una muestra màs de la estupidez humana que crea problemas y tabúes donde no los había. Ni reglamentos ni leyes absurdas pueden servir de base para el desprecio a los ciudadanos y mucho menos para que se les insulte cuando exponen sus ideas.
A mi el gallego de don Miguel , me parece casi perfecto aunque no se sí lo es, desde luego muy diferente al que se promueve por laTVG , y bastante distinto al clásico castrapo que se suele utilizar para demostrar que se utiliza el gallego , nada que objetar y me gusta aunque no me guste mucho lo que en este artículo se expresa, cuestión de gustos y costumbres.
Me parece perfecto que se exprese así y promulgue sus ideas a través de este medio, una de las cosas que màs me atraen es la libertad, pero la libertad para todos, y eso por mor de reglamentos mal entendidos no es lo que se respira en laTVG.
Ya en su días escribí en face book con motivo de la amonestación a la señora ferrolana por parte del locutor gallego lo siguiente que hoy lo repito para conocimiento de tirios y troyanos .
«Que razón tenía Churchill cuando pensaba que : » «Los fascistas del futuro se llamarán a sí mismos antifascistas». Que un sectario llama a una ferrolana por el hecho de hablar español, Fascista, corrobora el pensamiento de Sir Winston, yo si que me avergüenzo de este deslenguado y procaz sectario.»
Sectarios, deslenguaos y patéticos son todos los que erigidos en defensores de una lengua no toleran la libertad de quienes no comparten sus ideas despreciando su opción tan legal y legítima como la que ellos adoptan, la libertad se basa en horizontes màs amplios que los que ellos observan.
No deja de ser curioso, por utilizar un eufemismo, que se defienda a la oyente que intervino en el programa de la radio gallega apelando a la libertad para expresarse en el idioma que se prefiera, teniendo en cuenta que esta oyente se ha hecho tan conocida precisamente por llamar al programa para decirle al locutor en qué idioma debe dirigirse a la gente. Se tomó muchas molestias sólo para dejar claro que en su opinión él debería haber hablado en castellano. Cualquiera que haya escuchado la grabación lo sabe.
Cualquiera que haya escuchado la grabación estimada Irene, sabe que lo que la ferrolana quería era que cuando alguien , como era el caso de la orquestina española que hablaban en español, el presentador les hablase en ese mismo idioma, las cosas claras y no es conveniente tergiversar los hechos convirtiéndolos en anécdotas.
A la gente en un programa de TV ,por muy gallega que sea la cadena, si el invitado sólo habla español se debe uno dirigir en el mismo idioma que esta utiliza y en el que todos se entienden, lo contrario es una falta total de tacto y educación por mucho que se quiera promocionar el gallego.
Pues precisamente eso es lo que he dicho, la oyente llamó al programa para decirle al locutor en qué idioma tenía que dirigirse. Diré además que no entiendo la polémica de la elección del idioma ni veo problema alguno en que dos peronas conversen usando un idioma cada una, y yo misma lo he hecho en muchas ocasiones. Pero ya que ustedes consideran de mala educación dirigirse a alguien en un idioma diferente diré que aquellos que intervengan en el programa deberían dirigirse al locutor en gallego, no? O es que el argumento de la buena educación sirve para unos y no para otros?
Querida Irene, tú debes ser un portento entendiendote con personas que hablan distintos idiomas al tuyo, por ejemplo, ruso y español, o suahili,o inglés , o francés,etc etc ……asombroso.
Menuda bordería. Obviamente me refería a hablar uno en gallego y otro en castellano. Era evidente. Y una situación muy frecuente además.
Aplicable a locutores y gente que por snob, sólo sabe hacer el canelo en u oficio por mor de lo políticamente correcto:
Jesús , aquí te dejo la historia cómica tan aleccionadora de la que te hablaba ayer:
«Hace unos cuantos años, más de quince, presencié en Cayo Coco (Cuba) una escena para destacar en la antología de mamarrachadas de palurdos: un catalán exigía que le entregaran, redactado en francés, el manualito de instrucciones de funcionamiento del hotel, que aparecía en inglés y… español, y como el tipo no dominaba la lengua de Shakespeare acudía a la de Molière, pero lo decía perfectamente en la de Quevedo, con perplejidad infinita del empleado cubano, cuya desbordante fantasía caribeña no alcanzaba a imaginar los grados de estupidez a que puede conducir el odio. Y eso que no vio a Montilla (Córdoba) hablando con Chaves (Ceuta) por medio de un traductor. Todos sabemos de ejemplos similares desde hace años: «Ustedes, los gallegos, se han vuelto locos», me escribía hace más de veinte años un amigo, funcionario paraguayo, que había recibido en Asunción una carta de una institución catalana redactada en inglés; o al Instituto Cervantes de El Cairo llegaba una misiva de una universidad catalana, en mal inglés, ofreciendo sus servicios para enseñar… español; o en este o aquel ayuntamiento de Andalucía o Murcia se encrespaban los ánimos porque desde un municipio catalán les escribían no ya en catalán, que habría sido mero infantilismo chovinista, sino en inglés, obedeciendo la consigna más ofensiva de todas las posibles, razón por la cual insisten en ella.»
Se puede ser màs blanco o negro, pero tan gili como estos capullos imposible. El gran arabista Serafín Sanjul en la tercera de ABC de ayer escribe un magistral artículo sobre tanto » tonto».
Don Pedro si lo estima oportuno para su publicación le remito el artículo completo:
ABC 29/12/12
SERAFÍN FANJUL, de la Real Academia de Historia
«De pronto, suena la alarma porque al ministro Wert le organizan el aquellarre los separatistas catalanes, con el coro de auxilio de socialistas y comunistas, solo atentos a desgastar al Gobierno actual, al precio que sea»
EL 18 de agosto de 1492 Antonio de Nebrija publicaba en Salamanca su Gramática dela lengua castellana, adelantándose así a las equivalentes de las principales lenguas europeas, que vendrían varios, o muchos, decenios más tarde. Pero no nos embelesemos con las glorias de otros españoles, tanto porque en su tiempo –y en este mismo terreno– no todo fue glorioso como porque en el nuestro, en el que podemos influir algo, si queremos, la situación es menos que aceptable. De pronto, suena la alarma porque al ministro Wert le organizan el aquelarre los separatistas catalanes, con el coro de auxilio de socialistas y comunistas (estaba cantado: no hay boda sin la tía Juana), solo atentos a desgastar al Gobierno actual, al precio que sea. Como si el señor Rajoy necesitase de ayudas para hundirse y hundirnos. Qué sorpresa: en Cataluña no se puede estudiar en español (y en Baleares, Valencia y Galicia, gobernadas por el PP, con dificultades y no siempre), como también es un hallazgo prodigioso que CiU sea un grupo separatista, si bien la única respuesta que se le ocurre al presidente del Gobierno, ante el asalto navajero al Estado, es pedir «diálogo» con quienes juran desacatar a los tribunales y las leyes (una vez más) mientras destituye a un general –sin mando de tropas y que pide atenerse a la Constitución– siguiendo, también en esto, la huella de Rodríguez. Y no es menor secreto a voces que todos los gobiernos centrales, desde el 78, han escurrido el bulto para no enfrentarse a la evidencia de lo que sucedía, en aras de pactar cualquier cosa con los separatistas, se necesitara o no, y al coste que fuera, por ejemplo manos libres para erradicar el español de las aulas, la administración y la vida social. Nadie sabía nada, nadie se responsabiliza de nada (acciones y omisiones), basta con plañir ahora por la deslealtad de los púdicamente denominados «nacionalistas»: los medios de comunicación informaban poco y mal, las sentencias –poquitas y selectivas– del Supremo y el Constitucional estaban condenadas a la inoperancia habitual en nuestra Justicia, sistemáticamente desacatadas sin consecuencia alguna. El Reino de Tócame Roque. Y, de repente, gran sorpresa, los separatistas son separatistas.
Hace unos cuantos años, más de quince, presencié en Cayo Coco (Cuba) una escena para destacar en la antología de mamarrachadas de palurdos: un catalán exigía que le entregaran, redactado en francés, el manualito de instrucciones de funcionamiento del hotel, que aparecía en inglés y… español, y como el tipo no dominaba la lengua de Shakespeare acudía a la de Molière, pero lo decía perfectamente en la de Quevedo, con perplejidad infinita del empleado cubano, cuya desbordante fantasía caribeña no alcanzaba a imaginar los grados de estupidez a que puede conducir el odio. Y eso que no vio a Montilla (Córdoba) hablando con Chaves (Ceuta) por medio de un traductor. Todos sabemos de ejemplos similares desde hace años: «Ustedes, los gallegos, se han vuelto locos», me escribía hace más de veinte años un amigo, funcionario paraguayo, que había recibido en Asunción una carta de una institución catalana redactada en inglés; o al Instituto Cervantes de El Cairo llegaba una misiva de una universidad catalana, en mal inglés, ofreciendo sus servicios para enseñar… español; o en este o aquel ayuntamiento de Andalucía o Murcia se encrespaban los ánimos porque desde un municipio catalán les escribían no ya en catalán, que habría sido mero infantilismo chovinista, sino en inglés, obedeciendo la consigna más ofensiva de todas las posibles, razón por la cual insisten en ella.
Entre graves comparsas y estudiantinas que entonan marchosas coplas el día de entrega del Cervantes para arropar la retórica oficial, nuestra lengua común no importa a nadie. Prestar un micrófono a un español para que hable, o un telefonillo para que se solace mandando SMS, es una operación de alto riesgo: faltas de ortografía, trabucamientos chistosos, logomaquias, imposibilidad de que hile dos frases con un cierto sentido lógico, huelga salvaje de concordancias de género y número, incoherencias y saltos arbitrarios en el discurso, cursilerías de los políticos a base de galicismos, pavorosos por innecesarios («poner en valor», «por contra», «Fulano viene de ganar X»), un elenco de instrumentos de tortura que patentiza la ignorancia del hablante tanto como la pésima instrucción pública (y privada) que reciben niños y jóvenes y la incuria, revestida de libertad, que aísla y margina a quienes –ilusos– intentan hacer las cosas bien. En otras lenguas (árabe, inglés, francés, alemán) se conoce la clase social en cuanto se abre la boca; en España (no digo en todo el mundo hispanoparlante) los de arriba se jactan de populacheros y desde el siglo XIX es una gracia hacerse el majo. Campechanismo mal entendido para encubrir la chapuza hasta en el habla, envuelto todo en el efecto letal, por multiplicador, de los medios de comunicación.
El señor García de la Concha, director del Cervantes, ha descrito bien la situación: en España se habla de manera zarrapastrosa. Y tiene toda la razón, aunque él mismo podía empezar por no llamar «La Colonia» a la época virreinal en Indias y que –como sabe perfectamente– nunca tuvieron un status jurídico colonial ni, en español, se denominaron colonias, expresión despectiva tomada, más tarde, por allá, del inglés. Pero esto es secundario, el problema central nos lo describe bien el Inca Garcilaso de la Vega, al referir la despreocupación y negligencia de los españoles en la enseñanza de la lengua a los indígenas americanos: «Havia tan poca curiosidad [hacia 1560] en aprender la lengua española y en los españoles tanto descuido en enseñarla, que nunca jamás se pensó en enseñarla ni aprenderla, sino que cada uno dellos, por la comunicación y el uso, aprendiese del otro lo que conviniese saber», apuntando a una pasmosa similitud con lo que acaece ahora mismo en Cataluña (aprender de oído y de cualquier manera). Bien es cierto que la Corona y la administración en Indias intentaron castellanizar a los indígenas… mandando cédulas a virreyes, oidores, secretarios, etcétera, pero la renuencia de la Iglesia fue decisiva para retrasar el proceso: son bien expresivos los escritos del jesuita mestizo Blas Valera o los del también jesuita P. José de Acosta, en radical y absoluta oposición a que se enseñara castellano a los indios, mezclando paternalismo, intereses pastorales y –sin duda, aunque no lo digan– los intereses particulares de curas y frailes que, al conocer un lenguaje local, se erigían en imprescindibles intermediarios entre la comunidad indígena y las autoridades virreinales, a la par que convertían los curatos en cotos cerrados donde solo podían entrar los conocedores de los idiomas locales (método también usado en Cataluña para eliminar la competencia de manchegos y asturianos: está todo inventado). El fracaso de la burocracia en sus pretensiones de enseñar español a los indígenas fue simultáneo al triunfo de los eclesiásticos impidiéndolo, con la Corona, eterna indecisa, en el fiel de la balanza, hasta Carlos III (Cédula de Aranjuez, 10 de mayo, 1770), quien, precisamente, informado por obispos ilustrados (v. g., el de Oaxaca), comprendió la imperiosidad de castellanizar a la población toda. Pero ya era tarde, y al iniciarse las independencias, en 1810, la mayor parte de los hispanoamericanos no hablaba español, obra que sí acometerían los criollos victoriosos.
Pero volvamos a Wert y sus buenos propósitos. Es imposible que ignorase la oposición que le aguardaba: de los separatistas y de la autotitulada izquierda, que se considera propietaria de la enseñanza y única con derecho a destrozarla, como han hecho desde 1983, concienzudamente y sin misericordia, en todos sus niveles. Me temo que a Wert no le van a permitir sacar nada en limpio, pero no ya separatistas y progres, sino sus propios conmilitones, jamás dispuestos a cerrar el paso al secesionismo (Aznar fue una rara avis, y aun habría que matizar según los casos). El profesor Rodríguez Adrados escribía en esta misma página con motivo de una sentencia del Tribunal Constitucional: «Esa sentencia debería ser un comienzo. La piedra de toque es esta: ¿va a haber enseñanza en castellano para todos, aparte de la que haya en catalán? Que aceptaran esto las autoridades de Cataluña sería una prueba de buena voluntad». El artículo tiene fecha de 24 de enero de 1995: fuerza es reconocer que la eficacia de nuestros políticos corre pareja con su diligencia. O con su honradez para cumplir promesas. A elegir.
Queridísima Irene,de bordearía nada de nada, suponer es mucho suponer cuando tú estas hablando de idiomas, el castrapo es un mal dialecto del gallego no un idioma, por eso nunca pude pensar que cuando dices que utilizas otro idioma distinto para entenderte con el prójimo y lo entiendes te referías a eso.
Hablar con propiedad es una de las carencias de gente de hoy, y todo este galimatías està bien analizado por este insigne arabista, con màs luces que las que no enciende nuestro moderno y joven cantaautor.
En ningún momento me he referido al castrapo. Yo me refiero a que dos personas pueden entenderse aunque una hable en castellano y la otra en gallego. Es una situación que se da mucho en esta tierra y yo lo veo normal y correcto.
Irene ,querida, feliz año nuevo . Si alguien te habla en «gallego » , no en gallego normalizado, o castellano galleguizado , no te enteràs. Algunos dicen que se entienden con el portugués o el brasileiro, pero sólo,basta estar en Lsboa o Brasilia, y no se entiende ni papa.
De todas formas si tú los entiendes me alegro mucho, pero todos los idiomas son diferentes , idiomas , no dialectos .
Desconozco qué es lo que considera usted gallego y qué no, pero le diré que el gallego normativo es un idioma y no un dialecto, para empezar. Es un hecho reconocido. Pero si se refiere al que se hablaba antes de que vinieran los que intentaron, e intentan aún, hacerlo desaparecer le diré que sí, que también lo entiendo. Y si se refiere a lo que llaman el gallego lusista o gallego-portugués, pues si, también lo entiendo. Lo que no alcanzo a entender es a que viene este debate sobre idiomas y dialectos, ya que en el caso que originó el artículo hay algo muy claro: las dos partes mantienen una conversación y se entienden perfectamente hablando cada una en un idioma diferente. No veo entonces por qué no pueden conversar utilizando cada una un idioma. Pero dire más. Aunque una de ellas utilizase un dialecto, sería de la misma opinión.
Querida Irene, nuevamente te deseo un feliz año,y muy buenos reyes. Como veo que no nos es posible acercar opiniones sobre el uso del lenguaje, y que esta disputa se puede alargar en el tiempo, no tengo màs remedio que darte la razón, dos personas que hablan distintos idiomas se entienden a la perfección, aunque sea por gestos.
El empecinamiento en no reconocer la realidad de la vida en Galicia , lleva a estas consecuencias. El autor del artículo utiliza cuando quiere palabras portuguesas que nada tienen que ver con el idioma gallego, y yo las entiendo como entiendo el verdadero gallego y el castrapo, pero se distinguir lo que es un idioma , un dialecto y un » fake», es decir una mixtura de español y gallego que ni es idioma ni dialecto ni lengua por mucho que así se expresen en esta tierra , parte de sus habitantes y los políticos. Hablando se entiende la gente, pero hablar con propiedad es de lo yo estoy tratando, y ni galicismos , lusismos, ni españolismos son lo màs acertado para dignificar un idioma que aquí y ahora està prostituido y destruido por sus defensores.Saludos Irene y bicos cariñosos.
Para mí la cuestión más importante era la defensa de la elección libre del idioma a utilizar, que además era el tema central del artículo. Por lo que se refiere a hablar con propiedad, que por supuesto también lo considero importante, entiendo que Miguel Alonso utiliza un gallego normativo. La polémica sobre los castellanismos y los lusismos en gallego es extensa y no la vamos a resolver aquí, pero si se trata de hablar con propiedad ¿qué mejor criterio que utilizar la norma del idioma? Aunque por supuesto todo es cuestión de opinión. Dejemos entonces aquí el asunto.