José Carlos Enríquez Díaz
El 60º aniversario de Cáritas Diocesana de Mondoñedo-Ferrol se presenta no solo como una fecha para rememorar, sino como un testimonio palpable de un compromiso constante y renovado con la caridad viva, esa que Jesús nos enseñó con su mandato: “Dadles vosotros de comer”. Más allá de una mera organización, Cáritas es la expresión concreta del amor de Dios hecho comunidad, un espacio donde la esperanza se transforma en acción y donde la dignidad humana es el pilar fundamental.
Como bien señala el obispo Fernando García Cadiñanos en su carta, aunque esta efeméride marca seis décadas de estructuración formal, la misión de la caridad en la Iglesia mindoniense es una historia que se remonta mucho más atrás, tejida con innumerables gestos de amor y entrega en favor de los más vulnerables. La huella más significativa es la que deja el amor, y eso es precisamente lo que Cáritas representa: un motor de acogida, integración, promoción y desarrollo humano.
Este aniversario llega en un contexto especial, coincidiendo con el año jubilar, una invitación a renovar la esperanza en medio de tantas dificultades que enfrenta nuestra sociedad. Cáritas se convierte así en un faro que confirma que la fe activa transforma la realidad, que la comunidad creyente puede ser un refugio y una fuerza que acompaña, arropa y sana. No es sólo asistencia material, es un ejercicio de evangelización profunda, una misión que busca dar vida plena a cada persona y reivindicar un mundo más justo y fraterno.
Lo que emociona particularmente es constatar cómo, a lo largo de estas seis décadas, Cáritas no ha permanecido estática. En palabras del obispo, aunque la esencia de la caridad permanece, la forma se ha ido adaptando para responder a las nuevas necesidades del territorio. Ya no basta con atender la pobreza material como una realidad aislada; hace falta ofrecer caminos de integración que respeten la dignidad, que procuren trabajo, vivienda y acceso a la ciudadanía plena. Esa evolución muestra una madurez social y humana, un compromiso que va más allá del socorro urgente para entrar en la construcción de un proyecto de vida integral.
Es fundamental destacar, además, la importancia de la comunidad que sostiene a Cáritas: desde los sacerdotes, voluntarios, agentes profesionales hasta los socios y donantes. Cada uno de ellos es un engranaje vital en esta historia de fe y esperanza. La frase del obispo “¡Oléis a Evangelio!” no es sólo un cumplido, es un reconocimiento sincero al testimonio vivo de quienes hacen de su vida una acción de amor que engrandece y dignifica.
Este llamado a seguir juntos es un reto y una bendición. Cáritas Diocesana de Mondoñedo-Ferrol no sólo celebra un pasado valioso, sino que mira con esperanza y responsabilidad hacia el futuro. La invitación es a continuar siendo agentes activos que iluminen las sombras de la exclusión, que despierten la conciencia social, y que mantengan viva la llama del amor y la solidaridad en tiempos que exigen respuestas comprometidas y humanas.
En definitiva, este 60º aniversario es una ocasión para renovar el compromiso con una caridad que construye, educa, acompaña y transforma. Un compromiso que no puede limitarse a palabras o eventos, sino que debe trascender en acciones concretas que respeten y promuevan la dignidad de cada ser humano. La tarea es grande, pero la fuerza de la fe y el respaldo de toda la comunidad diocesana son el mejor motor para seguir adelante.
Al celebrar este aniversario, recordemos que el auténtico legado de Cáritas es su capacidad para hacer presente el amor tangible en el día a día de los que más sufren. Que esta historia de amor, fe y esperanza continúe creciendo, siendo luz y guía para muchas generaciones más. Felicidades a toda la familia de Cáritas en Mondoñedo-Ferrol, por estos 60 años de entrega sincera y ejemplar. Que sigan siendo siempre el corazón generoso que late fuerte en la Iglesia y en la sociedad.
Al culminar estas palabras, quiero expresar un agradecimiento profundo y sincero al obispo Fernando García Cadiñanos. Gracias por tu cercanía y liderazgo constante, por sostener y animar la misión de Cáritas, por tu valentía al apuntar siempre hacia lo más trascendente: el amor y la justicia. Tu testimonio nos empuja a creer y a construir una comunidad donde nadie se sienta excluido ni olvidado.
Tus gestos y tus palabras son faro de esperanza para quienes navegamos entre la fragilidad y el deseo de servir. Has sabido inspirar a tantas personas para que cada día Cáritas se parezca más a lo que Jesús soñó. Gracias por guiarnos y por recordarnos con tu vida y tu ejemplo que el Evangelio se vive sobre todo en las pequeñas acciones diarias, en la defensa de la dignidad de cada persona y en el sembrar esperanza desde la fe.
Que Dios te conceda fortaleza y alegría para seguir siendo pastor y hermano entre nosotros. De corazón, ¡gracias por enseñarnos el arte de amar y por construir entre todos una Iglesia que huele a Evangelio!