Los algoritmos del Tzahal-( Enrique Barrera Beitia )

Enrique Barrera Beitia

La inteligencia israelí creía saberlo todo, pero no avisó del descomunal ataque terrorista perpetrado por las milicias armadas de Hamas el 8 de octubre de 2023, que costó la vida a 1.400 israelíes y el secuestro de otras 252 personas, que en su mayoría han muerto o morirán en el cautiverio. Israel tenía por lo tanto el derecho a intervenir militarmente en la franja de Gaza para liberar a los rehenes y destruir a Hamas, una organización terrorista
que en 2007 liquidó por las armas a la Autoridad Palestina. Desde 2006 no se han celebrado elecciones en Gaza.

El gran problema es que la operación militar se ejecuta sobre una zona con altísima densidad demográfica, lo que necesariamente tiene que provocar víctimas civiles inocentes. Lo que cabe esperar en estos casos es que, sin arruinar los objetivos estratégicos, se aplique el máximo esfuerzo de contención en el uso de la fuerza. El ejército israelí, en adelante Tzahal, lleva años actualizando planes para intervenir en Gaza, conoce los centros de mando, puestos de resistencia, túneles subterráneos y residencias de Hamas, y sus algoritmos preveían que para matar a un miliciano armado era inevitable la muerte de tres civiles, pero en febrero de este año la prensa israelí publicó un
informe reservado del Tzahal, que aseguraba haber matado a 12.000 milicianos de Hamas, y a 58.000 civiles, una ratio de 5 a 1.

Resulta obsceno reducir personas muertas a puras cifras relacionadas con algoritmos militares, pero son importantes para determinar la voluntad real del gobierno de Netanyahu. La disidencia israelí, que a fecha de hoy es muy minoritaria, afirma que se ha dado carta blanca a los comandantes que operan en la franja, generando en las unidades desplegadas protocolos de combate distintos. Esto puede explicar que nada menos que 26.000 de los 529.000 soldados movilizados, estén recibiendo tratamiento por estrés postraumático.

Recordemos que el concepto genocidio define el intento de eliminar total o parcialmente a una etnia o colectivo de cualquier naturaleza, persiguiendo un fin espurio. Destruir a Hamas no lo es, pero tantas víctimas civiles apuntan a la voluntad de causar un daño mayor que el necesario para el cumplimiento del fin lícito. Las posibilidades de calificar como genocida al gobierno de Netanyahu, aumentan si se documenta que hubo muertes ocasionadas por una restricción en la entrada de alimentos y medicinas, además de ser notoria su intención de anexionarse la franja, y haber pedido infructuosamente a Egipto la cesión en alquiler de parte de su territorio en la península del Sinai para asentar allí a los gazatíes.

Lamento haber acertado con lo que vaticiné en un artículo que publiqué aquí en 2021, titulado “Israel, Palestina y las tres opciones”. De momento no digo nada más, porque con esto quedo mal con todos, con unos porque me paso y con otros porque no llego.

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Un comentario

  1. La última frase «no digo más porque quedo mal con unos y con otros» ya lo dice todo.
    La equidistancia ante los crímenes de guerra, que según este opinador están por documentar (ignorando tantas imágenes que nos angustian y aterrorizan desde hace meses a la gente decente) le convierten en uno de ellos.

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