Este sábado, día 13 de septiembre, la catedral de Mondoñedo se vistió de fiesta grande para acoger la ordenación sacerdotal de Iván Darío Trujillo Valencia, diácono de nuestra diócesis. La ceremonia estuvo presidida por el obispo Fernando García Cadiñanos, acompañado del P. Luis Ángel de las Heras, CMF, obispo de León y anteriormente de nuestra diócesis, que fue el que acogió a Iván Darío en sus primeros años de seminario. Junto a ellos concelebraron un buen número de sacerdotes del presbiterio y otros venidos de fuera. También ocupaban un sitio de preferencia los formadores y seminaristas del Seminario Interdiocesano de Santiago de Compostela.
La catedral estaba abarrotada con fieles de toda la diócesis venidos de los diferentes rincones donde Iván Darío ha venido desarrollando su proceso vocacional: Ferrol, Burela y actualmente Vilalba. También hubo un grupo numeroso de las parroquias que le han sido recientemente encomendadas en la UPA de Guitiriz, Begonte y Saavedra. La parte musical corrió a cargo del coro parroquial de A Devesa y un grupo de monaguillos del Colegio Cristo Rey de Ferrol también se hizo presente.
Durante la celebración tuvieron lugar los diferentes momentos del rito de ordenación: las promesas, las letanías de los santos, la imposición de manos y la oración de ordenación, la vestición, unción de manos y entrega del pan y del vino. Todos estos momentos fueron vividos con gran emoción por parte de Darío y sus familiares, que estaban en primera fila.
Durante la homilía, el obispo diocesano comentó que era una ordenación especial al celebrarse en un año jubilar dedicado a la esperanza: “Eres hoy peregrino de esperanza para esta Iglesia diocesana y has de llevar la esperanza a tantos rincones de nuestra tierra”. Después invitó al ordenado a sentirse llamado, convocado y enviado: “Una llamada que nace del amor y que ha de mantenerse enviado en el amor, como Jeremías. Que la imposición de manos te recuerde que eres propiedad de Dios pero también que el Señor te protege en tu fragilidad”. Junto a ello, “el sacerdote siempre es «con»: con Dios, con el obispo, con el presbiterio, con la Iglesia diocesana. Sentir y trabajar el acompañamiento para que en tu corazón quepan todos”, Por último, la palabra que desarrolló fue “enviados”: “Enviados a construir el Reino, a llevar la paz tan necesaria en estos días, a servir desde abajo. La unción de las manos es un gesto precioso que te recuerda que tus manos son de Cristo”. Porque, recordando a Pablo VI, le dijo: “El sacerdote no es una dignidad personal, está destinado a la Iglesia, a la comunidad, a los hermanos, está destinado al mundo”.
En su intervención, Ivan Darío se dirigió a todos los presentes agradeciendo el apoyo y la oración y pidiendo que sigan acompañándole en su misión “de llevar a Cristo a todos”. Al finalizar la ceremonia el neosacerdote recibió la felicitación de todos los asistentes