Pepe Fernández del Campo (*)
En un momento en que Galicia avanza hacia una economía más interconectada, Ferrol permanece al margen del mapa logístico nacional y europeo. La progresiva degradación del servicio ferroviario —culminada con la reciente supresión del único tren directo con Madrid— no es un hecho aislado, sino el reflejo de una ausencia prolongada de inversiones en conectividad e infraestructuras de transporte y logística. Para revertir esta situación, la creación de un Puerto Seco no es solo recomendable, sino absolutamente necesaria.
Un Puerto Seco es una terminal situada en el interior, conectada por tren o camión al puerto marítimo, donde se pueden realizar trámites aduaneros y operaciones logísticas sin estar en el puerto físico. Permite trasladar productos utilizando distintos medios de transporte —como el tren y el camión— sin tener que manipular la carga, lo que reduce costes, acelera los plazos y mejora la eficiencia. Además, descongestiona las dársenas y acerca la logística internacional a zonas del interior con potencial industrial o comercial.
A diferencia de un puerto marítimo convencional, su eficacia no depende de estar en la costa, sino de su integración en redes logísticas, de sus conexiones por carretera y ferrocarril, y de su capacidad para ofrecer soluciones competitivas a empresas que necesitan mover mercancía a gran escala. Actúa como un nodo avanzado del sistema portuario, alargando la influencia del puerto a centenares de kilómetros tierra adentro.
La nueva conexión ferroviaria al puerto exterior de Caneliñas, ya en fase avanzada de ejecución, abre una ventana de oportunidad estratégica. Bastaría con proyectar un ramal hacia una zona industrial próxima, como Leixa o As Pontes, para instalar un Puerto Seco plenamente operativo. Esto activaría el hinterland portuario —el área interior desde la que se genera o recibe carga— y transformaría a Ferrol de ciudad terminal en nodo logístico del noroeste, ampliando su radio de acción hasta Castilla y León, Madrid o el eje atlántico portugués.
El impacto económico sería inmediato: creación de entre 600 y 1.200 empleos directos e indirectos, llegada de operadores logísticos, reactivación de suelo industrial y reducción de costes para las empresas locales. Además, el aumento del tráfico ferroviario de mercancías impulsaría también la recuperación de servicios de pasajeros, incluyendo la tan demandada conexión directa con Madrid y enlaces con León y Valladolid.
Galicia ya cuenta con un ejemplo operativo, el Puerto Seco de Salvaterra de Miño, vinculado al puerto de Vigo a través de la plataforma Plisan. Esta infraestructura demuestra que el modelo funciona en nuestro territorio, mejorando la competitividad portuaria y acercando la logística internacional al interior gallego. Ferrol, con un puerto exterior de mayor calado, conexión ferroviaria avanzada y disponibilidad de suelo industrial, está en condiciones de replicar —e incluso superar— este modelo si se le brinda el impulso institucional necesario.
Ferrol no reclama privilegios, solo igualdad de condiciones. Pero falta una pieza: el Puerto Seco, una infraestructura clave que le permitiría convertirse en un verdadero nodo logístico. Su ausencia, unida al deterioro de la red ferroviaria, limita gravemente su competitividad, justo cuando otras ciudades refuerzan sus conexiones y captan inversiones. No se trata de una quimera, sino de replicar lo que ya ha funcionado en Zaragoza, Burgos, Sevilla o Salvaterra. El modelo existe y los resultados están contrastados.
Si la Xunta, Puertos del Estado y el Ministerio de Transportes creen de verdad en el equilibrio territorial y el desarrollo de Galicia, deben actuar con urgencia. Si Ferrol sigue fuera del Corredor Atlántico, si continúa sin Puerto Seco y sin trenes, la historia no absolverá a nadie. Porque el futuro no se espera, se construye. O se pierde.
(*) Profesor de Máster. Doctorando en IA Gen para la Internacionalización de Empresas