Enrique Barrera Beitia
Con motivo de haber rebasado el ecuador del mandato municipal, el gobierno local ha hecho balance de gestión recalcando licitaciones de obras y otro tipo de inversiones por 205 millones, pero cuando envío este artículo a Galicia Ártabra, en la Plataforma de Contratación del Sector Público aparecen sólo 80, incluyendo la parte proporcional del contrato licitado de recogida de basura, que es por diez años.
Al margen de cualquier “contabilidad creativa”, la realidad, es que todavía no hay obras nuevas de cierta relevancia en proceso de ejecución, porque lo que realmente dice el gobierno municipal es “vamos a hacer”, y no “ya estamos haciendo”.
Es un hecho que en el día a día afloran errores en cuestiones que no parecen especialmente complicadas, como la proliferación de ratas por no suscribir el contrato de desratización, la incapacidad para adecentar el estacionamiento del Sánchez Aguilera o que con el inicio del calor hayan empezado a llenarse las playas sin socorristas. Incluso en un tema en el que el tópico beneficia supuestamente a la derecha, como la seguridad, es evidente que en nuestra ciudad empiezan a ser de uso común las noticias sobre peleas y agresiones.
Tampoco está funcionando la reutilización de determinados activos infrautilizados, como el centro comercial Porta Nova en el Inferniño. Era el lugar idóneo para ubicar el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal), porque ocupando el centro del barrio, lo dinamizaría y permitiría reabrir el aparcamiento subterráneo. Por desgracia, esta propuesta que venía del anterior gobierno local y ya parecía cerrada, ha sido rechazada sin más, de manera que el citado servicio se instalará finalmente en la primera planta del edificio de Correos, en una zona de la ciudad que no necesita ser favorecida.
También hemos conocido el estallido de una grave crisis en la agrupación local de Protección Civil con la dimisión de su presidente, acusando al concello de imposibilitar su trabajo por falta de respuesta, y denunciando la utilización de sus medios de forma oportunista cuando resulta conveniente para los intereses del gobierno municipal. Cualquier ferrolano que tenga memoria tendrá que agradecer el trabajo de estos voluntarios durante la pandemia del coronavirus, llevando medicamentos, comida y otros productos a los que no podían salir de sus viviendas, incluyendo aquellos que habían contraído la enfermedad. Honradamente, no creo que el PP haya querido forzar esta dimisión para hacerse con su control, sino que se trata de simple desidia, y es que esta peculiar dinámica de trabajo parece indicar la existencia de concejalías de primera y de segunda categoría, con la consiguiente asimetría de tratamiento y asignación de recursos a las diferentes áreas de trabajo.
Vuelvo a reiterar mi respeto a todos los integrantes del gobierno local, porque cuando se comenta la vida municipal hay que escapar de los insultos y de las valoraciones peyorativas, por injustas y contraproducentes para la vida democrática. Dicho esto, vuelvo a insistir en lo que decía en artículos anteriores: el trabajo del actual gobierno local tiene un amplio margen de mejora.