Trump no está loco- ( Enrique Barrera Beitia )

Enrique Barrera Beitia
Cuando un político no nos gusta decimos que está loco, y Donald Trump es firme candidato a recibir este término. Este personaje se las arregla para acaparar todos los días los titulares de la prensa, y el eje central del debate es ahora mismo el impacto de los aranceles que impuso el pasado 2 de abril. Pues bien, aunque sorprenda lo que voy a decir, veo en esta decisión una lógica coherente aunque sin garantías de éxito, que no es lo mismo que decir que está abocada al fracaso.

El presidente de EE.UU puede ser un narcisista pero no es un loco, y sabe perfectamente que su iniciativa acarreará una notable pérdida del nivel de vida de los estadounidenses incluyendo a sus propios votantes, por lo que hay que interpretar que los aranceles son el arma para negociar compensaciones a cambio de su retirada, como ya lo advirtió a las veinticuatro horas de imponerlos: “Estoy dispuesto a retirarlos si me ofrecen algo sensacional”.

¿Cuales son esas ofertas sensacionales que Donald Trump ansía recibir?
En contra de lo que se dice en las tertulias televisivas, el primer objetivo de Trump no es reindustrializar el país, así que si una multinacional le pide levantar los aranceles a cambio de trasladar a territorio estadounidense una parte de la producción, podrá haber un acuerdo, pero lo que realmente desea el presidente estadounidense es refinanciar el 80% de la deuda nacional (bonos, letras y obligaciones) que está en manos de países extranjeros, una especie de quita alargando los plazos de pago y fijando unos intereses por debajo de la inflación prevista.

Como devaluar el dólar y reducir el gasto público, que en EEUU es relativamente pequeño, no soluciona el problema, Donald Trump ha considerado necesario provocar este terremoto para negociar, y desde esta perspectiva este plan tiene su lógica.
Tengamos en cuenta que EEUU tiene una deuda de 36 billones de dólares, nada menos que el 125% de su PIB, y que el pago de sus intereses supera ya el presupuesto de Defensa. Concretamente, Donald Trump quiere refinanciar este año 9.2 billones de dólares, de los que vencen 2.3 (el 8.2% de su PIB). Es como si España tuviera que pagar 132.840 millones en vez de los 32.850 previstos y presupuestados.

Hay quien resta importancia al tamaño de la deuda, porque EE.UU está endeudado en su propia moneda y no hay límites claros a la fabricación de dinero por la Reserva Federal. En los últimos años, su gobierno sólo ha recaudado dos tercios de su presupuesto financiando el tercio restante con deuda. Así las cosas, queda la opción de imponer impuestos a las grandes fortunas y a las multinacionales, pero esta medida suena demasiado izquierdista, y si no lo ha hecho el Partido Demócrata menos lo hará el Republicano.

Incluso hay economistas estadounidenses que afirman, como quien no quiere la cosa, que no pasaría nada grave si EEUU practicara un impago selectivo, y esto podría ocurrir si no hay el acuerdo que busca Trump.

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