«Hoy es Miércoles de Ceniza. En una sociedad de signos, donde estos son tan importantes, la comunidad cristiana comienza con un gesto que es, a la vez, personal y comunitario. Sobre nuestras cabezas derramamos un poco de ceniza como un signo externo que nos visibiliza simultáneamente en un deseo y sentimiento interior: somos frágiles y pecadores, necesitamos la conversión, es hermoso saborear de nuevo la misericordia restauradora de Dios. El gesto de la ceniza expresa todas estas claves, acogiendo así la tradición ancestral de tantas tradiciones religiosas que se echaban ceniza como signo penitencial».
«Los cristianos comenzamos con este gesto un camino que nos conduce a la Pascua. Tras el carnaval, que ha llenado de actividades nuestras calles y plazas, el gesto de la ceniza nos invita a meternos en la difícil interioridad y ponernos ante el espejo de la pregunta sobre quién soy».
«Reconocemos que es más fácil la extroversión que la aventura de crecer interiormente, aunque lo necesitamos como la lluvia. Vivimos en una sociedad que dificulta crecer interiormente y, consecuentemente, nos aboca a sentirnos huecos, vacíos, deshabitados. En ese recorrido cuaresmal que concluye en la Pascua se nos invita fundamentalmente a mirarnos hacia dentro con una nueva luz: y, de esta manera, nos descubrimos amados, llamados, habitados, invitados a la vida en plenitud, enviados. Percibirse así transforma la vida, la llena de sentido y de esperanza, la descubre plena y gozosa. Así se siente el corazón del cristiano cuando ha recorrido este largo caminar y se abre a gozar con la aurora del domingo de la Pascua».
«El signo de la ceniza va acompañado tradicionalmente de algunas prácticas que lo refuerzan y lo llenan de sentido. La oración nos ayuda a que nuestra interioridad no se convierta en un ensimismamiento pietista que nos narcotice, sino que se convierte en un diálogo y encuentro con el otro que nos conoce, nos acompaña, nos guía y nos desborda. El ayuno nos invita a renunciar a lo superfluo y a lo que nos degrada, para ser y recorrer los caminos de la auténtica libertad que nos plenifica. La limosna nos abre a los necesitados,despertando nuestra mirada con aquellos con quienes diariamente compartimos nuestra existencia, repartiendo nuestros bienes y nuestra vida en la construcción de un mundo más fraterno y humano».
«Son estas prácticas tradicionales, más modernas de lo que habitualmente pensamos, las que nos permiten avivar nuestra esperanza y generar caminos de auténtica esperanza. Esa esperanza que tanto necesitamos y que se enraíza en el fin de nuestro camino cuaresmal: la fiesta de la Pascua. Porque, como nos recuerda el papa Francisco: «La esperanza cristiana consiste precisamente en esto: ante la muerte, donde parece que todo acaba, se recibe la certeza de que, gracias a Cristo, a su gracia, que nos ha sido comunicada en el Bautismo, la vida no termina, sino que se transforma para siempre».
«La ceniza es una llamada a la conversión. En ese sentido, el Papa, en su mensaje para la Cuaresma de este año, nos invita a descubrir algunas llamadas a la conversión que nos harán muy bien. La primera, a sentirnos peregrinos, caminantes: es importante no detenernos, hacer un proceso de liberación y de camino hacia la libertad y la misericordia. A veces nos detenemos en nuestra zona de confort y no nos aventuramos a salir en busca de nuevos proyectos personales y comunitarios de encuentro con Cristo y de evangelización».
«La segunda, a reflexionar sobre nuestra capacidad de acogida, de trabajo conjunto y comunitario, de sinodalidad. En una sociedad individualista, la Cuaresma es tiempo para redescubrir la importancia de acoger a todos, de cuidar la comunidad y caminar juntos en Iglesia. Por último, la de edificar un mundo desde la esperanza: esto es, desde la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna, que impulsa en un decidido compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común.»
«Un buen camino para recorrer y hacerlo juntos. Este es mi deseo».
Tu hermano y amigo
Fernando García Cadiñanos
Obispo de Mondoñedo-Ferrol