Julia María Dopico Vale
“Arte soy entre las artes y en el monte, monte soy”
El pasado 28 de enero se conmemoraba en Cuba el 172 aniversario del natalicio del más universal de los cubanos, José Martí, cuyo espíritu independentista le valió la vida en la Guerra de la Independencia con dos balazos que acabaron con ella siendo su cadáver conducido a Santiago de Cuba “con el fin de convencer a la gente de la certeza de haber sido muerto tan renombrado jefe insurrecto” no sin antes que el coronel Sandoval se pronunciase: “Los militares españoles luchan hasta morir, pero tienen consideración para el vencido y honores para el muerto”, siendo estos mismos militares que le dieron muerte los que costearon la lápida del nicho del que hoy es considerado Héroe Nacional de Cuba donde no deja de recordársele, como también se recuerda su literatura: publicaciones diversas ( discursos, cartas…), ensayo, novela y poesía, siendo considerado uno de los iniciadores del modernismo latinoamericano que buscaba cambiar las reglas y normas establecidas por España en las letras .
Hoy su obra es un referente, un clásico y por tanto de plena vigencia, resultando de especial sensibilidad poemas como La niña de Guatemala, Con la primavera, Dos Patrias o Cultivo una rosa blanca, cuyos versos sublimes contienen el significado de paz por su blancura y el símbolo de patriotismo y rebeldía que encontramos también
en la mariposa blanca, decretada flor nacional de la isla.
Menos conocida es la relación de Martí con la música que como escribe Grisel Chirino “palpitó en su corazón”, admirando a compositores como I. Cervantes o J. White, sin poder imaginar que sus versos se “volviesen canción” en autores como Amaury Pérez, Pablo Milanés, Sara González, José Fernández Díaz ‒” Guantanamera” ‒ o yo misma, que le venero.
Tan solo ahora quiero apuntar que el padre de Martí nació en Valencia (España) y su madre en las Islas Canarias. ¡Qué decir!. Cosas de hermanos.