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José Manuel Otero Lastres
Cuando alguien ve en un desfile militar que todos los de la compañía van en la misma dirección y solo hay uno que va en sentido contrario, lo lógico es pensar que todos van bien menos en que va en sentido inverso.
En una democracia asentada, como es la nuestra, que tiene algo más de 46 años de ejercicio, hay pocos enemigos de la democracia. No niego que haya algún dirigente político que plantea cuestiones anticonstitucionales. E incluso que haya alguien que da mucho más de lo que puede en todos los ámbitos por mantenerse en el poder.
Lo que resulta extraño es que los que estén en el poder no dejan de ver auténticos enemigos de la democracia no en ellos mismos, sino sectores que lo único que demuestran es que les ha ido bien en la vida.
Así sucede con nuestro presidente que “ha hecho un llamamiento para que Europa se «rebele» contra la «tecnocasta» de Sillicon Valley», en referencia a las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos, que a su juicio están utilizando su poder «omnímodo» sobre las redes sociales para controlar el debate público.
¿No sería mejor que uno mirara a todos los lados, incluido a si mismos, para ver a los que hacen propuestas poco democráticas?
