El «presimiente durafez» (2ª parte)-(Juan Cardona)

Juan Cardona Comellas-juan@juancardona.es

Hemos estado todo el día pendiente de que 8.200 militantes de ERC decidiesen el futuro de un total de más de 45 millones de españoles (excluyendo de la población total la correspondiente al País Vasco y Navarra). De esos catalanes «elegidos», siguiendo la arcaica Ley Electoral censitaria, solo se dignaron a ejercer su voto 6.349 y de ellos lo hicieron afirmativamente el 57%. Conclusión: 3.397 personas decidieron darle al «Presimiente» Sánchez la oportunidad de mantener su sillón a costa de romper el régimen común y entregar «La llave de la caja» a la Generalidad Catalana.

Sin entrar en cuestiones de constitucionalidad, que se las salta a la torera, hay que recordarle al ínclito «Presimiente» que Ley Orgánica de Financiación Autonómica (LOFCA) establece en su artículo 11 los impuestos que pueden ser cedidos a las Comunidades Autónomas y por supuesto no están el total de los impuestos y otros están topados; caso del IRPF o el IVA como máximo al 50%. Del Sociedades, nada de nada. Se necesitará la mayoría absoluta de los señores diputados para modificar esta Ley. Pregunta: ¿Estarán los diputados que apoyan en sus comunidades a los señores Emiliano García- Page y Javier Lambán de acuerdo con la salida de Cataluña del régimen común?, ¿Que harán los demás secretarios generales del PSOE en el resto de la Comunidades? No
solamente habrá que modificar la LOFCA sino otras Leyes fundamentales; como ejemplo la Ley General Tributaria, que en su artículo 1º establece los principios y las normas jurídicas generales del sistema tributario español. ¡Vamos que sus señorías van a tener trabajo! Y si alguno se moja, le facilitamos chubasqueros, ya que otra poltrona no podemos garantizarles.

Toda esta felonía viene acompañada del espectáculo que el caso «Begoña» nos depara cada día. Su amado esposo no consigue separar su propia personalidad de su cargo. Si es citado como tal, responde como presidente de gobierno y no duda en utilizar la Abogacía del Estado para querellarse contra el señor juez instructor Juan Carlos Peinado que lo ha citado como «marido de». Utiliza fondos públicos de todos los españoles que pagamos con nuestros impuestos al utilizar la propia Abogacía que no tiene reparo y encabeza la querella de esta guisa: «La Abogada del Estado, en la representación que legalmente ostenta del Presidente del Gobierno del Reino de España, comparece y, como mejor proceda…». Le acusa de cometer un delito de prevaricación judicial…. No cabe
duda de que ven a su señoría dictar sentencias o resoluciones injustas a sabiendas. Y a todo esto, «llegó la comandanta y mando querellar»: La esposa quiere ser solidaria y también se querella: Ya los pájaros les tiran a las escopetas…

Hay que recordarle al señor «presimiente» lo que describe Plutarco en sus «Vidas paralelas»; cuando el patricio romano Publio Clodio Pulcro se cuela en la fiesta de la Bona Dea (solo de chicas) presidida por Pompeya, la mujer de Julio César, de la que estaba enamorada. Resultado: la famosa frase que soltó Cesar en el juicio contra Clodio: «Mi esposa ni siquiera debería estar bajo sospecha» que se transformó en «La mujer de César no sólo debe ser honrada; además debe parecerlo». Resultado de affaire: el divorcio de la parejita.

Ortega y Gasset marca el camino para enmendarse al señor «presimiente» al popularizar el término «circunstancia» dando un sentido más amplio en filosofía a la expresión «Yo soy yo y mis circunstancias» como: clase social, pertenencia a una familia, el sexo que tenemos o la educación que hemos recibido. ¿Habrá que cambiar «las circunstancias y mejor navegar solo»?

Con todo este batiburrillo, presi, le veo sinceramente con el «chandalito» venezolano interpretando un «Maduro dos» y reunido en petit comité con su antecesor Zapatero y con el profesor Monedero en la isla Margarita; buen sitio para jubilarse.

Última reflexión: ¿Dónde está el PP? ¿En la playa de verano azul?

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Un comentario

  1. Lo más deprimente es que “EL PUEBLO” no podamos hacer nada. Se supone que en una democracia es el pueblo quien decide y no que a posteriori de unas elecciones se alíen con unos o con otros y “nos la den con queso.” Entra entonces una desazón de la impotencia que nos quita la ilusión de prosperar como nación , ocupando el lugar que nos correspondería en el mundo. Triste, muy Triste.