Enrique Barrera Beitia
Hay que agradecer a los veinticinco concejales de Ferrol que guarden la compostura en los plenos, y que formulen las críticas en tono respetuoso, formas que hay que poner en valor en una España cuya “alta política” lleva tiempo instalada en el insulto y el tremendismo.
Dicho esto, vuelvo a llamar la atención en el pausado ritmo de trabajo de un gobierno local que aunque cuenta con mayoría absoluta, parece conformarse con las ventajas e inconvenientes de gestionar el día a día, un ámbito de gestión donde predomina atender las urgencias, que a veces lo son por falta de previsión, y donde se relega los asuntos importantes por falta de tiempo.
El pleno del pasado jueves mostró en mi opinión tres detalles preocupantes. En primer lugar asistimos a la novena modificación de crédito en un presupuesto que no está prorrogado, algo inusual. En segundo lugar, la presentación de un documento denominado Plan de Acción Local que recopila anteriores propuestas, y que se presenta sin las correspondientes partidas económicas.
En último lugar, pero sin embargo lo más grave, es que en el orden del día no había ninguna medida “especialmente” relevante para Ferrol. Yo creía que a estas alturas ya tendríamos algún avance sobre suelo industrial para atraer un proyecto de peso relacionado con la Transición Ecológica, o para reforzar las capacidades de la plataforma logística de nuestro puerto exterior. La estación de radio de Mandiá con sus 130.000 metros cuadrados es el refuerzo más viable a corto plazo, pero la mayoría de gobierno todavía no se ha puesto a trabajar en ello.
Hay que decidir si queremos o no jugar en la misma categoría que Narón y As Pontes, porque por las noticias de prensa, sabemos que el alcalde de esta última localidad lleva tiempo trabajando con varias propuestas industriales en la seguridad de que alguna terminará haciéndose realidad.
Ferrol está en una fase expansiva de la economía que beneficia a Navantia, el Puerto, la Universidad y el Turismo, y la ciudad presenta unas cifras muy mejoradas sobre demografía y empleo. La subida en los precios de la vivienda es un buen termómetro de todo esto, pero las vacas gordas no durarán siempre, y hay que aprovechar esta ventana de oportunidades. El conformismo de hoy será la decadencia de mañana.