José Luís Álvarez
«En la huida a Egipto, el niño Jesús experimentó, junto con sus padres, la trágica condición de desplazado y refugiado, marcada por el miedo, la incertidumbre, las incomodidades», explica el Santo Padre en su escrito señalando que lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad.
Se trata de millones de personas que huyen del hambre, de la guerra, la pobreza y la explotación, entre tantos otros peligros, con el anhelo de buscar un lugar seguro donde poder construir una vida mejor para ellos y sus seres queridos.
Francisco hace hincapié en la importancia de acercarnos a la dura realidad de estas personas «para servirlos», saliendo al encuentro de sus sufrimientos y necesidades, sin caer en los miedos y prejuicios, «tantos prejuicios que nos hacen mantener las distancias con otras personas y a menudo nos impiden acercarnos como prójimos y servirles con Amor”.
«Estamos llamados a reconocer en sus rostros el rostro de Cristo, hambriento, sediento, desnudo, enfermo, forastero y encarcelado, que nos interpela (cf. Mt 25,31-46). Si lo reconocemos, seremos nosotros quienes le agradeceremos el haberlo conocido, amado y servido».
Todo es recogido en textos del Papa Francisco. Pero la pregunta que un “cristiano” se puede y debe hacer…¿Es lógico atacar a esa pobre gente, acusándolos, en el caso actual a los que “algunos” denominan “menas”, de ser cómplices de muertes y dramas?.
¿Es posible que un destacado dirigente político llegue a decir “Quieren amordazar a los españoles mientras están con los enemigos de los españoles, que son los que asaltan nuestras fronteras, nos quieren llevan a la ruina, dividir el país y sembrar el pánico en las calles”?.
Pena de esos “cristianos” incluso de los llamados de comunión diaria que se olvidan, mientras se dan golpes de pecho, de frases como
“Amar a nuestro prójimo es una expresión de amor a Dios.
Ayudar al necesitado es un reflejo del amor de Cristo en nosotros.
Cada acto de bondad que hagamos, será un testimonio de nuestro compromiso con Jesús.
La ayuda a los necesitados es una forma de alabar a Dios.
Una sonrisa puede iluminar el día de alguien y transformar su vida.
El amor al prójimo nos permite experimentar el amor de Dios de una manera tangible.
No podemos amar a Dios sin amar a nuestro prójimo”.
Claro que mucho preocuparse por esos “menas extranjeros, criminales, macheteros,etc” mientras, por ejemplo, lo de la violencia de género les trae al pairo.
Mucha misa, mucha procesión, y muchas gaitas..y aquí me acuerdo del “ande yo caliente, ríase la gente”.
A esos voceros les recomiendo, aunque alguno dirá “¿y a usted qué le importa?”, que se tomen un trankimazin, que se dejen de caudillismos, que se olviden de los Orban amigos de Putin, y que dejen a la mayoría de los españoles en paz y en sosiego. Que por un puñado de votos dejen de marearnos.
Los españoles no estamos para incordios, bastante tenemos con aguantar a quien ya llega a hablar de estado federal ¡madre mía!. Entre unos y otros están tratando de vender a España por un plato de lentejas.
En México a esa gente les llaman “los vende patrias”.