El 19 de junio de 2014 Felipe VI se presentó ante las Cortes en la ceremonia de proclamación con un discurso de “ejemplaridad” que ha ido desarrollando en estos diez años y cuyo objetivo era recuperar la imagen de la Corona. Esa voluntad de transparencia, de la que ha intentado hacer gala dando a conocer incluso su patrimonio personal en 2023 y publicando todos los regalos que recibe como resultado de su actividad institucional, y su defensa de la Constitución y de la unidad de España han sido sin duda las dos principales señas de identidad de esta primera década en el trono.
En aquel primer discurso, Don Felipe sostuvo que el Rey debe “ser símbolo de la unidad y permanencia del Estado”, “respetar el principio de separación de poderes” y mantener la “neutralidad política”.
“Encontrarán en mí a un jefe del Estado leal y dispuesto a escuchar, a comprender, a advertir y a aconsejar y también a defender siempre los intereses generales”, aseguró.
Además, hizo especial hincapié en que “la Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza” y también cumplir con su exigencia de “ejemplaridad” a quienes protagonizan la vida pública. “El Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no solo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de todos los ciudadanos”, defendió.
Aquí viene a cuento la frase de Enrique de Aguinaga “Vale quien sirve”.
Felipe VI hace de su vida un permanente acto de servicio a España, capaz incluso de renunciar a privilegios pero nunca a sus obligaciones. Hasta ahora nos demuestra que está dispuesto a servir a su Paria sin esperar recompesa alguna, sirve a la idea de España y de su integridad, a la de la unidad de todos los españoles.
Diez años de servicio a su pueblo. Diez años entregado a España. Bien merece que alcemos la copa y brindemos ”Por El Rey”.