Fin de Semana en Ferrol. Sugerencias gastronómicas-Restaurante «Caserío Vasco»

Eduardo Castro Pallares y su hija Nuria -Foto cedida
(Según saber y entender de Carlox Román). En pleno barrio de la magdalena de Ferrol, hacia Esteiro, entrada por la Plaza del Callao, en medio de la que quizá sea la  mayor concentración de restaurantes, mesones, casas de comida…y de copas, que tengamos en la ciudad, encontramos un veterano local que atrae desde siempre la mucha atención del público,  tanto por su gastronomía como por su atención, y es el llamado mesón-restaurante  «Caserío Vasco». 
 
Local que regenta ya desde el 1982, ese significado profesional que es Eduardo Castro Pallarés, nacido en Paramo (Lugo), pero ya muy ferrolano, toda cordialidad, conocimiento y experiencia, que junto con su simpática y guapa hija Nuria, y demás empleados, saben mantener esa constante clientela que suele abarrotar el establecimiento, a cualquier hora del día y  ya entrada la noche, incluso con decoración de algunos cuadros de pintores locales, en abierta barra y amplio comedor interior.
 
Eduardo, al que conozco desde hace muchos, lo considero un hombre emprendedor y conocedor del ambiente local. Su experiencia en la cocina es básica y creativa. Abundante diría y generosa en el tapeo. En este acogedor local, el parroquiano descubre una variada carta para todos los gustos: ya de entrantes, suele tener  caldo gallego, callos, sopa de pescado y marisco, croquetas, ensaladas, ensaladilla rusa, salteado de champiñones y gambas, quesos, jamón ibérico… y un suma y sigue, especialmente en paellas marineras, chipirones a la plancha, pulpo, un especial salpicón de rape y marisco, revueltos espinacas y ajetes con gambas, tortillas, ensaladas de anchoas…y para no perderse, en este restaurante familiar clásico y acogedor, pedir por esa boquita toda clase de mariscos, empezando por unas almejas a la marinera, a la plancha, gambas al ajillo, zamburiñas, parrilladas de pescado y marisco…o ese bacalao a la alioli, a la plancha, lubina, lomos de merluza, merluza a la cazuela, a la romana, rape, rodaballo… y ya metidos en carne, convendría probar ese codillo estofado, o el chuletón con patatas panaderas, o las clásicas chuletillas de cordero lechal, la chuela de ternera o unas simples  albóndigas caseras. Claro que para los amantes de verdad de la carne a pedir por esa boca un entrecot a la pimienta con pimientos de Padrón, o un entrecot al Caserío Vasco, especial, filetes de ternera, milanesa de ternera, secreto de cerdo de castaña, rajo, solomillo, ternera asada…
 
…y todo ello acompañado de un buen vino, y que Eduardo siempre sabe recomendar en este sentido, dada su especial bodega de vinos especialmente gallegos y de la Rioja. Y paro de contarles. El Caserío Vasco, una casaen la calle Pardo Bajo, nº 11– a seguir de cerca.
 
EN EL RECUERDO
 
Foto cedida
 
Posiblemente muchas personas no se acordarán de este acogedor mesón llamado O CANDIL,
situado en la antigua calle Canalejas 43, y que regentaba el popular barman ferrolano, el finado ANTONIO LOURÉS SUAREZ;  que uno conocería desde los tiempos de la desaparecida cafetería OSLO, en la cafetería del Cantón  y más tarde en Residencias oficiales de Marina y Club de Cabos Primeros de la Armada, ya como maitre. A Antonio Lourés, se le recuerda como un hombre siempre atento, servicial, conversador y observador al máximo.
 
… Y VA DE RECETAS.
 
Y aunque en esta ocasión, en el recuerdo del viejo amigo, veterano cheff y barman, fallecido hace años, Antonio Lourés, y sabiendo, entre otras, de sus habilidades gastronómicas y de forma especial en torno a conseguir los cócteles más refrescantes y originales en su preparación, que me consta han sido muchos y que obran en mi poder, presento uno que dedicaría en mi  persona y que titulado «Sangría de mar en verano», y que se conseguiría a base de: un litro de vino ribeiro/tinto; cinco cucharadas de azúcar, un zumo de limón exprimido, un limón en rodajas, dos melocotones, dos copas de coñac y un a copa de «cuatro» o triple seco y una canelita en rama… Todo metido a enfriar en la nevera y a esperar el ser servido, que se le podría añadir media botella de gaseosa y trozos de hielo.
 
 
 
 
 
 
 

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