José Carlos Enríquez Díaz
Afirma Gramsci: “la verdad debe ser respetada siempre, con independencia de las consecuencias que puedan seguirse de ella; y las convicciones propias, si son fe viva, deben encontrar en sí mismas, en la propia lógica, la justificación de los actos que se considera necesario llevar a cabo. Sobre la mentira, sobre la falsificación facilona sólo se construyen castillos de viento que otras mentiras y otras falsificaciones pueden hacer desvanecerse.”
La mentira siempre será un atentado al derecho que todos tenemos a saber la verdad. Por desgracia no nos podemos hoy fiar de todo. Lo que nos llega por los medios, en principio, hay que ponerlo en cuarentena, leer entre líneas, no tragarse todo lo que nos echen. La mentira sigue siendo una poderosa arma política y social. Y parece que el futuro no es muy alentador sobre el problema.
Todos sabemos hasta la saciedad que Sánchez no defiende ideologías políticas, que ningún valor le importa, que todo lo sacrifica a entrar, primeramente, y mantenerse después en la poltrona de la Moncloa. Para ese logro sacrifica absolutamente todo. No le frena, pues, ningún principio si peligra su «poltrona». En nuestros días se está volviendo a vivir un clima político enrarecido, en el que parece que todo vale, donde no importa la palabra dada y donde cunde la desafección, la desconfianza y las simplificaciones políticas y demagógicas. Y donde solo parece imperar la lógica del poder en sí. Dijo una vez Pedro Sánchez, en campaña para la Presidencia del Gobierno, que nunca pactaría con Podemos porque esa posibilidad le quitaba el sueño, pero pactó. Fue la primera vez que los españoles fueron conscientes de que la palabra del señor Sánchez valía poco.
Así, pues, el ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra cree que el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, está adoptando un enfoque «peligrosamente autocrático» y está generando división «entre las dos Españas» tras haberse tomado cinco días para reflexionar si dimitía, en un gesto que el veterano socialista considera que no fue sino un «cálculo político». En estos términos se ha pronunciado en una entrevista en el diario británico “The Times”, en la que afea al presidente del Gobierno haber tenido al país en vilo durante cinco días para finalmente no solo anunciar que sigue sino que incluso intentará optar a un tercer mandato.
En su opinión, no es sino un «cálculo político» que «no es compatible con una democracia parlamentaria» como la española. «Esto es un estilo de gobierno presidencial, que recuerda las tensiones de los años 30 cuando un líder decía “Yo decido y el pueblo escucha y aplaude”, ha subrayado Guerra, para quien «es una señal de su peligroso enfoque crecientemente autocrático».
Por otra parte, ha advertido de que «un Gobierno que ataca a la prensa está cavando su propia tumba», en referencia a las críticas hechas por el presidente contra lo que ha tildado de «pseudomedios» y también contra algunos digitales por publicar informaciones en relación con las actividades de su mujer, Begoña Gómez. «La prensa es un elemento central de la democracia. Existe un Código Penal para hacer frente a la difamación, no hay necesidad de más», ha esgrimido el antiguo dirigente socialista, para quien tampoco es «correcto» el argumento de Sánchez de que le corresponde al Gobierno asumir la reforma del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), añadió.
Una parte muy grande de la humanidad vive en regímenes políticos que no garantizan ni el derecho a la información ni la libertad de prensa. Por ello, los que gozamos de ellos debemos sentirnos privilegiados, luchar por extenderlos y protegerlos de cualquier ataque.
La Ley establece con nitidez los límites a la libertad de expresión y a la libertad de prensa, si alguien considera que se han publicado noticias falsas, injuriosas, calumniosas o que atentan contra su intimidad o cualquier otro derecho constitucional. Y son los tribunales los encargados de determinar cuándo se ha vulnerado la Ley y, en su caso, de sancionar tales infracciones.
Si el presidente Sánchez y su mujer, consideran que se han publicado noticias falsas que les han causado perjuicio grave, deben acudir a los tribunales, como todo el mundo. Pero plantear restricciones o limitaciones a la actividad de medios de comunicación, es inaceptable y antidemocrático. Y por ese camino, el país no puede ir. Por más que Pedro Sánchez tenga la tentación de intentar evitar que se publiquen informaciones que él no desea que la ciudadanía conozca. El artículo 18 de la Constitución «garantiza» los derechos al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, mientras que el artículo 20 “reconoce y protege” los Derechos a la Información y a la Libertad de Expresión. «Como no son derechos absolutos, cuando colisionan hay que determinar cuál debe prevalecer y para ello hay que evaluar, caso por caso, el grado e intensidad con que se ven afectados según directrices que nos ofrecen los tribunales de Justicia«, dice. La primera referencia a considerar es el artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que ha sido analizado en infinidad de ocasiones por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
El Gobierno ha pedido a las diferentes CCAA conocer el dinero que destinan a publicidad institucional para dejar fuera a los que ellos consideran “pseudomedios”. Este término designa el periodismo bueno del malo. Quien decide si son pseudomedios o medios serios es el Gobierno. Y lo mismo pasa con los periodistas. Si hay medios de comunicación o periodistas que divulgan noticias falsas o bulos, para eso están los tribunales de Justicia, pero el Gobierno no debe arrogarse esa función que corresponde a los jueces. Los mismos que criticaron que en la comunidad valenciana PP y Vox retiraran las subvenciones a medios y organizaciones catalanistas y fueron tildados por ello de censores, son los que ahora quieren retirar la publicidad institucional de los medios que no controlan.
Así las cosas, el aplaudido hombre de las 5 carreras, José Miguel Villarroya afirma: «Pedro Sánchez es el político más listo que existe en España y, al mismo tiempo, es el político más pelota y más servil a los “amos del cortijo”.
Para Villarroya, estaba claro que el Partido Popular no podría haber gobernado España, porque la situación que viene al país y a Europa es una situación en la que «habrá recortes (dirigidos por Europa), donde habrá también privatizaciones de servicios y políticas que irán en contra de la clase trabajadora».»Si esto lo hace un gobierno de derechas dirigido por el señor Feijóo junto a Vox, generará una conflictividad social», explica Villarroya. En cambio, un gobierno de izquierdas que defiende la ecología, lucha contra el cambio climático, defiende el feminismo y los colectivos LGTBI, y «todos estos temas que parecen muy progre» sumado a unos sindicatos que «no se movilizarán en contra este gobierno, hace mucho más fácil aplicar los recortes y las privatizaciones que venden«, añade