José Carlos Enríquez Díaz
Victorino Pérez prieto sigue siendo un vendedor de humo. Se presenta a sí mismo en los jesuitas de México (Guadalajara) en una conferencia sobre ecoteología y ecoespiritualidad como párroco que ha vivido 25 años en parroquias rurales al lado de los pobres……
No vamos a discutir sobre su preparación en ecoteología y eco espiritualidad, pero parece oportuno clarificar “ciertas mentiras” referidas a esa presentación que hace sobre su actividad pastoral. Para quien conoce en cierta medida su trayectoria parece conveniente aclarar que él no ha pasado 25 años en “parroquias” y sobre todo entre los más pobres.
A este señor que vive actualmente su ordenación de manera totalmente irregular hay que recordarle que no se debe ir a un país como México a decir y a vender su experiencia espiritual con los más pobres, porque de hecho no es lo mismo vivir en una parroquia rural en España, y concretamente en Galicia que vivir como párroco en cualquier parroquia de cualquier pueblo mexicano donde el nivel de vida es sin duda infinitamente más bajo y peor que en cualquier aldea gallega o en cualquier pueblo de otra región de España, pongamos por caso Extremadura, Andalucía o cualquier pueblo de Aragón. Vivir con la gente que vive en los pueblos no es equivalente en España a vivir con los más pobres, en tanto que en México vivir en cualquier pueblo pequeño o mediano de este país sí que equivale en la mayor parte de los casos a vivir con y para la gente más pobre, dado el nivel de renta per cápita que se da en este país.
Décadas de promociones de sacerdotes cortados por el mismo patrón, ellos son los que han ocupado los más importantes cargos en la diócesis (no olvidemos que este señor en tiempos del obispo Gea Escolano fue nombrado arcipreste) y las parroquias más emblemáticas. Pero ahora tienen un problema: no tienen prácticamente sucesores, las nuevas promociones de sacerdotes jóvenes son la antítesis total de este clero y lo que es peor, ellos ya están en el camino de salida, son mayores, muchos de ellos tendrían que estar jubilados hace tiempo, y a los otros tampoco les queda mucho recorrido, por lo que ya no están en disposición de tener grandes responsabilidades diocesanas dado que su edad juega totalmente en su contra.
Es lamentable que este señor que siempre se ha vendido de cura progre usara la Misa con fines políticos, lingüísticos, de protesta… Que se instrumentalice la Misa para desunir y para provocar. Quienes gritan en las iglesias que por ser libres no se sujetan a norma alguna, en realidad son los mayores delincuentes del tiempo. No se sujetan a la disciplina de la Iglesia, pero tampoco utilizan la libertad personal para el bien.
Lo que verdaderamente define al sacerdocio es su carácter vocacional; es decir, el hecho de que se trata de un proyecto de vida que exige una determinación espiritual (una respuesta a una llamada), que afecta a todas las dimensiones de la vida (corpórea, afectiva, intelectual, etc.), que pide exclusividad, entrega y fidelidad absolutas, y que es animado por una pasión: la pasión por el Evangelio. Exige exclusividad, entrega absoluta. El sacerdocio es una profesión a la que se llega, o se debe llegar, sólo por vocación. ¡Y se nota! No es igual ordenarse sacerdote porque así lo quisieron las circunstancias y ejercer el sacerdocio como un funcionario cualquiera cumple con su cometido, que ordenarse por auténtica vocación y dar la vida ilusionado por la gente y por la Iglesia.
El activismo es la acción sin sentido de dirección o la acción orientada al logro de objetivos que no necesariamente concuerdan con el propósito de Dios para la vida humana y para toda la creación.
Los activistas están en la política, en las iniciativas sociales, en la religión y en las iglesias.
Martin Luther King pudo ser un simple activista, pero fue una reflexión profunda en lo que dice la Palabra de Dios sobre el valor de ser humano lo que lo convirtió en un soñador de realidades posibles, en un líder extraordinario. Sus acciones estaban inspiradas en logros de gran alcance, en sueños, en ideales, en metas trascendentes. Su famoso discurso “Tengo un sueño” releva los motivos de sus acciones.
Debería, el sr Pérez Prieto, lamentar lo mucho que ha destruido en este terreno. Pedir disculpas por todos aquellos a los que han echado –literalmente- de las iglesias y que quizás ya sean irrecuperables para la grey del Señor. Pedir perdón por haber tratado de imponer sus estériles “experimentos pastorales”, pisoteando, despreciando, la devoción de tantos y tantos que no hacían sino “vivir la experiencia de la fe” (en términos modernos) tal y como aprendieron de sus mayores.
Sería aconsejable a los jesuitas que se informaran previamente cuando invitan a algún ponente, aunque fuese brevemente sobre la verdad y la historia personal de los ponentes elegidos,no vaya a ser que les estén dando gato por liebre…