José Manuel Otero Lastres
Si nos dijeran que una Nación es una mezcla de alma y cuerpo, y se nos preguntaran qué es el alma y qué el cuerpo, muchos diríamos que el alma es la Constitución y el cuerpo lo demás.
En un interesante trabajo de Daniel Capó en The Objetive, titulado «La decadencia silenciosa” este autor señala “que las civilizaciones no mueren por causas externas, sino por agotamiento interior. Es decir -añade-pierden el alma antes que el cuerpo».
En su repaso sobre el curso que acabamos de concluir, desde el gobierno se dio una explicación sobre el número de leyes aprobadas y sobre el Estado General de nuestra economía. Poco se dijo del “espíritu” del que es la Constitución. No se dijo nada sobre los ataques a la Constitución que fueron dos: la ley de amnistía y la violación del principio de igualdad amparado por la solidaridad interregional.
Es verdad que el Gobierno debe engrandecer desmesuradamente sus logros. Y por eso comprendo que nos hablen de las leyes aprobadas y no de las que tuvieron que guardar en el cajón.
Pero del “alma” de la que la no hablaron fue de la ley de la amnistía y de la financiación particular de Cataluña con minoración de los ingresos correspondientes a las demás.
Estas dos cuestiones son fundamentales. La ley de la Amnistía fue el contra precio que se pagó a cambio de la permanecía en la Moncloa. El tema de la ruptura del pacto sobre la insolidaridad interregional se pospone para la vuelta de vaciones. La ruptura de este pacto traerá muchas inquietudes