Mensaje al Senado

Gabriel Elorriaga F.-Ex diputado y ex senador

Quienes, sabiendo sobradamente quienes son Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, se han embarcado en la aventura de la amnistía y aplaudido sus contorsiones jurídicas merecen el rechazo de los españoles. Pronto, antes que entre en vigor esta proposición de ley, los autoamnistiados apretarán el cuello de Pedro Sánchez con nuevas exigencias y la autodeterminación como meta.

Garantizar la impunidad de quienes ataquen a España desde su interior es el objetivo de esta amnistía que no se consideró necesaria hasta que el PSOE perdió las elecciones el pasado mes de julio. Hasta entonces ningún socialista creía necesaria la pacificación de una Cataluña en paz donde el exministro Salvador Illa se preparaba para una futura contienda electoral con buenas perspectivas.

Fue a partir de julio, cuando Pedro Sánchez necesitó siete votos y Puigdemont dejó de ser un estrafalario fugitivo para convertirse en un poderoso compadre. Pidió la impunidad a cambio de siete votos y prometieron dársela a cambio de su apoyo en la sesión de investidura. Olvidaron los diputados socialistas que una amnistía para ser legítima no puede atentar contra la unidad de la comunidad nacional que se la concede. Los futuros amnistiados no se sienten reconciliados y propagan que el “procés” resucitará y la amnistía no habrá pacificado nada. La incertidumbre acompañará al Gobierno cada día de su efímera marcha.

Ahora están cumpliendo su promesa presentando la impunidad como un instrumento de reconciliación cuando es lo contrario: la apertura hacia otras futuras confrontaciones con la defensa del Estado desmantelada. Es inútil que Sánchez y su equipo se afanen en ensuciar el ambiente removiendo toda la basura que encuentran en las calles sus barrenderos oficiales, pretendiendo elevar cortinas de polvo que oculten el desprestigio de su líder-presidente. Este desesperado contrataque no encubre la corrupción básica y esencial del sanchismo. No es solo una tropa picaresca de golfos y aprovechados. Es algo más grave y más serio: la demolición de las defensas de España a cambio de prórrogas temporales de la vida oficial de un desgobierno sin horizonte. Una demolición que no beneficia exclusivamente a los gérmenes corrosivos contra la unidad del Estado que bullen en el interior sino también a la larga mano de potencias no democráticas contrarias a la política exterior de España como nación y como parte de la Unión Europea. Rendición a cambio de prórrogas. Esta estrategia alevosa es el repelente contenido del mensaje que han tenido la desvergüenza de enviar con aplausos a la consideración del Senado los cómplices y cooperadores necesarios de Pedro Sánchez:

Señores senadores: ya sabemos que a la mayoría de sus señorías no les complace la proposición de Ley de Amnistía que hemos aprobado poco más de la mitad de esta Cámara Baja. Pero sabemos que no tienen sus señorías otra facultad de veto que la de devolvérnosla con todas las objeciones que se les ocurran a esta cámara decisiva que la aprobará diligentemente y cueste lo que cueste. Solo les rogamos que tengan en cuenta que nuestro amigo el presidente de la Generalitat de Cataluña, el molt honorable Pere Aragonés ha convocado con singular premura las elecciones en aquella comunidad para el próximo 12 de mayo. Así que el tiempo es corto para que el señor Puigdemont pueda estar amnistiado antes de dicha fecha y pueda participar sin temor a complicaciones judiciales que prolonguen el injustificado calvario que, con dolor de nuestro corazón, les provocamos también nosotros los socialistas cuando votamos, en su día, la cruel aplicación del Artículo 155 de la Constitución vigente. Por ello les rogamos encarecidamente que tengan compasión de nuestro jefe que se ha quedado sin presupuestos y sin control de la legislatura y aún no está facultado para disolver las Cortes. Aceleren si no les causa malestar. (Firmado K. asesor apócrifo del grupo parlamentario socialista del Congreso).
 
 
 
 

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