Marcos López Balado
En su momento escribí un artículo para hacer “análisis y predicción” antes de las elecciones y, ahora, resultado en mano, toca el siguiente paso que es, lógicamente, el de hacer la digestión de lo sucedido.
Empezaba aquel artículo diciendo “no soy adivino”, y lo reitero. Pero aún así creo que he tocado alguna de las cosas que fueron clave, y creo, vosotros diréis, que acerté bastante. Me someto a vuestra critica.
En primer lugar, y antes de meternos en el meollo del asunto, supongo que todo el mundo podría estar de acuerdo conmigo en que habría que disolver el CIS. Era una institución de prestigio, que funcionaba y de reconocida utilidad pública. Y ahora su credibilidad se encuentra por los suelos, no acierta una, y perdió el marcado interés público para servir a los intereses electorales de un partido en concreto. Cualquiera de las empresas privadas que se dedican a la demoscopia han hecho mejor predicción. Porque el CIS parece que no busca predecir, da la sensación que más bien busca servir a un partido e influir en el resultado. Yo en este caso diría “disuélvase”.
De las primeras cosas que había destacado en aquel artículo fue que el PPdG era una “máquina de ganar elecciones bien engrasada”. Más allá del candidato, que lógicamente influye, el PPdG acumula, con ésta, la quinta mayoría absoluta consecutiva.
Quien creía que el PPdG sería con Alfonso Rueda un rival fácil, se equivocaba. El nuevo presidente cumplió con todas y cada una de las cualidades que en su momento le atribuí en su perfil: “sobrio, tranquilo, cercano, galleguista, trabajador y eficaz”. Sumado con un aparato del partido que se empleó a fondo e hizo lo que mejor sabe hacer, tenemos que no solo han revalidado la mayoría absoluta, sino que han clavado el porcentaje de voto de las últimas elecciones con Alberto Núñez Feijoó, y que incluso ha aumentado en 73.000 votos su resultado final con respeto a aquel 2020.
La campaña fue exactamente encaminada hacia donde intuí que podría ir. Mucha clave nacional, mucha amnistía, mucho pactos con Bildu, y con un Alberto Núñez Feijoó y un Miguel Tellado, entre otros, entregados a la causa, además del siempre servicial Mariano Rajoy, que devuelve siempre que puede al PPdG el cariño recibido en su día. Y, por supuesto, contando con la presencia de Isabel Díaz Ayuso para apuntalar la campaña en clave nacional.
Decir que el BNG obtuvo un grandísimo resultado sería quedarse cortos, porque lo cierto es que obtuvo el mejor de su historia. Pero eso sí, y aquí otra de las claves que anticipaba, lo hizo a costa de un PSdG que se desmoronó y se vino abajo.
En aquel artículo señalé una situación particular que podría abrir las puertas a que el bloque de la izquierda asaltara el poder. Tenía que darse la situación de quedar un partido de ese bloque de izquierdas claramente por encima del otro, pero sin crecer uno exclusivamente a costa del otro y aguantando el tipo el que quedase por debajo.
El BNG de Ana Pontón ha sacado 25 escaños, los mismos que el PSdG de Emilio Pérez Touriño en 2005 cuando pudo liderar un gobierno bipartito. Pero en esta ocasión, el que quedaba por abajo, el PSdG de José Ramón Gómez Besteiro, se hundió hasta los 9 haciendo insuficiente la subida de la formación nacionalista.
Podríamos hablar algo de Vox, Podemos o Sumar, pero solo para destacar el hecho de que acerté nuevamente al presagiar que no obtendrían representación. Son partidos sin estructura local, ni caras conocidas o reconocibles (aunque alguno comparta la foto del cartel) y, en algún caso, en mi humilde opinión, creo que no comprenden ni entienden a Galicia. Sus lecturas de la noche electoral me refuerzan en esa creencia. También me parece descartable o carente de interés, en este caso, el hablar de los efectos de la fragmentación en el voto de la derecha o de la izquierda, porque además de anecdótico, fue casi equivalente entre los dos bloques y se anuló entre sí.
En el apartado de “fallos”, o de cosas que ni por un casual intuí, tengo que destacar lo de Democracia Ourensana. Desconozco si por aquellos lares se notaba algo, pero yo por mi parte tengo que admitir que ni la olí. No va a influir mucho en la legislatura porque no son llave de gobierno, pero diría que es una aviso a navegantes y recordaría que así, precisamente, empezaron en el concello de Ourense que ahora gobiernan.
Finalmente, y ya para ir acabando, me gustaría dejar un par de conclusiones.
El BNG ha tenido un subida espectacular. No le quito un ápice de mérito. Pero dicho esto, me parece acertado señalar lo inestable o lo variable que se está mostrando el voto dentro del bloque de la izquierda en los últimos 12 años. Recordemos que en 2012 AGE se ponía en 9 escaños por los 7 del BNG, además de los 18 de PSdG. En 2016 le tocó el turno a las Mareas que se pusieron en 14 empatados con el PSdG, por los 6 del BNG. Y en 2020 desaparecieron las Mareas y el BNG pasó de 6 a 19, quedándose nuevamente en 14 el PSdG.
De ello creo que puede extraerse un gran volatilidad en el voto de la izquierda, pero solo en lo que se refiere al reparto. Es decir, por bloques, no ha habido mucha variación. El bloque de la izquierda sumó 34 escaños en 2012, 34 en 2016, 35 en 2020, y 34 en 2024.
Todo esto podría indicar que el BNG recogió el voto de muchos votantes socialistas descontentos. Pero yo no acabo de estar convencido con esta lectura. El mayor descontento que parece haber en las filas socialistas es por la amnistía, por ejemplo. Dudo mucho que un votante socialista descontento por las concesiones a los partidos independentistas… se fuera a echar en los brazos de otro partido independentista, en este caso el BNG. En mi opinión, creo que obedece más bien a la conjunción de dos factores, por un lado una mala campaña del PSdG, gris y sin generar ni un ápice de ilusión, combinado por otro lado con la campaña ilusionante de Ana Pontón, que llegó a erigirse a ojos del votante de izquierdas como alternativa de gobierno, concentrando así el voto.
Por ello creo que el BNG haría bien en no entender ese voto como de su propiedad. No lo es. Esto va por ciclos, y en un ciclo positivo o a favor de los socialistas ese voto puede volver a ellos. ¿Tiene techo el BNG? Pues no… y sí. Tiene margen para subir… los 9 escaños que tiene el PSdG, pero veo bastante improbable que vayan a perder más. En cualquier caso, si sube uno a costa del otro, sigue siendo insuficiente.
Por contra el PPdG acumula una histórica fidelidad de voto que ya le gustaría a cualquier partido en cualquier parte del país o del mundo. Un 46,68% en 2009, un 45,72% en 2012, el más bajo, y luego tres resultados casi clavados, 47,53% en 2016, 47,97% en 2020 y 47,67% en 2024. Digno de estudio.
Y esto precisamente, y acabo, es el motivo por el que considero erróneas esas lecturas de resultados, desde un prisma de izquierdas, que señalan que una mayor concentración del voto de ese espectro puede ayudar a mejorar los resultados, y que de no presentarse Sumar o Podemos, habrían obtenido un mejor resultado. Da igual, el resultado habría sido el mismo. Esa estrategia, la del concentrar el voto, que también se podría aplicar al bloque de las derechas, solo tiene esa aplicación en clave nacional, donde se producen repartos desiguales según provincias más o menos pobladas. En el caso de las elecciones gallegas, como se puede ver, es irrelevante