Talleres de envejecimiento saludable y cuidado de pacientes con demencia

José Carlos Enríquez Díaz

Ana Díaz Cortés invitada por Luis Ángel Rodríguez Patiño ha impartido una conferencia en la UNED SENIOR   CORUÑA. La conferencia ha tenido lugar  en el salón comedor del restaurante A Gurita ( Paderne).

Ana Díaz Cortés, socióloga y doctora en Ciencias de la salud (A Coruña, 1973) sabe bien de lo que habla. Tras cuidar en su familia durante 15 años a su madre con alzhéimer, se convirtió en doctora por la Universidade de A Coruña con una tesis sobre cómo abordar el estrés en los cuidadores de este tipo de pacientes.

Como investigadora en el programa ‘Salud, discapacidad, dependencia y bienestar”, ha realizado diferentes estudios sobre el afrontamiento del estrés en cuidadores de pacientes con enfermedad de Alzhéimer en el Servicio de Neurología del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela y es autora de diferentes artículos relacionados con el cuidado familiar.

Ha sido la impulsora del Grupo Hospitalario de Apoyo al Cuidador y es co-autora de unos de sus principales proyectos: ‘Construyendo el cuidado’, galardonado como uno de los cinco mejores de España en la categoría de Humanización en los Premios Best in Class de los años 2020 y 2021. En 2021 publicó la “Guía de Apoyo al Cuidador de pacientes con demencia. Una visión positiva”, poniendo el foco en la necesidad de implementar un cuidado beneficioso y que fortalezca el eje cuidador-paciente.

Imparte docencia con el objetivo de capacitar a familias en el desempeño del trabajo de cuidar, ya sea a pacientes con enfermedad de Alzhéimer o diversidad funcional, y lleva a cabo tutorización y seguimiento personalizado.

Además, tiene más de 20 años de experiencia en proyectos de comunicación, formación y divulgación a la ciudadanía.

Ana Díaz Cortés  comenzó abordando la importancia de la familia, pues la familia es fundamental en el proceso de socialización. La relación interpersonal del niño, comienza en el círculo familiar, y las primeras experiencias que allí tenga van a influir en los modelos de conducta que adquirirá y en el ajuste que vaya logrando. Estos primeros contactos con los padres y con los hermanos, determinarán hasta qué punto va a ser en el futuro una persona adaptada consigo misma y con el medio que le rodea.

El niño va a aprender de los padres pautas emocionales, valores, formas de conducta, modos de enfrentarse a situaciones nuevas y problemáticas, entre otras. La familia es quizás el único espacio donde nos sentimos confiados, plenos; es el refugio donde nos aceptan y festejan por lo que somos, sin importar la condición económica, cultural, intelectual, religión a profesar o preferencia sexual. La familia nos cobija, apoya, nos ama y respeta.

También abordó  la importancia del cuidado de nuestros mayores.  La vejez es esa etapa de la que no podemos hablar hasta que llegamos a ella. El cuidar de nuestros mayores es un deber muy serio. En esta etapa es sumamente importante devolverles todo el amor que nos mostraron y, con respeto y dignidad, hacerles sentir queridos y necesarios en nuestra vida.

Cuidar a nuestros mayores exige una gran responsabilidad. “Cuidar de nuestros mayores es como tener una sartén en el fuego, no se puede dejar sin atender”,  afirmaba  Ana Díaz  esta mañana.

También destacó los efectos positivos en nuestros hijos al cuidar de sus abuelos.  A los niños se les puede pedir que asuman una determinada tarea o que brinden compañía a un abuelo achacoso como parte del equipo cuidador familiar. A través de simples acciones cotidianas, aprenden a ser más responsables, pacientes y amorosos; además, esto les permitirá beneficiarse de la experiencia adquirida de sus abuelos, sin olvidar también el aprendizaje intrínseco de cuidar de ellos cuando envejezcan.

El llevar a cabo estas pequeñas tareas con aquellos que amamos les hará  reflexionar más profundamente sobre el significado de la familia. También pueden sentirse orgullosos de contribuir y hacer una diferencia positiva. Estos pueden ser poderosos estímulos para el crecimiento moral en los niños y en los adultos.

Lamentablemente en nuestra sociedad, donde va creciendo la cultura del descarte y la exclusión de las personas poco productivas, que suelen ser las más vulnerables, y donde van cambiando las condiciones familiares, políticas y sociales, no siempre «la riqueza de los años» es entendida como la bendición de una larga vida, es decir, como un don, sino como una carga.

Tenemos que sensibilizar a la sociedad ante ese descarte. Porque una sociedad que no tiene en cuenta a sus mayores es una sociedad soberbia y enferma.

Las personas mayores ante todo son esposos, padres, hermanos y abuelos de otras personas, por lo tanto, es necesario poner de relieve que el lugar natural de las personas mayores es su familia, donde, por una parte, tienen mucho que aportar y, por otra, deben ser acogidos, cuidados y respetados.

Cuidar a un familiar dependiente es una de las experiencias más dignas y gratificantes; suele requerir un gran esfuerzo y, por ello, merece todo el reconocimiento de la de la sociedad. Cuando se cuida a un familiar en esas condiciones de dependencia, también se está cuidando en él a Cristo necesitado.

El Papa Francisco ha pedido que no se olvide que este movimiento da vida, pues va desde las raíces hasta las ramas, las hojas y las flores y los frutos del árbol. La verdadera tradición se expresa en esta dimensión vertical: de abajo hacia arriba.

Nuestros predecesores nos transmitieron una pasión, una fuerza y un anhelo, un fuego que nos corresponde reavivar; no se trata de custodiar cenizas, sino de reavivar el fuego que ellos encendieron. Nuestros mayores deseaban ver un mundo más justo, más fraternal, más solidario, y lucharon por darnos un futuro. Ahora, nos toca a nosotros no decepcionarlos.

 

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