¡Que se cuide Feijóo!

Gabriel Elorriaga F.-Ex diputado y ex senador

Alberto Núñez Feijóo ha impuesto el edificio del Congreso de los Diputados para entrevistarse con Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, cuya sede oficial es La Presidencia, Es como si creyese que el cambio de decorado neutraliza a la persona. Pero el problema no son las paredes sino la excepcionalidad de la conducta de este presidente que igual le da recibir al jefe de la oposición en una sala del Congreso que visitar a un fugado de la justicia en un lugar incógnito del extranjero a donde no llegue la vigencia de los compromisos del Derecho internacional. Se siente donde se siente, Sánchez es un Capitán Trueno de la política con reacciones sin precedente en ningún gobernante, apoyado en minorías fragmentadas y contrarias sustancialmente a lo que su persona representa como titular de una nacionalidad común. Su ejercicio del poder se practica como si la oposición no existiese y solo quiere disponer de su conformidad cuando la legalidad lo impone taxativamente. Su arbitrariedad es excluyente con la oposición o con sus aliados, según convenga, y solo cede cuando le aprietan con retirarle sus condiciones de toma y daca. Actúa sin escrúpulos porque, hasta ahora, le sirve para mantenerse en su cargo.

Entre las peculiaridades del tipismo navideño en Cataluña está el “Caganer”. Se trata de una figurita marginal del Belén: un hombrecillo con los calzones bajados sentado en su vaso sanitario aliviando su vientre de residuos fecales. Hay una superstición de que no poner “caganer” en un Belén trae desgracias a casa. Para evitarlo, el año pasado, hubo quien fabricó unos cientos de “caganers” con la figura de Pedro Sánchez. Se creían graciosos y proféticos pero, en aquel tiempo, sería más apropiado sentar en su lugar a Puigdemont, huido al paraíso belga por miedo invencible a la cárcel, por muchas promesas de indulto que se le hicieren. Estas navidades las cosas han cambiado. Se ve a Sánchez postrado a los pies de un Puigdemont seguro del valor de sus votos y alardeando cautelosamente de las situaciones “desagradables” que pudiera provocar el incumplimiento de promesas ofrecidas en ocultos conciliábulos a través de oscuros intermediarios antes de la investidura. Esto no quiere decir que Puigdemont haya traspasado la función de “caganer” a Sánchez. Porque la actitud de Sánchez no es un acto de cobardía sino de estrategia. La desfachatez con la que Sánchez miente o “cambia de opinión” no es por miedo, es por perversión egocéntrica. Esta perversión crece en cuanto una parte suficiente de la sociedad acepta la quiebra metódica de las reblas del juego.

Hay unos millones de españoles que absuelven a Sánchez de todas sus tretas antes de que las haya realizado. No solo lo indultan sino que lo amnistían para que no quede señal de sus debilidades. Una vez establecida la arbitrariedad de que se pueda amnistiar para lograr unos votos y no para consolidar la paz, la amnistía ya no es un bien general sino un beneficio particular: la prórroga del cargo. Una ley orgánica de motivación falsa contamina toda la legalidad de un sistema. Quien se atreve a proponer esta medida es un Capitán Trueno capaz de embestir contra los símbolos más sólidos y las instituciones más prestigiosas. Todo es permeable para un protagonista sin limitaciones éticas cuyo plan exclusivo es aliarse con partidos cuyo empeño declarado es destruir la nación en la que vegetan. Este Capitán Trueno es tan agresivo en las formas como peligroso en el fondo. ¡Que se cuide Feijóo!
 
 
 
 

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