¿ De los gitanos quién se acuerda?

José Carlos Enríquez Díaz

¿Y de los gitanos? ¿Quién se acuerda?. El Papa  ya pidió perdón por el holocausto, no sé si cada Nuevo Papa tendrá la obligación de presentar sus «disculpas» ante los judios. Pero me parece redundante y se crea una exigencia absurda. En cambio, nadie les pide perdón a los gitanos, que también fueron prisioneros, esclavos y padecieron las mismas cámaras de gas que los judíos. ¿Cuándo saldrá el Papa reconociendo esto? Creo que debemos hacer también memoria del sufrimiento del pueblo gitano:

El pueblo gitano proviene de pueblos que habitaban el noroeste de la India, de las regiones de Punjab y Sinth. Según el lingüista Vania de Gila Kochanowski, en el siglo IX llega el Islam a la India, provocando la emigración de estos habitantes del noroeste de la India hacia el oeste. En el siglo XIII se produce una nueva migración hacia el oeste por la llegada de los mongoles a tierras indias. Desde ese momento, el flujo de viajeros es continuo.

Presionados por la invasión de los turcos, pasaron a Europa Occidental a partir de 1417 y la recorrieron con suma rapidez en pequeños grupos de unos 50 a 100 miembros por lo general. Cuando el pueblo gitano alcanzó Europa estaba formado por diversos grupos nómadas, pobres, que tuvieron que recurrir al robo para sobrevivir. No podía por tanto evitarse el choque entre dos pueblos tan diferentes, el europeo formado por campesinos y burgueses, asentados en pueblos y ciudades, y el nómada que llegaba de oriente, de lengua y aspecto tan diferentes.

España, que tras expulsar a los judíos en 1492 y a los musulmanes hispanos en 1609, trató de exterminar a los gitanos a partir del 30 de julio de 1749, cuando una Real Orden de Fernando VI, conocida popularmente como la ‘Gran Redada’, permitió que se sacase por la fuerza de sus casas a 9.000 gitanos españoles con la intención de separarlos por sexos y encerrarlos para evitar que se reprodujeran. Trabajos esclavos, torturas, condiciones insalubres, y otras circunstancias aberrantes fueron los principales elementos que caracterizaron a esta operación que, no obstante, no se trataba de la primera vez en la que se perseguía a este pueblo, que entró a España por Aragón en 1425 y que ya había sido objeto de una tropelía similar en 1499, cuando los Reyes Católicos firmaron una primera orden de expulsión que no se llevó a cabo. Asimismo, desde 1499 hasta 1783 los gitanos españoles sufrieron más de 250 medidas de persecución, llegando a tener restringidas las ciudades en las que podían vivir, los oficios que podían ejercer y el número máximo de familias que podían habitar en el mismo núcleo urbano.

Si bien la mayoría de los condenados a muerte en las cámaras de gas de los campos de concentración nazis durante la II Guerra Mundial fueron judíos, estos no fueron los únicos que sufrieron esta condena. Los gitanos, los homosexuales, los enfermos mentales y los disminuidos psíquicos y físicos fueron otros de los colectivos afectados por las deportaciones y condenas a muerte en los campos de concentración. 

El uno de Agosto de 1944 más de 4000 gitanos fueron gaseados en Auschwitz-Birkenau en una sola noche. Lan Hancock, estudioso de la cultura romaní, confirma en sus investigaciones que al término de la II Guerra Mundial, del orden de un 70, 80% del pueblo gitano había sido aniquilado. Casi 800.000 gitanos que han sido olvidados de los agasajos e indemnizaciones que las organizaciones internacionales han concedido al resto de las víctimas  del exterminio. Algunos gitanos fueron condenados a trabajos forzados en el campo III C, denominado el «campo gitano«. Los demás fueron exterminados a su llegada o poco después. Los gitanos, explotados como mano de obra barata, debían trabajar en una fábrica de ladrillos, en un aserradero, y debían cavar canales de irrigación. Terminaban por morir igualmente, vencidos por el hambre y el agotamiento. Los gitanos vivían en tiendas o a cielo abierto, hambrientos y descalzos, bajo el sol y la lluvia. El alimento que recibían era aún peor que el de los otros prisioneros.

 Un superviviente, Dusan Culum, recuerda: » Todos los días, llegaban a Jasenovac de seis a doce vagones de gitanos. Debían desembarcar del tren ante el campo y sentarse en el suelo. El comandante del campo, Luburic, u otros responsables oustachis les señalaban el lugar donde serían instalados para trabajar. Los oustachis cogían primero a los hombres y les contaban que serían enviados a Alemania. Les hacían cantar «Bendito sea Pavelic (el jefe nazi croata)» y les embarcaban. Les hacían montar en balsas para cruzar el río hasta Ustice y les llevaban a casas cuyos ocupantes servios habían sido asesinados. Las casas estaban rodeadas de espino y formaban un pequeño campo. Después, los oustachis mataban a los gitanos a mazazos y los enterraban en los jardines. Tras haber matado a los hombres, volvían y mataban a las mujeres y a los niños».

Si la comunidad gitana ha tenido que afrontar tradicionalmente situaciones de discriminación y marginalidad, la mujer gitana las ha sufrido especialmente por estar sujeta a una triple exclusión: por razón de género, etnia y formación. Las dificultades para la inserción laboral que encuentran diariamente las mujeres gitanas son un claro ejemplo de ello. La mujer gitana parte de una triple discriminación: por ser mujer en una sociedad patriarcal, por ser mujer dentro de su propia cultura y por pertenecer a una minoría étnica que es muy discriminada en nuestro país. Esta discriminación puede aumentar si hablamos de mujeres gitanas con una baja cualificación académica

En los primeros años del siglo XXI se han dado pasos muy significativos al reconocer el derecho de los gitanos a mantener su identidad y la aportación de su cultura a la sociedad. En este sentido, hay que citar la primera manifestación del Parlamento de Cataluña, en 2001, en la que se subrayaba el reconocimiento de «la identidad del pueblo gitano» y «el valor de su cultura, como salvaguarda de la realidad histórica de este pueblo». Este gesto se repetiría después en otras instancias institucionales españolas, como el Congreso de los Diputados. El tiempo nos dirá si estamos o no ante una nueva etapa y cómo valorarán los gitanos, dentro de unos años, lo que hoy parece ser el inicio de una nueva coyuntura.

La hospitalidad cristiana no es un programa o una estrategia para conseguir una meta, sino un estilo de vida. Existirá siempre el peligro de ofrecer hospitalidad para conseguir que los demás sean como nosotros queremos y hagan lo que nosotros pensamos. Por eso, la hospitalidad cristiana no es un instrumento para un fin; es un estilo de vida inspirado en el Evangelio. 
 

 

 

 

 

 

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Un comentario

  1. Bastante largo el artículo y todo eso que dice, me parece bien, ¿pero porqué no cambian su modo de vida después de tantos años? y porqué no se les pide perdón a los familiares de los españoles, muertos en esos campos de exterminio nazis, alentados por el gobierno del entonces dictador de España, dejemos la hipocresía a parte y miremos por los nuestros, antes que por los que no son españoles.