La era de las nuevas etiquetas

ramon-casadoRamón Casadó Sampedro

Vivimos en un curioso momento de la historia en el que nada parece valer si no sufre primero un ejercicio de transformismo, un obsesivo cambio de etiquetas. Las cosas, las ideas o los conceptos sólo son válidos cuando van encabezados por nuevos títulos nominales, y este grado de esquizofrenia colectiva nos empuja a reconocer como nuevo lo que en realidad es viejo, a abrazar como reciente lo que ya es más que antiguo. Basta con nombrarlo de forma diferente y el milagro se produce.

En un principio existían los ricos y los pobres. Los primeros, salvo honrosas excepciones, se decidió que fuesen egoístas, egocéntricos y ambiciosos, mientras que los segundos fueron caracterizados como extremadamente inocentes y sumisos. Pero he aquí que los pobres descubrieron que su fuerza radicaba en unirse, en hacer frente común contra los ricos, y con su gesto valeroso dieron paso a una macro-etiqueta denominada «lucha de clases», compuesta por dos etiquetas nuevas que tenían que ver con la ubicación de los asientos en un parlamento. A partir de ese momento, si de veras se querían cambiar las cosas, los ricos no eran sólo ricos, sino que también eran de «derechas», a la vez que los pobres pasaban a ocupar el honorable puesto de las «izquierdas».

Y así han transcurrido las cosas durante la segunda mitad del siglo XIX y la práctica totalidad del siglo XX. Los pobres, cada vez más justos y más de «izquierdas», han luchado sin cesar contra los ricos enfrascados en ser más malvados y más de «derechas», hasta llegarse a dar la paradoja de que, cuando en unas determinadas elecciones, un partido político de derechas conseguía un número mayor de los votos era porque la inmensa mayoría de los votantes o eran ricos o se sentían como tales. Por supuesto, cuando en las elecciones posteriores ganaba un partido de izquierdas la explicación había que buscarla en que la pobreza había invadido las calles o en el hecho de que la mayoría de los ricos, de forma súbita, habían pasado a la miseria.

El grado de absurdez es mayor si analizamos las ideas. Desde luego, no niego que en un primer momento los modelos de sociedad, perseguidos por la «derecha» y por la «izquierda», fuesen radicalmente antagónicos, pero eso se ha diluido con el paso de las décadas, con la aparición del «Estado de Bienestar Social» (una nueva etiqueta que todos se quieren atribuir), y sobre todo con los resultados de la globalización. Todos estos factores, juntos y por separado, han reducido las diferencias a la mínima expresión, a pesar de que los discursos sigan obstinándose en que tales desmarques existen, y en defender que los programas electorales se tiñen de medidas de color rojo o azul. ¡Ah! Se me olvidaba señalar que estas últimas etiquetas también sirven para separar: los rojos son buenos y pobres, los azules son ricos y malos.

LA MAYOR CRISIS ECONÓMICA

Es cierto que el siglo XXI ha traído de la mano a la mayor crisis económica que recuerdan las últimas cuatro generaciones. El desastre ha sido tal que hasta lo que parecía imposible ha vuelto a suceder, y es que, en un nuevo alarde de querer aparentar que se cambia lo que en realidad no se cambia, hemos abierto el baúl de las nuevas nomenclaturas y colores. Ahora, lo moderno ya no es hablar de la derecha y de la izquierda, ni siquiera mencionar la manoseada lucha de clases, lo verdaderamente «guay» es hablar de la «casta» y de las «mareas», la primera como sinónimo de lo más indigno y las segundas equiparadas a lo más puro. Por cierto, llama mucho mi atención la necesidad que tienen algunos de asociar términos náuticos a movimientos de colectivos, la misma obsesión que indujo a llamar «olas» al hecho de levantarse y sentarse de forma sincronizada en un estadio de fútbol. En cuanto a los colores, el azul y el rojo ya no están de moda, pues las nuevas líneas que vienen de París primero aconsejaban vestir de púrpura y ahora recomiendan el morado y el naranja.

Tras una noche lúcida, hemos descubierto que existe la corrupción, que no se ha erradicado la injusticia social y que el truco no está en que todos seamos ricos sino que es mejor un mundo de pobres sin millonarios. Súbitamente, todos nos consideramos los buenos de la película e identificamos a los mismos malos. Pero resulta que para poder hacer todo eso hay que pactar, resulta imprescindible fusionar correctamente el azul, el rojo, el morado y el naranja (a modo de apunte indicaré que el resultante es un color caca oscuro), y sólo entonces es cuando las etiquetas se dividen en sub-etiquetas.  Es entonces cuando los del color «X» se dividen en los del color «X» buenos y los del mismo color «X» malos, o cuando la «casta» es menos casta según la necesidad que haya de llegar a un acuerdo.

Y nos encontramos en la tesitura descrita. Ante nosotros, se erigen dos gigantes con los pies de barro y otros dos más bajitos con botas de acero, los cuatro dispuestos a hablar de las ideas de siempre pero con nuevas palabras. Porque aquí de lo que se trata no es en incidir en lo que se dice sino en cómo se dice, ya que a la hora de ejecutar ya vendrán la globalización y los de siempre para marcarnos las pautas. Lo realmente esencial es aparentar que no somos iguales.

NUEVO COLABORADOR

Desde principios de este mes de junio Galicia Ártabra cuenta con un nuevo colaborador, Ramón Casadó Sampedro.

Cursó estudios de Derecho en la UNED. Posteriormente, de forma autodidacta, estudió los Mercados Financieros y el Análisis Técnico de los mismos, lo que le ha llevado a colaborar con diversas entidades financieras como asesor de inversiones.

Tiene conocimientos de inglés y de alemán, y ha publicado diversos artículos de materia económica, política o de divulgación científica en varias publicaciones online, entre ellas El Librepensador, Mediterráneo Digital, 20 Minutos y Diario de Ferrol.

También, es administrador de dos blogs: negrosobreblanco.net (dedicado a la divulgación científica) y oportunidadesenlared.es (que trata sobre las oportunidades de negocios online). Así mismo, tiene amplios conocimientos en programación y diseño web, conociendo los lenguajes PHP, Java y C++.

En el plano político, ha sido Presidente provincial del CDS de La Coruña (2010 – 2011) y actualmente es el responsable de Redes Sociales de Ciudadanos Ferrol.

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Un comentario

  1. Jose Luis Méndez

    Una grata sorpresa encontrarme un articulo escrito por Ramón. Ojalá continue colaborando con Galicia Ártabra puesto que, en mi opinión, el trabajo de Ramón aportará un gran valor añadido a este periódico.
    Un saludo.