De las tarjetas del Caudillo al antropológico Ferrándiz y el rito iniciático ferrolano

maria-fidalgo-031214María Fidalgo Casares, Doctora en Historia.

Desde mi columna en Galicia Ártabra quería agradecer la calurosa acogida de mi modesto cuento de Navidad, un relato sin pretensiones y escaso valor literario, pero que por alguna razón llegó al corazón de muchos lectores.

Alguien me escribió expresándome su asombro de que recordara con tanta nitidez la fisonomía de una ciudad desaparecida cuando era tan pequeña. Le contesté que cuando llega la Navidad se hacen más presentes los que no están y hasta los más olvidadizos vuelven la vista atrás y recuerdan con intensidad las navidades de niño… ¿Por qué?… Tal vez como tanto subrayan los psiquiatras por la importancia de las vivencias y el imaginario de la infancia en el corpus mental y vital de las personas.

La infancia es la patria del hombre, como escribió Rilke, Baudelaire o testimoniaba de forma magistral en su trilogía Vidas de Infancia nuestro inolvidable Ramiro Fonte. Y, estos días en Ferrol reviví y añoré a personas y costumbres obsoletas que dejaron profunda huella en todos los que fuimos niños alguna vez en nuestra ciudad, entre ellas algo que fue tan cotidiano y hoy olvidado como las tarjetas navideñas, a las que quiero dedicar esta columna.

Porque a mediados del siglo pasado, en Ferrol como en todas las ciudades españolas, era costumbre enviar por correo postal felicitaciones a parientes, amigos y a «compromisos» varios… Las empresas y organismos como la Marina Española, Astano o La Bazán también las mandaban… Los artistas ferrolanos no eran menos y deleitaban a sus amigos con tarjetas originales pintadas por ellos que eran pequeñas pero auténticas obras de arte. Me consta que entre otros lo hacían Isaac Díaz Pardo, González Collado, Paco Yglesias, el gran Bello Piñeiro o Abelardo Miguel que nos las enviaba por su íntima amistad con nuestra familia.

maria 17-sellosTodos los niños ferrolanos en esas fechas esperábamos ansiosos abrir los buzones y encontrarnos con las cartas que albergaban las tarjetas que portaban su sello correspondiente . Aunque hoy son elementos casi desconocidos para aquellos que no superan los 25 años, los sellos eran elementos codiciados… Aún usados los aprovechábamos para fines solidarios (aunque antes no se llamaban así), nada menos que «para los negritos», (hoy expresión políticamente incorrecta). En mi colegio Reyes Católicos ( que fue desposeído de su regio nombre por su connotación franquista – una majadería ya que estos magnos reyes vivieron medio milenio antes- ) los recogían «para las misiones» o como les llamaba Ramiro Fonte en sus novelas «los paganitos». Si los sellos tenían alguna singularidad hacían las delicias de coleccionistas y aficionados.

Poco después dichas tarjetas pasaron a llamarse vulgarmente crismas… que hasta la fecha sólo había sido un sinónimo de cráneos y que solía utilizarse para avisar a niños traviesos de posible rotura, pero que era sencillamente la versión españolizada y abreviada del sajón christmas card.

En la mayoría de los hogares de Ferrol, los christmas formaban parte junto al espumillón, bolas, belenes y árboles de la decoración navideña… En algunos salones pudientes se colocaban encima de la chimenea, que parecía ser su lugar natural, pero como la mayoría no teníamos, se ponían sobre el televisor, en la mesita de la entrada o en algún otro lugar destacado, abiertos por la mitad para que se mantuvieran de pie. Cuando era una cantidad importante había un orgullo inherente en exhibir ante propios y extraños lo que simbolizaban: la demostración fehaciente de la gente que se había acordado de nosotros en esa época… Se comentaba lo bonita que había sido la de fulanita, se echaba en falta la del que siempre solía felicitar y este año no se había recibido, o se comentaba la diligencia de zutano, siempre el primero que llegaba al buzón. En Ferrol había conocidas familias que decían recibirla nada menos que del mismísimo Caudillo y más tarde de la propia Casa Real, aunque yo oí en conversaciones de mayores que «sabían de buena tinta que se lo inventaban para presumir».

El texto de las tarjetas solía escribirlo el que tenía mejor letra de la casa y una vez concluído se iba pasando a todos los miembros para que firmaran. Hoy resulta muy conmovedor constatar como convivían en el mismo espacio las letras inmaduras de los niños, las más redondeadas de los adultos junto a las picudas de los más ancianos… En algunas casas por prisa se hacía trampa y la madre firmaba por todos «aunque muchas veces se notaba».

El mensaje solía ser standard… Feliz Navidad y Próspero año nuevo… los más lacónicos, Felices Fiestas y otros incluían mensajes personales más o menos informativos de la situación familiar… Algunos se salían un poco de lo normal… se escribían torcidos en ascendente, en la cara opuesta, incluían una participación de lotería, pero todos terminaban con palabras más o menos afectuosas dependiendo de la proximidad del destinatario… os quieren, no os olvidan, con cariño, recibe nuestro afecto… o incluso el hoy casi incomprensible y lacayísimo su más atento servidor… En muchos casos era la única toma de contacto anual entre parientes y amigos de localidades distantes.

Maria 17-buzon correosUna vez terminado el proceso venían los sellos… Aunque en las casas había una especie de esponjita en un cuenquito redondo que se mojaba con agua -a los niños nos gustaba pegarlos con el básico método del lametón- aunque sabía muy mal y a veces quedaban un poco torcidos. Después venía casi lo mejor: ir a echar las cartas a Correos, el edificio que me contaba mi padre había sustituído al del primer cine ferrolano llamado New England. En Correos subíamos por la regia escalinata y llegábamos a la maravillosa puerta giratoria de madera -hoy desaparecida y sustituida por una de burdo aluminio- que hacía las delicias de los más pequeños… Después llegaba lo mágico… que nos auparan y echarlas en las grandes fauces de los leones… y se despertaba en nosotros una sensación agridulce de la incertidumbre de saber si llegarían pero la satisfacción del deber cumplido.

EL TEMA DE LAS TARJETAS

Maria 17-Ferrandiz- belenEl tema de las tarjetas en un principio eran reproducciones de cuadros clásicos de tema navideño… La Adoración de los Magos era muy recurrente y las escenas nevadas de pintores flamencos… Tenían carácter solemne y regio. Pero en 1952, llegaron a nuestra ciudad las de Ferrándiz, un ilustrador catalán que revolucionó por completo este ámbito introduciendo sorpresivamente unas escenas monísimas protagonizadas por unos personajes desproporcionadamente cabezones de ojos diminutos siempre achinados y muy separados, narices casi anecdóticas y rostros mofletudos acompañados de un amplio espectro de animales de rostros expresivos y humanizados -ovejas, bueyes, vacas, conejos, pajarillos varios, perros callejeros, gatos y ratones- que convivían con ángeles… y que empatizaron rápidamente con el público de todas las edades. Su éxito fue tal que podría decirse que Ferrándiz sería el principal artífice del gran revulsivo que popularizó hasta lo inimaginable esta costumbre de los crismas, ya que logró la identificación e implicación de toda la familia y se convirtió en un símbolo icónico que acompañaría durante décadas la celebración de las fiestas. Llegaba la Navidad y yo veía como las papelerías y los escaparates de la Librería Orjales se llenaban de las caras de Ferrándiz como anuncio de las felices fiestas que llegaban en unos años en que la vida era dura sin apenas dispendios y pocas celebraciones, pero en la que para muchos los sentimientos se vivían más a flor de piel. Junto a Ferrándiz, la lotería, echar la carta de los Reyes en la Papelería Ferrolana y cómo no el singular Belén de la Orden Tercera que era uno de los hitos de la Navidad de un niño ferrolano.

Pocos entonces sabían el nombre de Ferrándiz, aunque firmaba todas sus tarjetas en mayúsculas, y hoy posiblemente lo sigan desconociendo pero puede afirmarse con rotundidad que nadie que fuera niño y no tan niño en estas décadas pudo olvidar este universo de imágenes y escenas beatíficas que quedaron grabadas en del imaginario colectivo de las navidades del Ferrol de antaño para no irse jamás, siendo parte inherente de los recuerdos navideños de un siglo, de una manera silenciosa e inconsciente… pero asombrosamente nítida en la memoria.

JUAN FERRÁNDIZ CASTELLS

Ilustrador español, poeta y autor de cuentos infantiles, nació en Barcelona en 1917. Aunque obtuvo un gran éxito en las decoraciones de cuentos troquelados , «Mariuca la castañera», «El urbano Ramón», «La ardilla hacendosa», donde alcanzó cotas de popularidad nunca vistas en el mundo de la ilustración fue en su iconografía de la Navidad por su gran originalidad, perfección técnica y variaciones inagotables del mismo tema. Paradójicamente sus ilustraciones de cuento aún compartiendo las características de los anteriores, no llegaron nunca el nivel artístico de su temática navideña que aparecía inspirada por una varita mágica que confería a sus escenas un aura mística y una especial captación ambiental anímica y emocional potenciada por una hermosa luz dorada que inundaba las composiciones. Hizo del almibaramiento no un defecto sino una virtud cargada de sentimentalismo.

maria 17-galleguiñosEn Ferrol, tuvimos nuestra propia Ferrándiz galaica, una ingeniosa y oportunista dibujante y humorista, Felisa Baudot Mansilla, hija del gran músico Gregorio Baudot y que firmaba con el acrónimo FEBA, que llegó a exponer en varias salas en exposiciones colectivas y en el Centro Gallego de Madrid, pero que descubrió un filón copiando con dignidad los dibujos de Ferrándiz ataviándolos de galleguitos y llegó a tener cierta popularidad y gran éxito de ventas en toda Galicia. Sus tarjetas las imprimía en la Imprenta Montero y se vendían en Tobaris.

Las figuras de Ferrándiz irradiaban humildad, sencillez, e inexplicablemente sin rasgos de cursilería que sin embargo sí tenían sus centenares de plagiadores. No necesitaba complejas técnicas gráficas para transmitir ternura, calidez y humanidad a sus animales y a sus populares pastorcillos de mirada pícara y pantalones llenos de remiendos de colores, a sus ángeles descarados, a sus vírgenes niñas maravillosas de caras ladeadas o a sus etéreos niñosjesuses que llevaría posteriormente y también con un éxito apabullante al mundo del recordatorio de comunión. De hecho, para mi excéntrica comunión que hice en Dolores con Portelita, el hijo de Juan Portela, y Teresita Allegue, sin altar, con música pop y sillas de skay -eran los tiempos de la influencia de la teología de la liberación- elegí estampas de Ferrándiz que fueron impresas con letras doradas en la imprenta Paramés.

Maria 17-ferrandiz primera comunionCuentan que Ferrándiz dibujaba con un sencillo lápiz marca Staedler, del número 1 o 2, goma de borrar de nata y plasmaba su mundo de sentimientos en folios en blanco. Comenzaba las composiciones con las caras que perfilaba con pequeños trazos, potenciando esas expresiones tan características con sus miradas de ojos achinados. Aquellos dibujos, sin técnicas de animación alguna adquirían el don del movimiento y lo más difícil de la transmisión de sentimientos.

Ferrándiz fue plagiado hasta la saciedad con la particularidad de que en Ferrol acusamos su influencia hasta en el ámbito militar. Las muñecas ataviadas con uniforme que adquirían los miles de jóvenes que hacían el servicio militar para regalar a novias y madres, y las postales que también compraban incluían espigadas jóvenes de piernas largas junto a marineros o soldados de tierra, no eran de su autoría en absoluto, pero tenían en sus caras rasgos claramente emparentados con las figuras de Ferrándiz.

EL FIN DE LOS CHRISTMAS

El sino de los tiempos acabaría con esa costumbre de las tarjetas navideñas que parecía tan nuestro que jamás desaparecería… En los 90 aparecieron las tarjetas solidarias de UNICEF, el envío de fotos de la familia con trajes de papa Noel -que en los niños eran graciosas pero los adultos resultaban ridículos- y unos christmas que dejaban desconcertados a los niños porque llevaban sobreimpreso un sobrecogedor «pintada con la boca», «pintada con el pie» que indicaba la autoría de artistas mutilados. Luego fue la laicización de la sociedad, el abaratamiento de las conferencias telefónicas y por último el móvil e internet lo que le dio la puntilla. Hoy sobreviven en concursos infantiles de dibujo y las sigue mandando El Corte Inglés.

Ferrándiz falleció en agosto de 1997 a la edad de 79 años y nunca alcanzó un reconocimiento personal paralelo a su éxito comercial Fue galardonado en 1992 con la Cruz de San Jorge de la Generalitat de Cataluña por su trayectoria artística y humana, en el año 2006 la editorial Destino rescató buena parte de su legado en un libro recopilatorio llamado «La Navidad de Ferrándiz», y diez años después de su muerte, Correos, a la que tanto dio, reconoció su labor y emitió un sello con una ilustración navideña de su autoría. En la actualidad no existe apenas bibliografía sobre él, no se le cita en los libros de arte, aunque afortunadamente una página web comercial pone a disposición de todos todo tipo de artículos relacionados con sus ilustraciones.

EL RITO INICIÁTICO FERROLANO

Ferrándiz fue sin duda el artista más importante de la intrahistoria española del siglo XX porque logró que durante décadas las infancias de generaciones de niños personalizaran con sus imágenes el espíritu de la Navidad, por lo que su valor trasciende el ámbito artística para entrar en la esfera de la antropología.

Hoy, revisitar algunas de las ilustraciones de Ferrándiz es toda una experiencia, un viaje entrañable a un pasado al que no se puede volver. Pero de lo que sí podemos estar orgullosos los ferrolanos y que nos distingue del resto de las ciudades españolas, es de la existencia de un rito iniciático en la Navidad que ha trascendido de ser un símbolo navideño a convertirse en un ritual iniciático de la infancia, de la paternidad y el ser abuelo: la visita al Belén de la Orden Tercera, sin duda uno de los elementos más identitarios de nuestra ciudad.

De los mejores recuerdos de ser niño a la ilusión de llevar por primera vez a tus hijos… a tus nietos… El disfrutar de sus caras de asombro cuando entran en ese recinto mágico y comienzan a oir las ya legendarias palabras en la peculiar voz del paje ataviado con gorro turco «Este Belen está totalmente construido al estilo oriental» y disfrutar viendo como observan fascinados el despliegue de las figurillas que parecen cobrar vida…

Esta visita al Belén de la Orden Tercera nos hace recordar «ese algo intangible» de los tiempos de Ferrándiz, nos hace volver a ser niños y revivir el espíritu ilusionístico de la Navidad, aquel que pensábamos se había perdido para nunca más volver.

maria 17-belendeferrol

Lea también

Una nueva especie invasora, los charlatanes- (Pedro Sande)

Pedro Sande García Las dos características que convierten a una especie en invasora son, la …

3 comentarios

  1. José-María Suárez Domingo

    Mi agradecimiento por traerme a la memoria tantos recuerdos de la niñez, siempre agradables.

  2. Gracias José María. .parece mentira que cosas que vivimos tan de cerca..ya puedan ser objeto de estudio antropológico. .y si las cosas no se escriben..nunca sucedieron

  3. Angel Manuel Lopez Perez

    Por casualidad encontré este sitio. Yo ahora vivo en Badajoz, pero recuerdo con cariño aquel Ferrol que albergaba a todos mis primos , tios y ….»abueliña», a donde iba desde Marin (donde estaba destinado mi padre) todas las vacaciones.
    Recuerdo -con especial intensidad- la emoción que me producia echar mi carta a los Reyes Magos en el cofre de un gran Rey Mago de cartón, que ponian ex proceso en la jugueteria de Couto, en la calle Real.

    Era otro Ferrol que muy poco tiene que ver con el de ahora,resultado del mal hacer de los mismos ferrolanos.

    Cuando voy me asombra como se puede degradar una ciudad en tan poco tempo; realmente es la unica que ha empeorado de las que conozco y he vivido. Por la calle no conozco a nadie de los que estudiaron- de aquellla – en el Instituto o en el Tirso, señal de que hemos emigrado todos. Creo que para mejorar Ferrol habria que echar a los que se quedaron y traer a los que se fueron.

    He leido algún comentario politico; prefiero ya no hablar de la cerrajón, baja condición, chuleria e ignorancia de muchos de nuestros «chachis»…

    Para mi tan ferrolano era Concepcion Arenal, Pablo Iglesias, Franco como el asesinado primer ministro….
    Me hace gracia que de todos ellos, menos la desaparecida de Franco, la mejor y unica estatua decente sea la de un verdadero «negrero» el Marqués de Amboage (¡vete averiguar el mal y sufrimientos que ocasionaron sus negocios a la humanidad!).

    ¡¡¡Ferrol, Ferrol!!!
    ¡Que poco te quieren tus ferrolanos!