María Fidalgo Casares, Doctora en Historia
”Aquella tarde de Otoño partió a pie la comitiva fúnebre entre los aplausos de varios centenares de vecinos que se concentraron en la plaza del Ayuntamiento. Una multitud acompañaba al poeta en su ultimo paseo por las calles empedradas de la villa que tanto amó…, acompañaba a sus padres, a sus hermanas, a su compañera Elsa, a sus amigos de infancia… y por su expreso deseo se interpretó «Negra Sombra» de Rosalía de Castro y «El Cant dels ocells», de Pau Casals, además del tradicional paso de Semana Santa eumés.
No tuvo importancia que fuera todo un acontecimiento social, político, ciudadano y cultural, ni que el séquito lo encabezara el ministro de Cultura, Cesar Antonio Molina, ejerciendo de ministro de manera visible, o que, entre los amigos y deudos, estuvieran políticos y hombres poderosos. En el camino hacia el cementerio, por las calles altas de su pueblo volcado sobre el mar y “acubillado nas abas do monte Breamo”, le acompañaban Pessoa, Rilke, Cavalcanti, Rubén Darío, Cavafis, Hölderlin, Tralk, Eliot, Vallejo y Mandelstam, y también Rosalía, Cunqueiro y Manuel Antonio… pero también la memoria de su infancia y adolescencia. Y volvía a ser aquel niño que se asomaba al balcón mágico de su plaza de las Angustías y oía las campanas de esa iglesia que parecía una catedral, aunque esta vez no tendría que oír a su tía preguntar _ ¿quen morreu? -y con él estaban, Rojín Rojal, Garrón, el Albañilito, todos los familiares cercanos y lejanos desde su abuelo el cantero a sus tías labriegas de Esteiro, a los remotos parientes allende los mares, a los seres anónimos a los que eternizó en sus novelas…
Y junto a ellos, también estaban las lágrimas sentidas de Miguel aquel barbero aficionado a los libros al que tantas páginas dedicó y que tantas veces viera jugar delante de su barbería al niño hoy convertido en gran poeta para la eternidad”
Escribí estas letras la noche que se enterró Ramiro Fonte. Hoy sábado, día 11, se cumplen seis años de la pérdida del poeta y novelista, nacido en Pontedeume en 1957, un artista malogrado porque nos dejó en la cumbre de su carrera, pocos meses después de recibir en Ferrol el Premio Porto Magno (29-7-2008), dejando un inmenso vacío entre sus allegados y en el mundo de las letras. Una gran pérdida para la cultura gallega por habernos dejado sin las grandes páginas que sin duda hubieran salido de su mano y que pocos como él hubieran podido escribir… y sobre todo le hubieran dado el sitio que se merece en la Literatura española- siempre se consideró un escritor español en lengua gallega- que parece que cada vez más se le resiste.
Fue no sólo una de las figuras fundamentales de la poesía gallega del último siglo, sino una de las voces más importantes de la lírica europea contemporánea. Licenciado en Filosofía, profesor de Lengua y Literatura, narrador, ensayista, crítico y gran estudioso de la literatura. Fue poseedor de una magna gran cultura humanista y miembro de la Real Academia Galega, así como Director del Instituto Cervantes de Lisboa desde 2005 hasta su muerte, puesto en el que se sintió plenamente realizado y en el que acometió proyectos importantes que a día de hoy se siguen recordando.
La obra de Fonte en poesía y prosa es el relato de su vida. Ramiro confesaba que era en la infancia donde estaba la parte más íntima y profunda de su yo, y como decía Rilke “La infancia es la patria del hombre” y Fonte volvía a ella, y por lo tanto a Pontedeume, de forma recurrente. Significativo y premonitor fue que publicase el último tomo de las memorias de su infancia poco antes del diagnóstico de la enfermedad fatal que le llevaría a la muerte.
Su vida estuvo marcada por una apasionada vocación por la literatura, y por una especial sensibilidad para las letras que heredó de su madre. Cuentan que siendo un niño de paseo por Ferrol de la mano de su madre se cruzaron con Doña Teresa que años atrás fuera maestra en la villa eumesa -abuela de la que suscribe estas líneas-. Teresa, que había sido maestra de Esperanza, se dirigió al niño y le dijo con algo que hoy calificaríamos de clarividencia “- A ver si alguna vez llegas a escribir tan bien como lo hacía tu madre”, y es que Esperanza, madre de Ramiro fue parte fundamental de la personalidad literaria de su hijo, como así se refleja en tantos y tantos pasajes que hacen referencia a ella. Por las circunstancias sociales de la época nunca se dedicó a la literatura, pero lo hizo a través de su hijo inculcándole el amor por los libros, desde el legendario Rojín Rojal al sencillo y conmovedor Corazón de D´Amicis y sobre todo al impagable testimonio de su espléndida memoria, herencia que siempre orgulloso mostró el poeta en sus escritos. Ramiro, pese a la discreción que le caracterizaba, abrió sin pudor su mundo infantil y con él el corazón de su familia a todos los lectores que conmovidos nos identificamos con ese niño, recorrimos con él las calles de la villa, compartimos juegos, conocimos curiosos personajes y constatamos sin sensiblerías el gran amor que se respiraba en ese hogar de la calle de las Angustias.
Criado en Pontedeume, a los diez años se traslada con su familia a Ferrol, ciudad en la que trabajaba su padre en el Astillero ferrolano y en la que realiza sus estudios de Bachillerato en el colegio “Tirso de Molina”, en el que sería acusado de copiar las redacciones porque “Era imposible que las hubiera escrito él”. Es Ferrol también una ciudad importante en toda su obra, y en la que ambienta poesías muy intimistas relacionadas con los primeros sentimientos de juventud y uno de sus poemas premortem más emocionales: Cabo Prior.
En Santiago, obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras y participó en la fundación del grupo poético “Cravo Fondo” (1977) y de las revistas “Bonaval” y “Dorna” y perteneció a una generación de poetas dispuestos a la renovación de la literatura gallega que intentaba superar las limitaciones de la lírica de aquellos años, tan imbuida como todas las facetas artísticas de la época de discursos socio-políticos.
Y pese a haber titulado su primer manifiesto “Por Galicia, pola poesía, cravo fondo una verba nova para una terra ceibe”, su firme apuesta por la poesía pura, libre de encorsetamientos ideológicos, sería la tónica que mantendría toda su vida, al igual que los temas que dominarán en toda su obra: el paso del tiempo y la reflexión sobre la condición humana, la despedida entre seres queridos, la memoria herida por el dolor de una pérdida irreparable, la existencia humana vencida o amenazada por la presencia recurrente de la muerte y, sobre todo, el imaginario simbólico marítimo, el mar, la navegación, los puertos, las aves, las playas, los viajes, las ciudades del mar: Vigo, Londres, Lisboa… y sobre todas ellas, Ferrol y la villa de Pontedeume, “claro referente vital y caudal inagotable de nostalgias”.
Ramiro escribió desde su más tierna infancia, En 1983 publicó “As cidades de nada”, el primer libro de poesías de los diez que editaría en gallego y cuatro en castellano. Siguió el intimista “Designium” y con “Pensar na tempestade” obtuvo sus primeros premios y su reconocimiento como poeta: el Premio de la Crítica de Galicia y el Premio “Losada Diéguez”.
Por “Pasa un segredo” ganó el Premio de la Asociación de la Crítica Española, por “Adeus Norte” el Premio Esquío. “Luz do mediodía” fue Premio de la Crítica Española y finalista al Premio Nacional de Literatura. Siguieron “O cazador de libros” en el que se refleja su vocación de bibliófilo, “Mínima moralidade” Premio “González Garcés”, “Capitán inverno“, finalista del Premio Nacional de Literatura; “A rocha dos proscritos, Reversos” (2008) y “Xardín do pasatempo” (2008), que supuso su única e ilusionada incursión en la literatura infantil, y que hoy es uno de los libros más leídos en los colegios gallegos.
Tras su etapa formativa, se acercará a la tendencia literaria llamada “poesía de la experiencia”, y se convertirá en su referente principal en Galicia. Ramiro buscaba un espacio propio, el ser escritor en lengua gallega pero fuera del espacio central “Tan marcado ideológicamente” intentando traspasar las determinaciones de origen. De hecho se convirtió en el poeta gallego que más estrecha y continuada relación manifiesta con escritores y tendencias de otras literaturas, tanto de la Península Ibérica como del resto de Europa. Como ensayista publicó “As bandeiras do corsario” y como narrador se dio a conocer públicamente con el libro “Catro novelas sentimentais” al que siguieron “As regras do xogo”, «Aves de paso” , “Os leopardos da lúa” , el relato “Soños eternos”, y sobre todas ellas su obra cumbre: la Trilogía “Vidas de infancia” finalista al Premio Nacional de Literatura, compuesta por las novelas “Os meus ollos” (2003), premio “Losada Diéguez”; “Os ollos da ponte” (2004), y “As pontes no ceo” (2007), novelas memorialísticas en las que en más de mil trescientas páginas reconstruye la vida del Pontedeume de los años 60, en el marco del desarrollismo de la dictadura franquista. Constituyen la consagración inequívoca de Fonte como prosista, ya que sin lugar a dudas, son tres de las mejores novelas escritas en lengua gallega en los últimos siglos.
Unas novelas definidas en palabras de su editor como “De vivos mortos e de mortos vivos, nas que mistura lirismo, oralidade, técnica teatral, erudición e filosofías de rueiro e que, baixo os presupostos da narrativa clásica, tamén indaga nas raíces da vocación literaria”.
Siguiendo el hilo de las vivencias personales del niño Fonte, y de la prodigiosa memoria de sus familiares mas cercanos, las novelas se transforman en un testimonio de memoria colectiva y permiten entender todo un siglo de existencia en un pequeño lugar, que podría haber sido cualquier lugar de Galicia o del mundo. Fonte tiene el poder de extrapolar el marco local al concepto de universalidad. Consiguió “atopar o adn do universal na mirada sobre os espazos locais “.
Ramiro está en la memoria de sus afectos y sus lectores, pero sobre todo para la posteridad está en la Historia de la Literatura. Esperemos que por su muerte temprana no llegue nunca a formar parte de esos pintores malditos cuya obra queda en el olvido y entre todos mantengamos vivo su legado y que en un futuro próximo O Día das letras Galegas se dedique a la memoria de este artista eumés, Patrimonio de la Cultura Gallega..
Ramiro se lo merece. Galicia también.