Kennedy y el tubo catódico especial para Ferrol

maria-fidalgo-aMaría Fidalgo Casares. Doctora en Historia.-

Esta semana se cumplieron 50 años del magnicidio de Dallas, escenas grabadas en la retina de todos los que vivieron ese trágico suceso. Kennedy no era un presidente normal, tampoco Jackie era una primera dama al uso. Era la pareja más atractiva y glamourosa que jamás hubo en el mundo anglosajón. Jonh era el novio, marido, hijo y hermano perfecto… y encima católico- irlandés que es lo más parecido a un gallego que pudiese haber en Norteamérica, hasta tenía cara de hijo de marino ferrolano, y como a sus hermanos, casi te lo podías imaginar vestido de guardiamarina por la calle Real. Luego con el tiempo supimos que su apostura e innegable encanto escondían a un hombre adicto al sexo más escabroso y a todo tipo de drogas estimulantes, aparte de su incorrecta relación con la mafia. Jackie era elegantísima y con estilazo, pero no era la paciente esposa que soportaba las infidelidades de su marido, sino una interesada mujer que siendo viuda se vendió previo pago al mejor postor que no era otro que el archimillanario medíatico Aristóteles Onassis.

Siempre que sale el tema, mi madre asocia este recuerdo ocurrido en Dallas ( que antes de la serie tejana del mismo nombre se pronunciaba con ll) , con uno de los “hitos” familiares que fue la llegada del primer televisor, ya que la televisión llegó a casa pocos meses antes. Ese Noviembre estaba embarazada de la que suscribe estas líneas, con ilusión tras cuatro embarazos fallidos y se encontraba junto a mi padre y el divertido matrimonio norteamericano Archer, muy habitual de “Los Cazadores” que estaban conmocionados, sobre todo al ver como Jackie gateaba por el capó huyendo sin preocuparse un minuto por su agonizante marido, con un traje que años después supimos que era rosa chicle. Me cuesta imaginar la escena porque no recuerdo ni un momento a mi padre viendo la televisión, ya que era un bon vivant, un hombre amigo de francachelas que siempre llegaba a las tantas, normalmente tras hacer su ronda de vinos por los bares del muelle, su espacio natural o de tourné por los chambones. Tampoco era especialmente detallista, no tenía coche ni manejó más máquina que su cámara de fotos y su Olivetti de escribir, por lo que siempre me intrigó esta precocidad en la adquisición del televisor….

Hoy estoy segura de que la tele se la compró para que mi madre, cinéfila compulsiva, soportara menos estoicamente sus continuas ausencias, aunque según mi madre simplemente “ Tu padre la trajo de la Bazán” . Con el tiempo y gracias al facebook, cuyo importante valor etnográfico e identitario ya destaqué hace meses en Galicia Ártabra, en concreto por lo que está aportando en la recuperación histórica de la vida cotidiana de las ciudades pequeñas, que no suele salir en los libros, supe que el gran artífice del tema no había sido la poderosa empresa, sino Manuel Galdo Ares, Jefe de la Secretaría del Astillero del que he conseguido dos maravillosas fotografías de fines de los 50 que acompañan este artículo en la que aparece en su despacho y con su equipo.

(Manuel Galdo y su equipo a finales de los 50)
(Manuel Galdo y su equipo a finales de los 50)

Podría decirse que el Departamento de Delineación era el más “moderno” e intelectual “de todos los de la Bazán de aquellos comienzos de los rutilantes 60 ferrolanos» . Compartían planta con el despacho de Galdo y sus miembros llevaban mucho tiempo suspirando por el artilugio e hicieron todo tipo de gestiones con la colonia americana residente en Ferrol sopesando la posibilidad de traerlos en barco desde América. Pero todo eran trabas y cuando daban el tema por perdido, decidió Galdo tomar la sartén por el mango y encargarse personalmente del tema. Tuvo conversaciones con distintos proveedores de la zona y al final llegó a un sustancioso acuerdo con Lago y Lago, que tenía una tienda de electrodomésticos distribuidora de la prestigiosa Philips en la calle María, tras el Ayuntamiento llamado entonces pomposamente “Palacio Municipal“.

Encargó nada menos que cien televisores, pero no sólo consiguió un magnífico precio, sino también que la tienda se comprometiera a prorratear los pagos en plazos que entonces se llamaban letras. Asimismo “de propina” con la compra, los nuevos propietarios disfrutarían de una mesita con ruedas ad hoc muy estilosa para aquellos tiempos, por lo que encajaría perfectamente en las salitas de entonces ( incongruentemente muchas casas solían tener un gran salón inmaculado para las visitas de cortesía y una salita pequeña, marco de la vida diaria familiar) . La mesita era suficientemente estable para soportar el peso de la enorme caja de 20 pulgadas, cuyos botones laterales asemejaban dedales estriados, pero a la vez sus ruedas le conferían una gran movilidad. Me cuentan que Manuel llegó a temer que no prosperara el encargo y pasó una época bastante agobiado, ya que aunque no firmó contrato alguno, había dado su palabra… La verdad es que aunque había conseguido un precio muy ajustado, las 24.000 pesetas de entonces eran todo un dineral.. Pero la realidad desbordó las expectativas iniciales y hubo muchos más pedidos de lo previsto y según cuentan, llegó a triplicarse el gran encargo.

(Manuel Galdo en su despacho de Bazán)
(Manuel Galdo en su despacho de Bazán)

Los dueños de las teles de Galdo decían con orgullo que no sólo eran de las primeras que se vieron en Galicia, sino que eran teles “especiales», Se contaba que como deferencia a la magnitud económica del pedido, Galdo había conseguido que hicieran “un tubo catódico especial para Ferrol” que era más desarrollado y perfeccionado que los televisores que se podían adquirir en las tiendas, vamos, lo que hoy llamaríamos de “alta gama”. También decían que el tubo “ venía de Holanda” , lo que hoy parece una perogrullada ya que la Philips era holandesa, pero dicho así tenía como “más caché”. Leyenda o ficción, qué mas da, lo importante es que los ferrolanos de entonces lo creyeron así y así lo disfrutaron. Estoy segura de que el gran Siro, contaría este episodio con mucha más gracia y en primera persona, porque tuvieron preferencia en la adquisición los del Departamento de Delineación, en el que trabajaban el propio Siro y mi padre antes de que pasara al de traducción.

La tramitación exitosa de los televisores debió marcar el destino de Manuel Galdo Ares, ya que con el tiempo montaría su propia tienda de electrodomésticos, con miras a que su hijo Manuel Galdo Aguirre encauzase su futuro en ella, El comercio se llamaba Magald, jugando con las letras de su nombre que tanto se llevaba en el mundo comercial de otras décadas. Estaba la Plaza de las Angustias y su hijo continuó con esa labor durante unos años. La televisión, ya lo he contado, era Philips y duró la friolera de un cuarto de siglo, en la que la de color la desplazó, no por mal funcionamiento, sino por el sino de los tiempos. En ella vi cómo el hombre llegó a la Luna.

Por cierto que la estilosa mesita sobrevivió y hasta hace poco languidecía en perfecto estado por el “ fallao” de la ruinosa casa familiar de Amboage. La buscaré porque con la vuelta de lo retro, tal vez pueda reciclarla, convertirla en un delicioso mueble vintage… y darle un destino mejor… aunque va a ser difícil que supere al de ser la digna compañera de aquel singular y especial tubo catódico que gracias a Manuel Galdo, la Philips hizo en exclusiva para Ferrol hace ya nada más y nada menos que medio siglo.

 

 

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Un comentario

  1. Panchy Galdo Aguirre

    Gracias Maria:Por tu articulo,el cual he vivido paso a paso.
    Y en especial por esas fotos tan bonitas.Que no recuerdo en el albun familiar.
    Que sera ahora de Bazan????