La Reina Sofía visitará Cádiz este martes día 17, para entregar al portaaviones «Juan Carlos I» la bandera de combate. El barco, que tiene su base en Rota, se desplazará al Muelle Ciudad de Cádiz para protagonizar una parada naval. La bandera de combate es el pabellón nacional que portan los navíos de guerra justo antes de entrar en combate. Lo más característico de esta enseña, son sus dimensiones especialmente grandes.
El porta-aeronaves y buque anfibio «Juan Carlos I» fue construido en los astilleros de Ferrol por Navantia y es el buque insignia de la Armada Española. Su entrada en servicio jubiló al portaaviones «Príncipe de Asturias» tras 25 años de actividad.
La bandera de combate se custodia a bordo, con la esperanza de no tener que izarla nada más que en ocasiones solemnes. Se trata de un importante símbolo para la dotación del buque.
El Ministerio de Defensa recibió el barco de manos de Navantia en abril del 2010 después de cinco años de construcción. Su envergadura y versatilidad ha servido a Navantia para exhibirlo como ejemplo de la alta tecnología naval española. De hecho, países como Australia se han fijado en este buque para su Marina de Guerra. Tiene 32 metros de manga y 231 de eslora, equivalente a la longitud del terreno de juego de dos campos de fútbol.
Los 5.445 metros cuadrados de superficie útil de carga dan también idea de sus dimensiones. Distribuidos en tres cubiertas, su capacidad total de carga es comparable a la que proporcionan conjuntamente el portaaviones «Príncipe de Asturias» y las dos unidades de asalto anfibio de la clase «Galicia».
El «Juan Carlos I» ha sido diseñado con cuatro perfiles de misión: como buque anfibio, como barco de proyección transportando y empleando fuerzas, como plataforma eventual para la aviación embarcada y como buque para operaciones no bélicas.
La capacidad aérea prevista del buque es que pueda transportar y operar hasta 30 aeronaves, entre helicópteros medios y pesados, o bien entre 10 y 12 aviones. Pese a que su dotación es de 254 tripulantes, en él pueden llegar a alojarse hasta 1.435 personas. Cuenta con un hospital con dos quirófanos, sala de dentista y de rayos X, el buque insignia de la Armada tiene capacidad para realizar a bordo diagnóstico y tratamiento quirúrgico y hospitalización.
Barcelona se negó
Barcelona es una ciudad marina como pocas, no sólo por poseer uno de los puertos más importantes de la geografía española sino por su tradicional vinculación con la Armada. Pero la historia o las tradiciones son a veces caprichosas según quién gobierne en la ciudad.
Con menos bombo que las quejas públicas (que no oficiales), el Ayuntamiento de Barcelona ha puesto su granito de arena en su cruzada antimilitar en el pasado mes de octubre de 2012. Si en 2007 nadie del Consistorio protestó porque el Ejército salvara a la ciudad del apagón que sufrió, ni en el verano pasado hubo voces en Cataluña que protestaran por la presencia de 150 militares de la UME para apagar un fuego en la Junquera, la postura fue bien distinta a la hora de tratarse de abanderar al “Juan Carlos I”.
La institución que gobierna Xavier Trias optó por alejarse todo lo posible de lo militar, o en este caso, de lo marino. La Armada propuso al Ayuntamiento barcelonés que fuera el encargado de entregar la bandera de combate al buque de proyección estratégica «Juan Carlos I». Este acto es una tradición que contiene buena dosis de simbolismo. Como explica el «Ceremonial Marítimo» de la Armada, la bandera de combate «la ofrece normalmente alguna corporación o personalidad que quiere con ello dar una muestra de admiración por la Armada y crea con ella ciertos lazos de unión». Muestra, que el Ayuntamiento no estaba por la labor de realizar porque se ha negado a ser la corporación que entregue la enseña de combate al moderno buque insignia de la Marina.
Durante meses, la Marina había negociado con el Consistorio de la Ciudad Condal para que, como ya había ocurrido en anteriores ocasiones, fuera esta institución la encargada de tan simbólico acto. Durante esos meses, desde la Ciudad Condal sólo se recibíeron largas cambiadas a la propuesta hasta que acabó en una negativa.
Tras la negativa recibida en el primer intento, la Armada decidió buscar otra ciudad que quisiera estrechar esos lazos a través del acto de entrega de la bandera de combate.
La situación es peculiar desde el punto de vista de que no es la primera vez que Barcelona es la elegida para entregar la bandera de combate a un buque de la Armada. En el año 2004, el Ayuntamiento, entonces presidido por Joan Clos, fue el elegido para entregar la enseña a la fragata «Juan de Borbón» cuya madrina fue la Infanta doña Pilar. Al acto acudieron los Reyes, los Príncipes, el entonces presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, el propio alcalde, el ministro de Defensa, José Bono, y una nutrida representación de la sociedad catalana.
En el año 2011, el propio Xavier Trias recibió al entonces almirante jefe de Estado Mayor de la Armada, Manuel Rebollo, con motivo del Salón Náutico Internacional de Barcelona. Durante el acto, el alcalde elogió los tradicionales lazos de unión entre la Armada y la Ciudad Condal y la intención de mantener firme la relación entre ambas instituciones. No le ha durado mucho la intención.