La altura de los tiempos

Antonio M. CarmonaAntonio Miguel Carmona-(director diario progresista)

Cuando sube la marea todos los barcos flotan. Esperar a que cambie el ciclo político es una posición solamente partidista. Confiar en que el otro pierda para sacar ventaja, ganar un partido sólo esperando errores no forzados del contrincante, es demasiado simple.

Un grupo político debe querer gobernar siempre. Estar preparado para gobernar… mañana. Saber que el partido, no es que vaya a empezar de inmediato, es que ya ha comenzado.

Una alternativa sirve para que el gobierno, que es quien tiene que gobernar, pueda hacer músculo, pueda compararse, esté más pendiente de no cometer errores. Un gobierno, más a más si le respalda una mayoría absoluta, tiene demasiado fácil cometer errores como para ponérselo aún más fácil.

Y la alternativa, las ganas de gobernar, no deben ser proporcionales (solo) a una cierta ansiedad interna, si es que la hay, sino de nuestra capacidad de estar a la altura de los tiempos.

Si estos se revisten de la gravedad de uno de los peores momentos de nuestra historia, el país en su conjunto tiene que estar precisamente a la altura. Y, sobre todo, los hombres y mujeres públicos no pueden pasar de puntilla por los problemas, mirar para otro lado, hablar de otras cuestiones menos urgentes o… esperar a que suba la marea.

Respuesta a la pobreza, al desempleo de larga duración, a los desahucios, a las preferentes. Respuesta que nos coloque con la estatura obligada de aquellos que tienen el deber, por generación a la que le ha tocado, de sacar esto adelante.

La negligencia política pasa por esperar a que el otro se equivoque, unos, o confiarse en una mayoría absoluta, otros, para dejar que el mismo tiempo arregle solo las cosas mientras los problemas se agolpan en un cajón repleto.

Si no estamos a la altura de los tiempos, los tiempos nos mandarán al basurero de la historia. Merecidamente.

 

 

 

 

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