El estímulo me lo marca un luminoso comentario de José María Navia-Osorio a propósito de la Selmana de las Lletres Asturianes. Se celebra todos los años y «cada vez es más difícil de encontrar un escritor» que escriba en asturiano y sea por ello reconocido y premiado. La ocasión sirve también para reivindicar la iniciativa de dar clases de asturiano, que es una forma de crear empleo. El de Oviedo tiene sus dudas sobre ese planteamiento, que más bien es el cómodo expediente para subir los impuestos. No obstante, la crítica más severa que hace don José María es sobre la idea de crear un idioma «normalizado», es decir, «artificial». En su opinión eso significa que se pierde el valor auténtico del asturiano como una riqueza cultural. Además de la cuestión lingüística, don José María critica la «resistencia a convocar oposiciones» para funcionarios públicos en Asturias con el argumento de que «vendrían personas de toda España». Por lo visto, eso se considera una amenaza en una comunidad, además, que pierde población a raudales. Como puede verse, se empieza por enaltecer la lengua local (lo que antes se decía bable) y se termina encastillándose en el nuevo nacionalismo asturiano. No sé qué diría Severo Ochoa si levantara la cabeza y viera este desaguisado cultural de sus paisanos.
La lengua asturiana no está sola. Hay también en España otros idiomas sin literatura, como el murciano, el extremeño, el andaluz, el leonés, entre otros. Hace un tiempo me comunicaron la pasmosa noticia de que funciona una Academia de la Lingua Zamorana, y yo sin enterarme. Mi idea es que esos idiomas sin literatura deben conservarse como otros muchos artefactos culturales (costumbres, fiestas, casas típicas, bailes, trajes). En ningún caso esa conservación debe servir para desplazar el español de la vida pública o académica. Por otra parte, la existencia de lenguas sin literatura no es un hecho que haya que menospreciar. La mayor parte de las 6.000 lenguas que hay en el mundo carecen de literatura, y muchas de ellas ni siquiera se escriben. La literatura no se improvisa en una generación, ni en dos. Las lenguas avanzan a paso de tortuga, y eso cuando amplían el número de los hablantes. Debe quedar claro que muchos europeos son bilingües de modo natural. Una lengua no tiene por qué desplazar a otra, sobre todo cuando se trata de una lengua de comunicación internacional. Es el caso del español y de muy pocas más en el mundo. Tener esa lengua española como propia debe considerarse como una riqueza, que, además, no paga impuestos.
No creo que haya que poner muchos reparos a la idea de normalizar un idioma poco extendido y con variantes dialectales. Es lo que ocurrió con el castellano hace 500 años, con el catalán hace cien años, con el vasco hace una generación. Al parecer, ahora le toca al asturiano. Normalizar quiere decir construir una gramática, fijar el idioma a salvo de las variaciones dialectales. Es algo necesario si se quiere que no desaparezca. Lo que no logro entender es cómo podemos normalizar la lingua zamorana. Que yo sepa, no pasa de ser una colección de términos locales muy simpáticos, casi todos ellos referidos a las labores agrícolas o al modo de vida rural. Bien está salvaguardar ese tesoro, pero me niego a que pueda sustituir algún día al castellano o español. Para ese viaje no hacen falta alforjas, aunque no creo que los jóvenes actuales sepan lo que son las alforjas. Supongo que no las admiten en el equipaje de los vuelos de bajo costo.
Empezamos mal, El asturiano no es ni remotamente lengua… como mucho » variedad dialectal del castellano»… Otra cosa es que ésto les de una rabia enorme y se dediquen a falsear el idioma , copiando todo sea dicho a espuertas del gallego, tomando como normativo lo que dicen en la zona fronteriza por la úinca razón de que geográficamente e históricamente eran zonas gallegas…
Recuerdo la anécdota de Gustavo Bueno cuando llegó a la Facultad de Oviedo y vio la majadería que a una exposición de la Via Lactea le habían colocado el irrisorio título de » Camín da Leite».Le dio una patada al cartel. Le cesaron por ello como profesor emérito. Entiendo su postura. Hay quien cree que algunos somos tontos…