Sudán, donde ni miseria hay–(Carlos J, García)

Carlos J, García

Diciendo que el mundo está convulso y que las luchas tanto internas como con los países vecinos son cada vez más frecuentes, no descubro nada nuevo. El panorama geopolítico en poco se diferencia, en cuanto a guerras, al de otras épocas desde que el ser humano apareció en el Planeta Tierra, Batallar contra los demás lo llevamos en el  ADN para siempre, por mucho que lo intentemos cambiar. Le dedicamos más tiempo y esfuerzos a las discusiones, guerras y sometimientos, que a buscar la paz. Es como si viviésemos constantemente en el fracaso social
.
Pensar que no hemos sido capaces de encontrar, en toda nuestra historia, maneras de convivencia en paz y progreso, es desmoralizador. Quizás resulte que el hombre no es totalmente racional en la interacción con los demás; cayendo continuamente en la autodestrucción por las miserias más profundas. Cualquier época de nuestra historia está protagonizada por la violencia y exterminio del otro, parece que vivimos constantemente en guerra y odio; y no aprendemos.

Quizás uno de los territorios que más sufre la violencia es África; y Sudán, un territorio de 1.900.000 km2, flanqueado por Egipto, Sudán del Sur, Eritrea, Etiopía, Libia…. probablemente sea el que más sufre la barbarie de las guerras internas y exterminio de una buena parte de su población. Se me ha ido de la  memoria cuando en Sudán han tenido paz y algún sosiego.

Sudán, una rica tierra, donde la hambruna, el dolor, la enfermedad, el asesinato… en una palabra, la muerte, parece que tiene el campamento de prácticas. Es un territorio donde el exterminio étnico es el trabajo diario. Una nación en la que miles de sus habitantes, sin entender por qué, se alimentan de pienso y cáscaras de cacahuete, porque las diferentes bandas armadas no permiten que llegue la ayuda humanitaria; viven entre cadáveres y cada día son asesinadas personas con la excusa de que piensan diferente. A los sudaneses los hemos convertido en ciudadanos que no tienen absolutamente nada, ni siquiera miseria.

Este panorama tan alucinante y apocalíptico es otra vergüenza más para todos; parece que nadie le importa. Casi ni se habla de ella ¿Cómo es posible que nadie defienda a una población de un exterminio diario como el que sufren los millones de personas atrapadas entre dos guerrillas, que además se quieren matar entre ellas? Les doy un dato terrible. En noviembre pasado ( hace un mes), las personas desplazadas ya son más de 11 millones y medio. Y lo
estamos viviendo como espectadores, Es, quizás, la mayor crisis humanitaria del mundo. Pero lo vemos callados. De vez en cuando vemos alguna foto en la prensa, o alguna noticia en televisión. A veces los gritos angustiosos de misioneros y voluntarios a través de los medios de comunicación religiosos, pero cada vez menos; es posible que ya no queden. Y el resto, callados. Actitud que nos hace cómplices a todos.

Lo triste es que hay más situaciones similares tanto Oriente como occidente, en democracias o totalitarios. Todos ocultan la pobreza y la violencia contra ella. Las cifras más que escandalosas, son dolorosas. Échenle un vistazo en cualquier página de Internet y lo podrán comprobar. Y en lo doméstico, nuestra España, para echarse a temblar. Lo triste es que no creo que este panorama cambie; en todo caso apunta a que aumente y es desmoralizante,

Lo que más me duele son los discursos político-democráticos ) que defienden lo contrario a lo que hacen en el secreto apoyo a quienes provocan estas situaciones envueltos en banderas del medio ambiente, ecologismo (casi siempre muy barato) derechos humanos, etc. que vende mucho mejor pero poco más. Mi pregunta es ¿por qué instituciones como Naciones Unidas, o, me la invento, fuerzas asociadas, (o el título que quieran darle), no intervienen con más energía para defender y proteger a las personas y países con mayor pobreza?

Una pregunta a la que le queda demasiado lejos la respuesta y que los “e a pie”, quizás nos resignamos demasiado. Pero no perdamos la esperanza del cambio a la paz en el que todos debemos protagonizar y evitar que nuestro legado sea la miseria.

La esperanza no la debemos perder y en ella quiero agradecerles su tiempo al leerme y desearles mis mejores deseos de paz, libertad y esperanza y que siempre sea Navidad para todos.

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