Cada 25 de noviembre, Galicia se tiñe de luto y reivindicación. Es el día en el que la sociedad, las instituciones y los medios de comunicación nos unimos para recordar a las víctimas de la violencia machista y para reafirmar nuestro compromiso con la erradicación de esta lacra. Sin embargo, este año, la conmemoración viene marcada por la fría persistencia de las cifras, que nos recuerdan que la lucha está lejos de terminar. La violencia de género no es un fenómeno coyuntural ni un asunto privado; es una tragedia estructural que exige una respuesta integral y constante.
Los datos de 2025 son un espejo incómodo de nuestra realidad. El sistema VioGén ha registrado más de 6.000 casos activos en Galicia. Las denuncias siguen aumentando, con Galicia situándose como la quinta comunidad autónoma con mayor incremento en el primer trimestre del año. Si bien un mayor número de denuncias puede interpretarse como un signo de mayor confianza en el sistema y de menor tolerancia social, también evidencia que miles de mujeres siguen viviendo bajo la amenaza del maltrato, enfrentándose a lesiones graves o sexuales. Y lo que es más doloroso, en lo que va de año, varias mujeres han sido asesinadas en nuestra comunidad autónoma, sumándose a las más de 1.300 víctimas mortales en toda España desde 2003.
Estas cifras no son meras estadísticas; son vidas rotas, familias destrozadas y el fracaso colectivo de una sociedad que no ha sabido proteger a sus ciudadanas. La violencia machista se nutre del silencio, de la invisibilidad y, en los últimos tiempos, de un negacionismo peligroso que pretende restar importancia a la desigualdad y a sus consecuencias más letales. Combatir este negacionismo es una responsabilidad ética y democrática.
La respuesta no puede limitarse a los actos simbólicos del 25N. Debe ser una prioridad política real y sostenida. Esto implica:
Reforzar los recursos asistenciales y judiciales: Asegurando que cada denuncia se traduzca en una protección efectiva y en una respuesta judicial ágil.
Priorizar la prevención y la educación en igualdad: Invirtiendo en programas que promuevan relaciones respetuosas desde la infancia y la juventud, combatiendo los estereotipos de género que perpetúan la desigualdad.
Implicar a toda la sociedad: La lucha contra la violencia machista no es solo una «cuestión de mujeres»; es un desafío que compete a todos los hombres y mujeres que aspiramos a vivir en una sociedad justa y libre.
En este 25 de noviembre, desde Galicia Ártabra nos sumamos a la voz unánime de las víctimas y de las asociaciones que luchan por sus derechos. Es hora de pasar de la condena a la acción contundente.
Galicia tiene la obligación moral de liderar el camino hacia la erradicación total de esta violencia, garantizando que todas las mujeres puedan vivir libres de miedo y de maltrato. Solo con el compromiso firme de todos, y cada día del año, podremos empezar a escribir un futuro diferente.
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