Pedro Sande García
Me imagino que en los últimos tiempos habrán oído de forma insistente y poco cariñosa el uso del término Woke. Alrededor de ello hay varias cuestiones que me intrigan y desconciertan. La primera, el significado del término, la segunda, el porqué de esta expresión para desarrollar una campaña de desprecio y de odio hacia ciertos colectivos.
Por último, no logró entender cuál es la razón de ese desprecio hacia aquellos con los que no se coincide en pensamiento, preferencias y orientaciones hasta el punto extremo de desear su extinción. A lo largo de esta crónica iré desgranando estas cuestiones.
Comenzaré por el significado de la palabra Woke. Al igual que para conocer el significado correcto de una palabra en castellano hago uso de la RAE en este caso he usado el diccionario de Oxford el cual dice que el término Woke es el pasado simple del verbo wake que significa despertar. Y fue con este significado como comenzó a utilizarse Woke a mediados de los años sesenta del siglo pasado por la comunidad negra de Estados Unidos. Y ese despertar hacía referencia a la necesidad de estar alerta con la injusticia social. Su difusión se extendió más allá de la comunidad negra ampliando su significado y en 2017 el diccionario de Oxford incluyo una nueva acepción: Ser consciente de temas sociales y políticos, en especial el racismo. A partir de ese momento el término derivo en dos significados contrapuestos. El de los que con orgullo se sentían Woke estando vigilantes a todo de tipo de discriminación e injusticia y los que lo empezaron a utilizar como insulto para descalificar al grupo anterior. Parece evidente que quien ha ganado la batalla son los que se han apropiado de este término para generar una feroz campaña de desprestigio hacia sus adversarios políticos. Llegado a este punto es cuando he encontrado respuesta a otra de las cuestiones que me intrigaban. Porqué se ha usado este término para desarrollar una campaña que pudiera parecer de descredito del adversario político cuando en realidad es el reflejo de una ideología que desprecia y odia a determinados colectivos. Fue el Papa Gregorio XV quien estableció De propaganda fide con la intención de extender la evangelización de los pueblos paganos pero fue el ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, quien elevó el uso de la propaganda a auténtico arte consiguiendo que la propaganda desplegada por el régimen nazi fuese tan efectiva como la terrible maquinaria de guerra que construyó el nacionalsocialismo. La espeluznante tesis de Goebbels es la misma que han decidido usar los ideólogos del antiwoke «avivar e inculcar el odio funciona», a lo cual yo añadiría, «permitiendo conseguir importantes réditos políticos». La analogía en la propaganda usada por los que odiaban a las razas inferiores y los que odian a los liberales, a la izquierda, a los que abogan por cuestiones como la equidad racial y social, el feminismo, el movimiento LGBTI, el multiculturalismo, el uso de vacunas o el activismo ecológico es muy significativa. Es cierto que también es muy significativa la gran diferencia en cuanto a los medios utilizados para anular a los woke y a los individuos de razas inferiores, pero esa brecha ya se ha saltado más de una vez en la historia.
Intento descubrir cuál es la razón de que existan ideologías que centran todo su pensamiento en la obsesión sobre aquellas personas que defienden la libertad de pensamiento, la libertad sexual, la libertad ideológica, la libertad religiosa,…sean esas personas de izquierdas, de derechas, liberales o progresistas. Creo que la explicación de esa rabia y odio visceral se debe a un grado de intransigencia, falta de respeto e irracionalidad muy elevada. Este nuevo modelo de pensamiento antiwoke utiliza como disculpa el exceso de dogmatismo de algunos grupos woke para ocultar la verdadera razón que les mueve, y esa no es otra que su obsesión y desprecio hacia todo aquello que no sea el pensamiento único y correcto, el suyo. Todo lo que se salga de esa línea de pensamiento único debe de ser despreciado, insultado, vapuleado y eliminado.
Se preguntarán ustedes cual es la respuesta al título de esta crónica, estoy convencido de que el veredicto es que soy un woke, no me importa si esta afirmación acarrea que sea vapuleado pero lo hago tanto para reafirme en mis convicciones como para oponerme al odio y a la intransigencia. Coincido con los creyentes en la denominada igualad divina como llamada a la justicia y a la imparcialidad en nuestro trato con los demás así como en el mensaje de Jesús que mando a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, sin condiciones ni restricciones. Este amor no debe estar limitado por barreras de raza, clase, género o cualquier otra distinción.
No se me ocurren, para terminar esta crónica, mejores palabras que las utilizadas por Adrien Brody en la última ceremonia de los Oscar. «Que el pasado nos recuerde que el odio no puede normalizarse», «Rezo por un mundo más sano, feliz e inclusivo», «El pasado puede enseñarnos algo: no permitir que el odio se descontrole»,
Cuídense mucho.
Sería un buen intento si no fuera porque la cultura woke, en realidad, lo que pretende es adoctrinar y silenciar toda disidencia ideológica hacia los que no creemos que los derechos colectivos están por encima de los individuales.
El moviminto anti-woke pretende que no se adoctrine a los niños en las aulas en la ideología de género, que no se demonicen los avances que la cultura europea grecolatina y judeocristiana ha traído a la civilización y que no se recialice todo.
Además de eso, no hay más que ver quiénes son sus ideólogos y cuáles son sus objetivos… pero el rizo de los rizos es pretender que la cultura woke tienes sus fundamentos en la Iglesia Católica, cuando es la cultura que más ataca al catolicismo y más anticristiana que pueda haber.
PD: Me gustaría que aportase usted algún testimonio contra «la libertad de pensamiento, la libertad sexual, la libertad ideológica, la libertad religiosa…» basado en hechos, y no en un relato que obvia la verdad, especialmente cuando si cree en la libertad de pensamiento, no es especialmente acertado ponerle un límite a la misma.