Julia M.ª Dopico Vale y Piñeiro
Quedó inaugurada desde la tarde de este sábado, día 15 de marzo, la Fiesta de las Pepitas en la que la canción
acompañada de bandurrias, mandolinas, laúdes, guitarras, capas, escarapelas, cantores y alegría se dan encuentro en esta “ciudad lógica, enclavada en una tierra mágica”, como decía el escritor Torrente Ballester para referirse a Ferrol, en donde esta tradición musical sobrevive enraizada con los lejanos orígenes de la canción popular europea y las “canciones de ronda” en las que los enamorados “hacen las rondas” a sus novias o amadas y que prenden en el rico y diverso folclore español y mágicamente aquí en algo tan único y especial como es esta fiesta en la que se loa la belleza de la mujer ferrolana con nombre de “Pepita”.
Esta búsqueda y hallazgo de la belleza lo vienen haciendo los artistas desde tiempos inmemoriales puesto que la
finalidad de la creación artística “nel senso più ampio” es recrear, transmitir, buscar belleza… por supuesto con independencia de género. Por eso en los albores del S.XXI surge rompiendo la costumbre una rondalla femenina ‒si bien y como sabemos el papel femenino en la música ha sido siempre obviado o relegado‒. Esta rondalla, Só
Elas, me invitó como compositora en la edición de 2024 a escribir una pieza (vals) que dediqué con el título Cantad a mi trovador, y en esta edición 2025 vuelvo a estar presente escribiendo para la rondalla mixta, Lucero del Alba, el pasacalle Pasa el Lucero del Alba, siendo en ambos casos autora de texto y música.
No soy la única, ciertamente. Siempre hubo excepciones que confirman la regla. Y por eso, especialmente, en esta entrañable fiesta de las Pepitas en la que los caballeros cantan la belleza de la mujer Ferrolana, vengo yo a dedicar estas líneas a la belleza de aquellas mujeres que teniendo prácticamente todo en contra, siguen buscando,
transmitiendo y recreando, cada una en la medida de sus posibilidades, la belleza del arte y de la canción.