Enrique Barrera Beitia
Cuando JM Rey Varela hizo su candidatura priorizó la capacidad de ganar una mayoría absoluta. Nada que objetar al respecto, porque es lo que hace cualquier partido con aspiraciones reales para alcanzar la alcaldía, mientras que los que son conscientes de que esa meta está fuera de su alcance, elaboran sus listas pensando en hacer un buen papel en la oposición. Se supone además, que tanto el PP como el PSOE son capaces de simultanear listas atractivas con capacidades de gestión.
El actual alcalde acertó en el primer objetivo. Sabedor de que el concejal número trece siempre es difícil de obtener, buscó articular una candidatura que no provocase rechazo en la franja de 1.000 ferrolanos que votan indistintamente al PP o al PSOE, y para ello reclutó independientes moderados, algunos de los cuales podrían estar perfectamente en una lista socialista. Sin embargo, ha evidenciado bajas capacidades de gestión en 2024, que en parte han sido tapadas por las obras públicas iniciadas con la alcaldía de Ángel Mato, y que han ido finalizando a lo largo del año.
Uno de los principales termómetros para medir la gobernanza de una ciudad es la capacidad para usar los recursos disponibles en el presupuesto, y nos encontramos con que el grado de ejecución en 2024 según los propios datos de la tesorería local ha sido sólo del 38%., en buena medida porque de los cuarenta millones previstos para inversiones reales se han ejecutado menos de cuatro. Veamos los datos de licitación de obras por los últimos gobiernos municipales:
2011-2015 (mayoría absoluta PP) 26.6 millones de euros
2015-2019 (Ferrol en Común en minoría) 14.6 millones de euros
2019-2023 (PSdG-PSOE en minoría) 37.4 millones de euros
Es decir, un gobierno en minoría y que tuvo que gestionar el confinamiento de Ferrol por la COVID, licitó
casi tanta obra como en los ocho años anteriores.
En la gestión del día a día se ha mantenido un nivel de resolución bastante discreto para un grupo municipal con mayoría absoluta y bien surtido de asesores, destacando en mi apreciación cuatro aspectos negativos:
1. Un recuperación sólo parcial de las necesidades existentes en la plantilla municipal.
2. Pasotismo en la huelga del transporte metropolitano, que ha terminado a comienzos del pasado mes de
diciembre, causando muchas molestias a los ferrolanos que usan este medio de transporte. Es una obviedad que el gobierno local lo ha vivido como algo ajeno.
3. Una política fiscal contraria a lo prometido en la campaña electoral. Se ha subido un 10% el IBI para 2025 (dos millones más con 24 euros de media) y hubo un sobrepago a SOGAMA de 826.000 euros. Por el contrario, se han perdonado los impuestos a la Autoridad Portuaria.
4. Durante el mandato anterior el plazo de pago a proveedores era de 37.5 días, y en el 2024 ha sido de 56 días.
Respecto al modelo de ciudad que se define por grandes actuaciones como pueden ser sostenibilidad, suelo industrial, política turística, fomento de emprendedores y universidad, se aprecia poco movimiento, y el que hay resulta preocupante. Es el caso del retroceso de la peatonalización (todavía no se ha implantado la obligatoria Zona de Bajas Emisiones), o la apuesta por un polígono industrial con menos del 10% de la superficie que Ferrol necesita.
Pese a que nuestro alcalde, al que no niego ni inteligencia ni don de gentes, está buena parte de la semana en Madrid como senador, no se ha caracterizado por entrevistarse con ministros cuyo concurso se antoja muy necesaria para Ferrol.
La conclusión es que comparado con el anterior gobierno socialista en minoría, se persigue otro modelo de ciudad, y que sorprendentemente hay menos capacidad de trabajo.