El obispo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos, publicó este miércoles, 25 de diciembre, Día de Navidad, un mensaje bajo el título ‘Tenemos hambre‘ en el señala que
«Hace unos días, uno de nuestros sacerdotes me comentaba cómo percibe hoy en muchas personas la necesidad de sentido, la búsqueda de trascendencia, el hambre de horizontes y esperanza. Me explicaba cómo él sentía que hay muchos peregrinos que se acercan en busca de algo diferente, que escuchan con atención cuando se les habla de palabras trascendentes, que se arrodillan y oran en el silencio buscando ese algo para el que está hecho el corazón humano. En definitiva, que él descubría que había en nuestro mundo mucha hambre de Dios.
Es evidente que vivimos tiempos muy complejos, con serios nubarrones que amenazan nuestra paz y seguridad. En la sociedad del bienestar hemos querido llenar el vacío del corazón con objetos para comprar, poseer y consumir. Y, sin embargo, aunque en muchas ocasiones tenemos de todo, necesitamos de algo que llene de plenitud y de felicidad el vacío existencial. Por eso, no me extraña que la gente busque y se acerque en tantas ocasiones a lugares, espacios, personas, prácticas, métodos… en el deseo de saciar esa hambre que, aunque no se diga, se expresa en tantas formas y maneras. Sin duda, el ser humano es un ser hambriento de absoluto, de eternidad, de plenitud y felicidad.
La modernidad nos hizo pensar que la ciencia y la tecnología darían respuesta al corazón humano. Por eso, muchos pensaron que lo religioso formaría parte de una etapa primitiva, ya superada y trasnochada. Se consideró que hasta Dios se convertiría en un enemigo del ser humano, alguien fácilmente prescindible e inservible. Pero, sin embargo, aquellos tiempos nos han traído otros que indican un agotamiento y cansancio, una búsqueda y fatiga que manifiesta el hambre que nuestra sociedad no puede calmar.
Y me parece hermoso hablar de todo esto precisamente en la Navidad. Todos sabemos que el centro de la Navidad es un Niño en un pesebre. Como el anuncio de los ángeles a los pastores hoy se nos vuelve a decir a nosotros: “Hoy, en la ciudad de Belén, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Un pesebre que nos habla de hambre y de comida… una ciudad, la ciudad de Belén, que nos habla de pan. Porque, como sabéis, Belén significa etimológicamente “la casa del pan”.
Me parece bonito que nuestro Dios pensara todo esto a la hora de nacer para todos en Belén. En medio de nuestra hambre, de nuestras búsquedas, Jesús se nos ofrece precisamente como ese pan que sacia: pan tierno, pan eterno, pan gratuito, pan sabroso, pan sencillo, pan que sabe a gloria…
Te invito a que, en estos días de Navidad, no solo llenes tu estómago de comidas y turrones, de fiestas y abrazos, de encuentros y de uvas… Te invito a que comas a este Niño que se hace Pan, Pan de Vida. Ese pan que necesitas, ese pan que buscas. Te invito a que te acerques a este Niño que desde el pesebre sacia el hambre de la humanidad. Él es el alimento que Dios nos ha dado para colmar nuestros anhelos. En él también nosotros podemos encontrar el descanso en nuestra ruta, como hicieron los Magos; en él podremos poner la esperanza para nuestros sueños, como hicieron los pastores; en él descubriremos la paz de los pueblos, como cantaron los ángeles.
A todos, de corazón, como hermano y amigo, ¡Feliz Navidad!
Fernando García Cadiñanos