Enrique Barrera Beitia
De los autores de “ETA está más viva que nunca”, “España está peor que Venezuela” y otros grandes éxito, llega ahora “El independentismo gobierna España”. La trama gira en torno a un político aparentemente socialista (Salvador Illa), que en realidad es un independentista exitosamente camuflado durante años, y que aprovecha los resultados electorales en Cataluña para iniciar un nuevo y más sofisticado procés. El primer paso es robar el dinero a las otras comunidades, pero un grupo de españoles se unen para impedirlo.
Este tipo de relato encajaría perfectamente en el esperpento que Ramón María del Valle-Inclán elevó a la categoría de género literario, pero estos hechos grotescos y desatinados son los que sostienen la estrategia de comunicación de nuestra derecha política. Como en este país abundan las gentes que critican libros que no han leído o películas que no han visto, el esperpento funciona porque pocos saben como se reparten los fondos autonómicos, pero muchos están dispuestos a aceptar que si los catalanes pueden robarnos, nos robarán.
¿Quieren más pruebas? Todos los presidentes autonómicos, menos los de País Vasco y Navarra, reconocen que la norma para repartir los fondos entre 2009 y 2014 está obsoleta, pero ninguno pidió hasta ahora actualizarla porque todos han ido recibiendo cada año más dinero, aunque con diferencias y agravios.
Veamos este desajuste en el aumento de los recursos por autonomía, desde 2011 a 2022 en euros por habitante ajustado, es decir, incorporando el coste de factores como la insularidad, la dispersión o la vejez.
La cifras corresponde a FEDEA. En la hilera central figura el PIB per cápita de 2022 y en la derecha el % que recibe respecto a su PIB.
Pues bien, tras la investidura de Salvador Illa el gobierno parece decidido a imponer una revisión del modelo, y para que todos estén conformes, debe aportar más dinero. Ya se barajan oficiosamente cifras en torno a los 6.000 millones anuales, que pueden ser asequibles porque la buena marcha de la economía hace que aumente la recaudación. Pedro Sánchez llamará a los presidente/as de las CC.AA y les hará una propuesta mejorando su financiación. Si no la aceptan, dirá que anteponen los intereses de su estrategia partidista a los intereses de su comunidad, y no hay que ser economista para reconocer que por lo menos Murcia, Valencia y Andalucía, gobernadas por el PP, necesitan desesperadamente llegar a un acuerdo con el gobierno central.
Así que ya ven ustedes. España se mueve y avanza muchas veces como respuesta a lo que hacen los catalanes. Me dí perfecta cuenta de esto en 1979 asistiendo a los actos públicos que pedían a los aragoneses el voto favorable a la Constitución. Lo que más preocupaba era la autonomía, y eliminando los matices, las posturas se podían resumir con la siguiente frase: “yo estoy en contra de la autonomía, porque es mucho lío y más gasto, pero si los catalanes tienen autonomía yo también la quiero para Aragón”. Este mismo razonamiento lo escuchaba en las conversaciones de los bares y en la calle, y supongo que sería lo mismo en otros territorios de España, así que si hoy se pide una opinión sobre el concierto fiscal singular para Cataluña o como quieran llamarlo, lo más probable es que la gente diga que se opone, pero que si finalmente se lo conceden, también lo quieren para su comunidad.
Si el gobierno decidiera darnos un tortazo los viernes, usted escribiría un artículo alabándolo, pero el simple hecho de mencionar a ETA de forma jocosa ya nos da una muestra de su catadura moral, porque es obvio que sí existe, está en las instituciones, organiza homenajes, sus miembros no han pedido perdón y no se ha reparado el daño en vidas, mutilaciones y sabotajes.
Le recomiendo que otra vez bromeee con un tema menos delicado.