Julia M.ª Dopico Vale
Este mismo sábado tuvo lugar en la Sala Capitular del Monasterio de Sobrado dos Monxes el concierto “ Cantar da ialma” protagonizado por la soprano y tañedora de arpa de cristal ( “instrumento que mezcla el canto mágico de la
tierra con vibraciones cósmicas, aportando una indescriptible sensación de paz”), Susana de Lorenzo, cuya exitosa trayectoria musical y artística es fruto de un profundo compromiso incluso anímico participando en proyectos como
“Lux Aeterna” en el que se enmarca este concierto y que es, como ella misma afirma “un proyecto de corte espiritual en el que cabe cualquier manifestación artística que apunte a la sublimación de la persona; un remanso de elevación y la decisión de lanzarse a la contemplación activa”.
Musicalmente, Susana de Lorenzo, ofrece una amplia trayectoria actuando como intérprete con las orquestas Sinfónica y Real Filharmonía de Galicia, con la de Melide, fundada por el maestro Fernando Arias, con la Orquesta de Cámara Galega, dirigida por Rogelio Groba Otero o con la Banda Municipal de A Coruña, abarcando un repertorio versátil en cuanto a épocas e incluso a géneros; estrenando nuevas creaciones y recuperando otras como la música de la compositora romántica compostelana, Eugenia de Osterberger y también siendo miembro del mítico grupo “Doa” o fundando “Deusa Tola”, con Xoán Piñón.
Esta vez, acompañada por el artista multidisciplinar Jesús ArtÉxtasis, licenciado en bellas artes y excelente escritor del que pudimos escuchar recitando “a viva voz” un poema creado para la ocasión sobre el Sonido y las Piedras, por la lectora ‒en latín y griego‒Mística Fonticoba y la pianista Carla Brenllo Lorenzo, pudimos escuchar el espiritual concierto de repertorio sacro‒salvo la cantiga Ondas do mar de Vigo, de Martín Códax‒ partiendo del heleno Epitafio de Seikilos, la “melodía más antigua que se conoce” y pasando por el religioso
medievo de Santa María, estrela do día de “ El rey sabio”, obras de la “sibila del Rin”, Hildegard von Bingen, considerada una de las “personalidades más influyentes, polifacéticas y fascinantes de la historia de Occidente”, de la que sonaron O Virtus Sapientae y Caritas abundant; el himno de Santo Tomás de Aquino Pange Lingua; Mariam matrem Virginem del Llibre Vermell de Montserrat, el “libro rojo” que contiene cantos entonados por los antiguos peregrinos; el Cantar del alma‒ Que bien sé yo la fonte que mana y corre/ aunque es de noche…‒ de San Juan de la Cruz y ya, acompañada con el piano, Panis Angelicus de C. Franck y el célebre Ave María de Schubert.
Un concierto que “surge del amor de una voz por resonar en entornos únicos, siendo la piedra su mejor compañía”. Y así fue, sin duda.