Pedro Sande García
Nunca me han puesto una venda en los ojos pero si lo hicieran, y me pasearán por diferentes lugares del mundo, sería capaz de reconocer, con total exactitud, si me encuentro en uno de mis lugares mágicos. El característico acento de los ferrolanos mezclado con el exclusivo vocabulario de la ciudad naval, el susurro de los ameneiros
cuando camino por la senda de la laguna o el inconfundible murmullo del atlántico cuando sus aguas desaparecen en las arenas de mi querida Frouxeira. Además de esos sonidos que estimulan mis sentidos hay una expresión, que aun no siendo exclusiva de esos lugares, me permite percibir donde me encuentro. «A mayores«, curiosa locución, con una sonoridad que no me agrada y que debe de ser el motivo por el que la haya excluido de mí vocabulario.
El pasado 20 de julio realicé una pregunta a la RAE sobre el uso de dicha expresión recibiendo en dos días la respuesta a las dudas que tenía sobre dicho vocablo.
@RAEinforma. El uso de «a mayores» con el sentido de ‘además’ se registra especialmente en la lengua coloquial de Galicia, León, Salamanca y Cataluña. Ver el «DEA»: tinyurl.com/23yukds9 (pulse el botón «Vista avanzada» para ver ejemplos reales de uso).
Siguiendo las instrucciones de la RAE accedí al Diccionario del español actual (DEA) donde se citan diversos ejemplos del uso de la expresión. Elegí el de Juan Benet en su obra «Otoño en Madrid»: Presumía de que su manera de marcar el vals no tenía par en nuestra generación. A mayores, en cualquier momento podía dar el giro a la izquierda, si la señorita era de tobillo fino y se dejaba llevar. Como habrán podido comprobar una deliciosa prosa donde se incluye la expresión que yo he tenido el atrevimiento de denostar por su sonoridad.
Como ya sabrán ustedes, y la RAE nos confirma, «a mayores» tiene el significado o es sinónimo de «además». En mi experiencia sonora el ámbito donde más la he escuchado es en el sector de la hostelería donde quiere decir «además fuera de carta». Y si ya no me gusta el uso de dicha expresión menos me gusta el «fuera de carta». Solo
recuerdo una vez que me recitaran las viandas de fuera de carta informándome del precio de cada una de ellas, lo cual, el desconocimiento del precio, es algo que me enfada y molesta. Desconozco el porcentaje de culpa que tiene en ese pequeño enfado el uso del término «a mayores» o la falta de información sobre el precio.
Sin duda son esas pequeñas manías u obsesiones las culpables de mi malestar con expresiones, algunas de ellas correctas desde el punto de vista de las normas lingüísticas y gramaticales, que se usan de forma más o menos frecuente. Además de la que da título a este artículo citaré alguna más. En alguna ocasión he oído decir que la RAE había aceptado el uso del término «cocreta», un horrible vulgarismo que nunca ha sido aceptado por el diccionario de la Real Academia. Seguro que han oído muchas veces la expresión «que aproveche», cuyo origen está en la costumbre de cuando el bien visto, debería haber dicho el bien oído, eructo de después de comer iba acompañado de la locución «buen provecho». Nunca utilizo el término «que aproveche» y tampoco me gusta que me lo digan, les aseguro que no es por su desagradable origen, es una expresión que me molesta. Permitir por parte de la RAE el uso de almóndiga lo considero un atentado al buen gusto y un reconocimiento para usar un vulgarismo que debería ser erradicado de nuestro diccionario.
Como verán hay expresiones que me desagradan, sea por su sonoridad o mis propias obsesiones, estén o no aprobadas su uso por la RAE. Termino citando, a mayores de las citadas locuciones, algunas otras joyas lingüísticas: Descambiar, voy a coger un taxis, asín (vulgarismo de así), llamastes, comistes, de seguro que, dotor,…En fin, manías que tiene uno.
Me despido de ustedes, espero que hayan disfrutado de sus vacaciones estivales y, a mayores, cuídense mucho.