José Manuel Otero Lastres
Desde hace algún tiempo veo que se produce muy a diario lo siguiente. El líder político único necesita entregar algo de nuestra Constitución para seguir en el poder. Y personas que habían expresado públicamente para la generalidad que lo que desea ahora el líder no es posible, cambian inmediatamente de parecer y se entregan a hacerlo posible. Es decir, no hay solo uno que cambia de poder, sino que sus directamente allegados inician las conversaciones para hacerlo posible.
Pues bien, hay una expresión en castellano para designar a los que siguen de inmediato al líder. Son los “idiotas útiles o tontos útiles”. Está expresión era usada para describir a los simpatizantes de la Unión Soviética (URSS) en los que estaban en países occidentales, y se adherían a las propuestas del régimen de la URSS.
La expresión implica que, aunque el simpatizante en cuestión se veía a sí mismo como aliado de la URSS y de otros países comunistas, lo utilizaban como un “tonto más” que se dedicaba a pregonarla.
Este vocablo compuesto es ahora usado más ampliamente para describir a una persona que cree que está luchando por una causa, sin comprender plenamente las consecuencias de sus acciones y que es cínicamente manipulada por los líderes de la causa o por otros actores políticos de cualquier otro movimiento o ideología política.
El idiota útil tampoco conoce o simplemente ignora los objetivos reales de dicho grupo o ideología al cual dice adherir o defender. Decide seguir lo que decide el líder porque es un allegado irrelevante que solo debe cumplir sus deseos.