Descifrando a Pedro Sánchez-(Enrique Barrera B.)

Enrique Barrera Beitia

¿Cómo definir a Pedro Sánchez?
Unos dirán que es un político oportunista y sin principios, y que para alcanzar y retener el poder sacrifica lo que sea. Otros dirán que es un estratega que maneja bien los tiempos para alcanzar objetivos legítimos de manera escalonada. Querer el poder es criticable si se considera un fin en sí mismo, pero no si se usa para ejecutar proyectos, y eso explica que una parte importante de los españoles apoye a Pedro Sánchez no por lo que ha dicho y dice, sino por lo que ha hecho y hace.

Incluso los que creen que Pedro Sánchez es un vulgar diletante, reconocen que siempre encuentra una solución para salir de las dificultades que le plantea la oposición, o de las que aparentemente se crea el mismo. Dirán que haciendo esto está obligado a realizar unos movimientos que empeoran progresivamente su situación, con lo cual terminará perdiendo. Es lo que en ajedrez se conoce como “Zugzwang” pero… ¿y si todo forma parte de un cronograma? Cuando haces un movimiento en ajedrez tienes que prever la respuesta del rival, y los buenos jugadores anticipan diez o doce jugadas y no dos o tres. Son consecuencias tan sospechosamente felices, que hay que preguntarse si sólo es un político bendecido por la suerte.

Pedro Sánchez tuvo que incluir a Podemos e Izquierda Unida para ser presidente, y a partir de este momento empieza el “Zugzwang”. Primero pactó con los independentistas catalanes los indultos y la amnistía, y hace unos días accedió a una financiación singular para Cataluña, porque la clave de bóveda para la próxima campaña electoral es que Salvador Illa preside la Generalitat. Todos estos movimientos, forzados o aparentemente forzados, empujan a España a una situación muy deseada por la militancia socialista: más izquierda y más federalismo. De rebote, ha metido a los independentistas catalanes en dique seco durante una temporada, y contempla la jubilación de Puigdemont.

Es probable que Pedro Sánchez esté donde quería estar, pero sus rivales consideran que no es tan inteligente como para planificar todo esto, así que le adjudican la condición de discípulo de Maquiavelo especialmente bien dotado para asestar finas estocadas florentinas, porque desde que entró en política ha ido deshaciéndose de todos sus rivales, tanto dentro como fuera del PSOE. También añadirán que en su camino hacia adelante empuja a España al caos y a la ruptura, pero el crecimiento económico y la evolución del desempleo apunta a un fortalecimiento social, y la frase de “España se rompe” se ha repetido demasiadas veces para tomarla en serio, y no cuadra con la evolución política en Cataluña.

Por otra parte, el anti-catalanismo latente en la sociedad española provoca la paradoja de replicar en casa propia lo que se critica en la ajena. Es muy probable que el acuerdo financiero no tenga suficiente apoyo parlamentario, pero si saliera adelante no duden que funcionará el efecto contagio y transcurrido un tiempo prudencial, Madrid y Baleares negociarán en la misma dirección.

La oposición impone el relato y controla la agenda mediática (casos Koldo y Begoña Gómez, amnistía y financiación), pero es significativo que sin poder colocar en primer plano los resultados económicos, el PSOE no acuse desgaste electoral, al contrario que Podemos y Sumar, que sólo sobrevivirán en la próxima cita electoral si Pedro Sánchez les da respiración asistida; hay soluciones creativas para ello.

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