(Gráficas para Galicia Ártabra)-El clero de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol cuenta desde la tarde de este domingo, día 30 de junio, con un nuevo sacerdote después de la ceremonia de ordenación sacerdotal de Salvador Calvo Berenguer que se ha celebrado en la concatedral de San Julián, en Ferrol.
La ceremonia ha sido presidida por el Obispo de la diócesis, Fernando García Cadiñanos, en un templo abarrotado de fieles, y en el que se encontraba acompañado por el obispo electo de Tui-Vigo Antonio Valín, hasta hace unas fechas vicario general de la Diócesis; junto con el nuevo vicario, Gonzalo Varela Alvariño y unos cuarenta sacerdotes diocesanos, de la Archidiócesis de Santiago, y de comunidades religiosas.
La parte musical estuvo a cargo de componentes de varias agrupaciones.
El sacramento del orden del presbiterado se celebra siempre dentro de la misa, cuando termina la liturgia de la Palabra, y antes de la Eucaristía
Esta ordenación tuvo elementos comunes y diferentes. Entre los símbolos y gestos que se realizaron en esta ceremonia, primero tuvo lugar la llamada y presentación. Una vez proclamado el Evangelio, el candidato al sacerdocio fue llamado y presentado ante el obispo, sentado en la cátedra. Un sacerdote, en este caso el rector del Seminario, en nombre de la Iglesia local pidió al prelado que lo ordene, y el obispo le preguntó si era digno y lo aceptó.
Imposición del manos del Obispo sobre el ordenando
Otra parte destacada son las promesas que manifestó Salvador Calvo que mostró su voluntad de desempeñar su ministerio con fidelidad, y prometió obediencia al obispo. Y por intercesión de los santos, “se suplicó la gracia de Dios para el candidato».
“Salva” se postró con el rostro mirando al suelo, “en actitud de profunda oración”.
El obispo le impuso las manos a Salvador Calvo como candidato al presbiterado, arrodillado ante él. La plegaria de ordenación es la oración principal del sacramento, “con la que se les confiere el don del Espíritu Santo”.
La imposición de las manos es el rito más importante de este sacramento. El obispo impuso las manos sobre la cabeza del candidato al sacerdocio y rezó en silencio al Espíritu Santo para que le transforme y capacite para su misión sacerdotal. “Te pedimos, Padre todopoderoso, que confieres a este siervo tuyo la dignidad del presbiterado; renueva en su corazón el Espíritu de santidad; reciban de ti el segundo grado del ministerio sacerdotal y sea, con su conducta, ejemplo de vida».
Además de la imposición de manos del Obispo, en la ordenación presbiteral realizaron el mismo gesto sobre el ordenando todos los sacerdotes presentes en la ceremonia para mostrar el común y similar espíritu, compartido sacramentalmente en el grado de los presbíteros y su incorporación al mismo presbiterio. Y junto a la imposición tuvo lugar la plegaria de ordenación, “donde se confiere su función sacerdotal, de celebrar los sacramentos, predicar el evangelio y cuidar la grey que se le encomienda, ofreciéndose a Dios por ella, como Cristo”.
El nuevo presbítero se reviste con la casulla
El nuevo presbítero se revistió con la estola al modo presbiteral y con la casulla, “para que se manifieste el ministerio que desde ahora va a ejercer en la liturgia”,
Asimismo, la unción de las manos con el santo crisma significó la particular participación de los presbíteros en el sacerdocio de Cristo.
Otro gesto destacado en la ordenación sacerdotal fue la entrega del pan y del vino por parte del obispo, “de la patena y el cáliz con las especies, significando el deber de presidir la eucaristía y a seguir a Cristo crucificado”.
El rito de la ordenación terminó con el abrazo de paz del obispo al recién ordenado presbítero. Por último cada uno realizó su función propia en lo que quedaba de celebración. Salvador Calvo concelebró en los primeros puestos, preparando el altar, alzando el cáliz, dando la comunión.
Durante la ceremonia Fernando García Cadiñanos dedicó unas palabras fraternas aludiendo a las del evangelio del día y a las pronunciadas por el Papa Francisco, pidiendo al Señor que los jóvenes escuchen su llamamiento y sientan la vocación del sacerdocio.
Muchos recuerdos y agradecimientos
Y el acto tuvo un final que realmente se esperaba como fue el de las palabras, las primeras que pronunciaba Salva Calvo tras ya formar parte del sacerdocio, palabras que fueron más que aplaudidas por los muchos asistentes al acto.
“Primero mi agradecimiento al Señor por haberse fijado en mí, un indigno siervo de Él», agradecimiento extensivos al obispo, al rector del seminario y a cuantos lo apoyaron en su camino hacia el sacerdocio.. “A todas las parroquias por las que pasé, San Julián, Valdoviño, a la comunidad de Viveiro que me acogió muy contento, y a la de Villalba en donde no me puedo quejar después de casi dos años de labor en ella. A las Discípulas de Jesús, donde nació mi vocación, eso no se me va a olvidar nunca; al colegio “Tirso de Molina” en donde también estuve allí unos cuantos años; al Seminario y a los seminaristas tanto a Víctor como a Joel que hoy me han acompañado;a mi familia del Val, no me voy a olvidar de “los cucos”, eso está claro, y a mi parroquia del Val, a los de Meirás que era la parroquia de mi abuelo, a don Ricardo que ha sido mi paño de lágrimas en los cuatro años que estuve en el Seminario y que me acompañó y me fortaleció mucho; a mi amiga Rut, a María, a Nono, a los de Alfre, a mi amigo Darío, y..lo que siempre digo, soy un humilde siervo en la viña del Señor y pongo mis manos en las del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, y en especial a los claretianos, a todos los párrocos, a mi párroco anterior Ramón Otero, a Benito…a todo el mundo, no quiero olvidarme de nadie..muchas gracias”.
Y sonaron los aplausos a los que siguieron, como final de este acto religioso, el canto de la Salve.