Pedro Sande García
Desde hace varias semanas, quizás demasiadas, mi capacidad para imaginar nuevas crónicas, término que me agrada más que artículo, se ha visto reducida a cero.
Con toda seguridad es una situación que tiene que ver mucho con mi estado de ánimo, y también, con toda seguridad, mi estado de ánimo se ve influenciado por mi incapacidad para realizar una actividad que no solo me satisface sino que es necesaria para mantener mi equilibrio emocional.
Se habrán dado cuenta que he utilizado el término imaginar como la capacidad para crear nuevas crónicas. Es así, necesito de la imaginación para encontrar las palabras adecuadas, para determinar el tema sobre el que quiero escribir y también necesito el ingenio para desarrollar la trama con la que construir la narración. Me pregunto si esa falta de imaginación tiene su origen en mi estado de ánimo o es el estado de ánimo el que se ve influenciado, entre otras cosas, por mi falta de imaginación.
Quizás se pregunten ustedes cual es el motivo de esta larga reflexión antes de entrar en el asunto central de esta crónica, la respuesta es que he sentido la necesidad de compartir en voz alta las causas de esta frustración que lleva semanas persiguiéndome.
Fue el pasado 26 de mayo cuando tomé las primeras notas e ideas para desarrollar este artículo, tampoco es necesario que repita de forma constante la palabra que a mí me agrada, y todo este tiempo estuve dándole vueltas a si era el tema más adecuado para acabar con mi frustración. Este 16 de junio, dos días después del comienzo de la Eurocopa de futbol, me he dado cuenta de que quiero utilizar mi columna para denunciar la masacre que el gobierno de Israel está cometiendo en Gaza. Vivimos tiempos de amnesia, de riesgos y amenazas provocadas por el resultado de las elecciones europeas y si a todo ello añadimos el soma futbolero, los posteriores juegos olímpicos y las vacaciones estivales corremos el peligro de olvidar la trágica situación que está viviendo el pueblo palestino.
Algunos de ustedes pensarán que es extraño que dedique unas palabras a temas políticos de los que huyo en mis crónicas, mi objetivo solo es denunciar la barbarie.
También es posible que esta lectura haga dudar a algunos sobre mi respeto hacia los ciudadanos israelíes, así como hacia el pueblo judío. En unos casos pensar así es un error de interpretación y en otros sería una clara manipulación de mis palabras. El mismo respeto que tengo hacia el pueblo palestino y los ciudadanos de Gaza es el que tengo sobre los ciudadanos israelíes y el pueblo judío.
Algunas cifras que confirman que es correcto usar el término masacre para definir lo que está ocurriendo en Palestina. Más de 37.300 muertos, cerca de 85.000 heridos, alrededor de 1,7 millones de desplazados, más de 50 mil niños sufriendo desnutrición y alrededor de 10.000 personas desaparecidas bajo los escombros. Cifras que siguen creciendo día a día.
En ningún momento negaré el derecho del estado de Israel a responder al ataque que los asesinos de Hamas, hace tiempo que he dejado de usar el término terrorista, perpetraron el pasado 8 de octubre de 2023 causando 1.200 muertos y 240 secuestrados.
En mi país tenemos la terrible experiencia que hemos sufrido a manos de los asesinos de ETA y Al Qaeda. Se imaginan ustedes si la respuesta del gobierno de España fuese similar a la del gobierno israelí, masacrando a la población de los territorios de donde eran originarios los criminales que durante años aterrorizaron a la población española. La respuesta del estado de Israel no puede ser la matanza de miles de civiles y el sufrimiento de millones de personas.
El primer término que he utilizado para definir la acción del estado de Israel es masacre, según definición de la RAE «matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa parecida», también he usado el término matanza que al igual que exterminio, aniquilamiento, carnicería, mortandad, holocausto, matancina, matancinga y degollina, y según la RAE, son sinónimos de masacre.
Ante las cifras que acaban de leer no cabe decir mucho más, expresar mi rotunda condena al estado de Israel y a todos aquellos estados y organizaciones que utilizan la violencia indiscriminada, y por supuesto a los gobiernos de los países que con su silencio, su no condena o su apoyo son cómplices de este terrible asesinato de miles de inocentes.
Aunque dedique algún tiempo a seguir los juegos olímpicos, muy poco el que dedicaré al futbol y mucho a disfrutar de mi estancia en mi querida Frouxeira, no olvidaré lo que está ocurriendo en Gaza.
Espero no tardar tanto tiempo en volver a estar con ustedes. Cuídense mucho.
Cuanta pena les dan los palestinos y qué poca los ucranianos